Dia 3. Mansion Kaldur. Sala de Reuniones. Mediodía. Presentaciones.
Se sorprendió cuando vio un dedo, un poco sucio todo hay que decirlo, apuntándolo directamente a la cara. Durante una décima de segundo su mano derecha se movió hacia el sitio que habitualmente ocupaba su espadón pero entonces recordó dónde estaba... y que no tenía el arma con él.
Acabó de tragar lo que tenía en la boca, carraspeo y pronunció con su profunda aunque agradable voz:
Tharasmund, amigo de los bosques, mi nombre es Tharasmund, semiogro nativo de Vado Frío, en el Lejano Norte.
Y no es que quiera interrumpir tu ronda de preguntas de nombres, pero al finalizar estaría bien que Kaldur nos informara sobre si las fuerzas del orden en esta ciudad son de fiar o no, si son capaces o una panda de inútiles que sólo sirven para detener borrachos, ya sabeis por dónde voy.
Tras eso, se calló y miró a quien tenía a su lado, esperando que contestara al dueño del dedo, el dedo un poco sucio, y dijera su nombre.
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Dicen que el tamaño no lo es todo... Je, claro, eso lo dicen antes de ver ¡cómo de grande es mi espada!