Dia 1. En la Taberna de un pueblo cercano a Escalant. Mediodia
El sol estaba en su cenit. Aglarond, con una vegetacion un tanto desertica por aquellas epocas cercanas al verano, lucía un calor bastante llevadero a pesar de que era mediodia en la region. La humedad sin embargo, hacía mella en la gente cuando esta salía de sus refugios y casas para salir al mercado a comprar, o a dar un paseo.
Los citados aventureros estaban en aquella taberna a peticion de un misterioso bardo que les había hecho llamar unas cuantas semanas atrás contratando sus servicios a cambio de una suculenta recompensa. Claro que algunos de ellos estaban por propia voluntad, y las emociones de la aventura, y no por el dinero en si.
La taberna era bastante grande para lo que era el pueblo en si, lo que sugería que tal vez hacia un tiempo este habia sido un pueblo bastante importante, pues estaba en medio de la ruta de 2 importantes cuidades portuarias, conformando lo que sería una mini ruta de comercio.
La taberna presentaba un aspecto bastante cuidado y limpio, aunque tambien era viejo, y se notaba la ausencia de reformas, necesarias tal vez desde unos cuantos años atrás. Probablemente el tabernero no tuviera el dinero suficiente como para hacer las reformas y seguir viviendo comodamente.
Presentaba una sala rectangular, bastante grande, con unas cuantas mesas circulares con banquetas alrrededor de las mismas, asi como unas mesas cuadradas con banquetas en las esquinas, para la gente que buscase un rincon mas apartado. La barra era bastante grande, y tenía unos taburetes enfrente de la misma.
El tabernero pasaba un trapo a unas cuantas copas que ya estaban limpias, tal vez por aburrimiento mas que por trabajo. En realidad estaba esperando a que alguno de sus 7 misteriosos nuevos clientes que habían ido llegado todos a la escaladamente, alrrededor de 3 o 4 horas antes, pidiera otra ronda de copas para asi poder volver a llenarse los bolsillos de dinero. No se veía esto todos los dias, y estabamos en una fecha del año un poco pobre para el comercio.
Erial estaba en una mesa que conformaban una de las esquinas de la posada. Estaba bebiendo su copa a la evz que observaba con detenimiento el entorno. Serían esos clientes que habian en la sala el resto de gente que tenía que llamar su contratador, ese bardo que le había citado en la posada?
Por otra parte, Valeriont estaba en la barra esperando acabarse aquella jarra de bebida, impaciente, y preguntandose cuando diablos llegaría el tipo que le hizo llamar. Pero cuanto mas estaba dispuesto a hacerle esperar? Por dios! su tiempo era oro!!
Eleazar contemplaba su espada en una mesa del centro de la taberna, ajeno a todo lo que sucedía a su alrrededor. Su actitud era anormalmente tranquila y serena, como si no le importase un pimiento lo que sucediera alrrededor. El pensaba llegar, hacer el trabajo, y largarse. Asi de facil.
El semigro Tharasmund se había ido a otra de las esquinas de la sala. No quería llamar mucho la atencion con su aspecto, por mucho que en el fondo se la resvalase. Ademas, no quería que nadie fuera a pedirle un sorbo de su enooorme jarra. Era toda para él, que para eso la habia pagado. Y él era el bicho raro? Él era el feo? Por dios, aquel sitio estaba infesto de guerreras mariconas, debió pensar el semiogro. Un buen trago de su bebida magica tan fuerte que guardaba en su odre le quitaría la gilipollez a mas de uno. Claint le miraba desde la otra punta de la sala, sentado en una banqueta.
El elfo gris Raínos estaba en otra de las mesas del centro de la taberna, tomando su vaso de hidromiel, y contemplando como Eleazar se regozijaba en el aspecto de su esplendorosa espada. Pobre iluso, si pensaba que ese cacho de metal le iba a salvar siempre de las desdichas de la vida. Solo la naturaleza te guiaba por el autentico camino. O almenos, eso es lo que pensaba el elfo. Otros no estarían de acuerdo, debía pensar Raínos. Sobretodo ese semiogro, aunque en parte seguro que se serviría de la madre tierra, en la medida que aquella mole de musculos, por bien seguro era capaz de arrancar un arbil y clavartelo en la cabeza como el que rompe un trozo de papel. Que feo que era!!
En aquel preciso instante, se abrió la puerta de la taberna, y una humana entró por la puerta. No!! definitivamente, no era el que les había contratado. No a juzgar por el tamaño de esos pechos. La chica se acercó a la barra, y le dijo al tabernero, tal vez imprudentemente -a la vista de que todo el personal supo instantaneamente a qué se refería- su nombre y quien le había hecho llamar:
- Hola, mi nombre es Alelí. Estoy esperando a un hombre que nos hizo reunir aqui a mi y a otros compañeros para llevar a cabo una pequeña misioncita. Dijo que esperaramos en la posada. Sabe usted algo? dijo la chica.
Raínos miró al semiogro. Menuda imbécil debió pensar el semiogro, a juzgar por la cara que el elfo vió en él.
- Perdon? dijo el tabernero. Hombre, si quiere limpiarme el trastero de la taberna... bromeó el hombre cincuenton esbozando una poco dentada sonrrisa.
La chica se puso algo tensa. Tal vez alguien debiese cerrarle la boca. Tharamund pensó en meterse, pero... Bueno. El caso era que la cosa se podía complicar si nadie hacia nada.