Día 4. Heliogábalo, Capital de Damara. Por la mañana.
Héroes:
Los dos paladines tomaron el viaje despues de asegurarse de que el chico estaba en buenas manos en aquella posada. El viaje no había sido demasiado duro, excepto por las condiciones climaticas que las noches y las mañanas habían presentado.
Los nudillos de los caballeros, endurecidos por el frio del ambiente, se complementaban por la fría agua que entre sus cuerpos corria deslizandose hacia abajo por la suave aunque constante lluvía. Era en realidad de esas lluvías molestas y andrajosas, porque no era potente como para tomarse las molestias de protegerse mucho, pero tampoco era tan suave como para apenas no mojarse. Sin duda mas de uno agarraría un buen costipado dentro de unos dias.
Los dos caballeros llegaron a lo que era la plaza central de la capital, Heliogabalo. Unos tenderetes de comida y ropa varios estaban la mitad cerrados debido al temporal, que aunque por aquellas fechas era normal que fuera frio, lo era de la misma forma anormal, que lo fuera tanto.
A los pies de la plaza, estaban unas grandes escaleras de piedra perfectamente talladas con adornos y decorado noteño, que indicaban una clara ascension a lo que delante de la misma, se presentaba como el castillo del rey Castigo de Dragones, ese que segun los rumores de los campesinos de la taberna de Fisenda, pretendían derrocar al Rey. Estaban las mismas custidiadas por 4 soldados reales, en las esquinas y en medio de las escaleras.
Los aventureros habian llegado a la capital con la intencion de averiguar quien estaba detras del complot, si era legitimo o no, y/o de las medidas a tomar segun como se fuese desenvolviendo el caso.
Era una mañana muy, muy fría...