“- ¿Qué es lo mejor de la vida?
- La extensa estepa, un caballo rápido, halcones en tu puño y el viento en tu cabello…
- ¡Mal! Conan, ¿qué es lo mejor de la vida?
- Aplastar enemigos, verles destrozados y oír el lamento de sus mujeres.”
Conan el Bárbaro
Y muy lejos, pero situado en el curso de colisión, el héroe más grande jamás nacido en el Disco se liaba un cigarrillo, completamente inconsciente de la que le aguardaba.
El pitillo que hacía girar expertamente entre los dedos era interesante: como muchos magos errantes de los que había aprendido el arte, aquel héroe tenía la costumbre de guardarse las colillas en un saquito de cuero y usar los restos para hacerse nuevos cigarrillos. Las implacables leyes de los promedios dictaban que parte de aquel tabaco había sido fumado casi contínuamente durante muchos años. La sustancia que intentaba prender sin éxito..., bueno, digamos que habría servido para alquitranar carreteras.
Tan grande era la reputación de este hombre que un grupo de jinetes nómadas bárbaros le había invitado respetuosamente a reunirse con ellos en torno a su hoguera de boñigas de caballo. Los nómadas de las regiones del Eje solían emigrar hacia la Periferia cuando llegaba el invierno, y éstos formaban parte de una tribu que había plantado sus tiendas de fieltro en la sofocante ola de calor de -3 grados. Ivan por ahí con las narices despellejadas y qujándose de insolaciones.
El efe bárbaro dijo:
- ¿Cuáles, pues, son las grandes cosas que un hombre puede encontrar en la vida?
Es el tipo de conversaciones que hay que iniciar para que los bárbaros esteparios se mantengan sentados en círculos.
El hombre situado a su derecha bebió pensativamente un sorbo de cóctel de leche de yegua y sangre de lince blanco, y así habló:
- El horizonte nítido de la estepa, el viento en tu melena, un caballo descansado para cabalgar.
El hombre de su izquierda dijo:
- El grito de un águila blanca en las montañas, la caída de la nieve en el bosque, una buena flecha en tu arco.
El jefe asintió y dijo:
- Sin duda es el espectáculo de tu enemigo muerto, la humillación de su tribu y el llanto de sus mujeres.
Se oyó un murmullo generalizado de aprobación ante tan extravagante afirmación.
El jefe se volvió respetuosamente hacia su invitado, una figurilla que se calentaba cuidadosamente los sabañones junto a la hoguera.
- Pero nuestro huésped, cuyo nombre es legendario, sin duda conoce la verdad: ¿Cuáles son las grandes cosas que un hombre puede encontrar en la vida?
El invitado se detuvoen mitad de otro inútil intento por encender su pitillo.
- ¿Cómo dicez? -preguntó, desdentado.
- Que cuáles son las grandes cosas que un hombre puede encontrar en la vida.
Los guerreros se inclinaron hacia delante para oír mejor. Aquello valdría la pena.
El invitado pensó durante largo rato con todas sus fuerzas, y luego dijo con voz pausada:
- Agua caliente, buenoz dientez y papel higiénico suave.