Dia 1, Carabana de mercaderes en direcci?n a la Villa de los Relojes de Piedra, 14:52
Un grupo de aventureros se hab?a conocido d?as antes, en una revuelta durante un robo en un mercado de una aldea cercana. Los sucesos hab?an sido algo curiosos. Un chico rob? una manzana en uno de los tenderetes, pero el avispado palad?n se percat? y alert? a los compa?eros, que siguieron al chico hacia su escondijo. Tras unas cuantas aza?as y hostias, lograron desarticular una banda organizada de ladrones esclavizadores de ni?os. La guardia fu? considerablemente generosa con ellos, preparandoles una fiesta y dandoles permiso para alojarse en la cuidad cuando estos lo deseasen.
Horas despues, el jefe de una de las carabanas de expedicion que saldr?an horas mas tarde, quiso contratarlos para que realizaran un sencillo servicio. Custodiarles de los ataques de los Bed?n y otros bandidos errantes a cambio de unas piezas de oro, y la manutencion del viaje. Los aventureros accedieron encantados, pues, aparte de ayudar a otras personas, se ayudaban ellos mismos. Era mas seguro viajar en una expedicion de mercaderes, que no viajar por cuenta propia, solos, ante las interpreries del desierto. Aquel dia, gracias a aquellas batallas, aventuras y aquel mercader, se form? lo que ser?a un grupo de grandes amigos.
El grupo, se compon?a inicalmente por un palad?n servidor de la iglesia de Tyr. Este paladin, que reciv?a el nombre de Brantix, lleg? a Anaurok por orden de su iglesia, la iglesia de Tyr, con tal de ayudarle en el encuentro de su desconocido padre. Brantix, era un Aasimar. Desconoc?a la identidad de su padre, quien era, de donde ven?a. Jamas tubo la oportunidad de que su madre se lo contara, y ahora que ella no estaba, tan solo pod?a errar por Faerun en busca de alguna pista que le condujese a ?l. Solo sab?a su raza, deb?a ser un celestial. Dicho viaje le servir?a tambi?n, para desarrollar sus aptitudes como Campeon Divino.
El segundo componente del grupo daba casi grima de ver entre las deserticas tierras de Anaurok. El calor producido por el clima de esta, era agravado si estabas cerca de Ibn, genas? de fuego. El explorador seguidor de Selune, hab?a llegado a las tierras norte?as, para volver a reunirse con la tribu Bed?n que le hab?a acojido y alimentado desde que era apenas, un simple ni?o. La tribu se sirvi? de las dotes de explorador, y este a su vez de las t?cnicas y fortaleza Bed?n para aprobechar y hacerse mas fuerte. Aquel dia, en la aldea que habian dejado atras, particip? en la revuelta de liberacion de ni?os esclavos y, fu? contratado por aquel rico mercader al igual que sus otros compa?eros. ?l solo iva a reunirse con su familia, pero, el trayecto propuesto por el mercader le cog?a de camino. Y porque no? Para ir solo...
La vida de Neraka de Krueger, que digo! Neraka de Idial, hab?a cambiado mucho los ?ltimos dias. Pas? de llevar la c?moda vida de una hija noble, a la de una aventurera que deb?a encontrar el mal que jam?s dejar?a descansar el alma de su madre, Caroline. Neraka lleg? a la aldea anterior, cuyo nombre no puedo recordad, exhausta de un viaje largo, eterno, con un caballo que a la llegada cay? enfermo y muri?. Varios dias de cabalga acabaron con la vida del animal. Neraka no se par? a pensar apenas hasta haber llegado ya a la aldea y ver vida, vida entre la cual ya se sent?a mas protegida. Tal como lleg?, se encontr? todo un revuelo en el mercado, y mediante una serie de acciones acab? metida en un l?o de contrabando de menores que aun no hab?a acabado de entender muy bien. Neraka estaba exhausta y apenas hab?a tenido tiempo para descansar. Aunque esto 3 dias de viaje en la carabana de mercaderes le hab?an sentado muy bien. Neraka no ten?a donde ir a donde volver, asi que se enrrol? en esta comunidad hasta que se sintiera fuerte para poder volver y vengarse del oscuro asesino de su madre. Neraka serv?a a Tyr, y los 3 dias de viaje junto con Brantix, hab?an servido para travar una amistad y una comunicacion entre ambos. La Aasimar ya no se sent?a sola, almenos no tanto como antes. Vengar?a a su madre? Encontrar?a a su padre?
Del cuarto componente del grupo, tambi?n hembra, llamada Elaina, poco se sab?a. Era una semicelestial amnesica. No recuerda de donde viene, ni a donde va. Tan solo sabe que estaba en una plaza, cuando un ni?o rob? una manzana...
Pues bien, conocido el grupo por el lector que nos est? leyendo en estos momentos, pasemos a lo que realmente nos incumbe. la historia. Una historia:
El grupo de aventureros se dirig?a hacia un nuevo poblado. Esperaban llegar para la noche, segun los calculos en el mapa del mercader. La carabana se compon?a por 20 carros, carros tirados por asnos de carga, dos asnos tiraban cada carro. Las cargas permanec?an tapadas, refugiadas a la vista de los curiosos. Aunque parec?an grandes cajas, y su peso era considerable pues los asnos acababan exhaustos a las horas de trabajo.
El mercader, sac? su catalejo y mir? al horizonte. Con cara de asombro,se quit? el aparato de los ojos y mirando a los compa?eros dijo:
- Maldita sea chicos, se acerca una tormenta, ser? mejor que acampemos e intentemos pasar lo que queda de dia y la noche refugiados de los rayos, la lluvia, y el hipotermico frio de las heladas noches del desierto dijo el culto mercader. En una de sus carabanas, hab?an algunas decenas de libros, que el mercader se entreten?a a leer en sus noches de insomnio, mientras el resto de la cuadra descansaba y, uno de los 4 aventureros, montaba la guardia.
En cuestion de minutos, unos largos minutos, apuntalaron los carros junto con sus mercanc?as, ataron las monturas de carga, e instalaron las tiendas de campa?a en las que se refugiar?an del g?lido frio. Cenaron, descansaron y se durmieron.
Amaneci?...
Cuando Neraka, tras unas largas horas de descanso, se levant? mucho mas aliviada, y sali? de la tienda de campa?a que compart?a con sus otros 3 compa?eros, vi? al que le tocaba guardia tumbado en las arenas del desierto, unos metros mas alejado de su posicion habitual. Parec?a estar inconsciente, o dormido, pero lo cierto es que Elaina no parec?a haber montado una eficaz guardia.
La zona estaba arrasada. Ni una tienda de campa?a, ni un carro, ni una mula, ni un mercader. Donde se habia metido todo el mundo? Como se habian marchado, o desaparecido sin dejar rastro ni hacer ruido? Como? eran preguntas que le rondaban a todos los aventureros, cuando alertados por Neraka, se despertaron. Elaina tambi?n despert?, aunque con un fuerte dolor de cabeza, el cual no era aliviado por los potentes rayos de sol que iluminaban tan basto desierto.
Solo habian dos rastros. Dos. Una rueda de carro, y el catalejo del mercader. Los 4 estaba de pi? ahi fuera, sin comida, sin bebida, a la interperie de los crueles fenomenos de la naturaleza desertica.