Akaradrim no hizo que se lo pidieran dos veces y subi? a lomos de Durin, que resopl? con fuerza y lanz? una mirada cargada de reproche a su due?o.
- Adelante, pues. - Dijo Akaradrim con voz grave. Y anim? al caballo dando un suabe taconoazo. Insolitamente, el enano parecia perfectamente comodo sobre la silla de montar, y aunque sus gruesas botas no llegaban a los estribos, parecia mantener el equilibrio con elegancia sobre la grupa del animal.
Tras intercambiar un par de miradas divertidas, Pah y Earhum se pusieron de nuevo en marcha, guiando de nuevo al grupo. El tiempo apremiaba, y los nubarrones sobre las cumbres parecian oscurecer cada vez mas.
Al principio el avance fue facil. A pesar de la fuerte pendiente, el grupo mantuvo un buen ritmo. Despues empez? a nevar, y mas tarde lleg? el viento, que convertia cada copo de nieve en un cullillo helado. La ventisca azot? el rostro de los aventureros sin piedad. Preocupado, Pah Quall intent? atisvar el cielo en busca de Pluma. El ave habia desaparecido del cielo, seguramente sobrevolando la tormenta. O al menos, eso esperaba el druida. En todo caso, era provable que se encontrase mejor que su maltrecho due?o.
De repente Earhum se detuvo, observando el suelo. De inmediato el semielfo se coloc? junto a el, mirando atentamente la nieve. En un trecho entre dos rocas que habian protejido del viento la huellas, podian verse las marcas del avance de un par de personas (una muy liviana, otra extremadamente pesada) y lo que parecia algun tipo de animal de carga. pero no era eso lo que el explorador examinaba con tanta atenci?n. Junto a esas huellas una gran marca aparecia sobreimpresa a las anteriores. Un animal de gran tama?o seguia a los viajeros que les precedian.
Son las 16:50