Autor Tema: La Muerte y el Invierno [DDI]  (Leído 101801 veces)

Jurgen Heindall

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« Respuesta #435 en: Junio 18, 2006, 12:45:25 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruínas éficas del pantano. Noche.
Earhum, explorador de la Marca Argéntea que se sorprende de seguir vivo.


Dos segundos. Es todo lo que le concedió al elfo para responder la pregunta de Pah. Una vez pasaron no pudo evitar preguntar a su vez.
¡Responde, maldición! Dónde están el sacerdote y el bárbaro, y ya puestos, ¿quién es ese que te acompaña?
No estaba siendo muy sociable, pero lo que había pasado en los últimos minutos no lo predisponía para serlo.

Es igual, no importa, no ahora. Lo único que importa es qué haremos todos para poder salir de aqui... vivos, no tengo prisa por conocer los placeres que Mielikki nos tiene reservados.

Su mirada se diriguió en un rápido vistazo a todos sus compañeros, mirándoles a los ojos para intentar adivinar su estado de ánimo y saber con quién se podía contar.
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Ahhh, las bellas tierras del norte. ¿Te he contado ya cómo es mi bonita ciudad?, ¿y las bellas chicas que en ella habitan?  :roll:
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Te juzgaré porque tal es mi derecho de Príncipe, de Sangre y de Poder, pequeña sanguijuela desagradecida.

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #436 en: Junio 19, 2006, 05:59:45 am »
Interior de las ruinas élficas. Noche.

Ecthelion el mago arquero



Cita de: "Pah Quall"
¿Qué ha sido de Sarven?

Y al cabo de unos segundos:

Cita de: "Earhum"
¡Responde, maldición! Dónde están el sacerdote y el bárbaro, y ya puestos, ¿quién es ese que te acompaña?

Al ver el mutismo y los ojos perdidos en la oscuridad de su amigo, se decidio a contestar. Muchas veces le había pasado a él, sin embargo nadie estaba para hablar, nadie estaba para salvarlo de dar las malas noticias.
Hasta ese momento tenía la cabeza gacha, en parte por el poco amable recibimiento, en parte porque recordó a los amigos de Eleomer en medio del apestoso pantano. Levantó la cabeza y miró al tipo que gritaba diciendo:
- El sacerdote, Sarven si mal no recuerdo, y el bñarbaro, Hijogusano, han quedado en medio del pantano, Eleomer ha debido salir corriendo, pues, según me dijo, era posible que esas criaturas lo siguieran a él, de cualquier forma en las condiciones en que estaba era practicamente imposible que sobreviviera en el fragor de la batalla. - dijo mirando al grupo variopinto -.Mi nombre es Ecthelion, antiguo compañero de enseñanzas de Eleomer, por lo que han de intuir que soy mago.

Cita de: "Earhum"
Lo único que importa es qué haremos todos para poder salir de aqui... vivos, no tengo prisa por conocer los placeres que Mielikki nos tiene reservados.


Al oír estas palabras dirigió su mirada a Earhum de manera severa.
- De todas maneras el tipo con malas pulgas tiene razón. En estos momentos lo único que debemos hacer es buscar la forma de salir de aquí...
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\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Jan Cantor

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« Respuesta #437 en: Junio 19, 2006, 09:35:16 am »
Interior de las ruinas élficas. Noche.

Akaradrim enano paladin, configurando la PSP


El aire putrefacto del pantano lleno los pulmones del enano con su viscoso aroma,aunque despues de haber soportado el lobrego laberinto de las ruinas elficas,cualquier miasma era preferible.

Asistio a la discusion entre sus compañeros,el recien encontrado Eleomer y su compañero elfo,con una mezcla de fastidio y de alerta,puesto que consideraba que ni era el momento,ni era el lugar para ponerse a charlar.

Amigos, por favor-dijo reclamando su atencion-Me alegro mucho de haber encontrado de nuevo al  buen Eleomer y tambien me congratulo de que se una a nosotros su amigo elfo,incluso me siento dichoso de sabe que el barbaro y el buen sacerdote esta bien y a salvo pero...¡podriamos discutir esos detalles en otra parte!Las criaturas que nos perseguian estaran derribando la barrera de Pah y estoy seguro de encontraran nuestro rastro de nuevo,por lo que sugiero que nos alejemos y planeemos una nueva tactica.

Dicho esto espero la respuesta de sus compañeros,aunque en el fondo de su alma sentia como si una oscuridad lobrega y sudorosa los estuviera rodeando para devorarlos.Quizas no estuviesen preparados para luchar contra el mal del corazon del pantano,quizas...
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Barack Aurum Draco

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« Respuesta #438 en: Julio 03, 2006, 06:27:23 am »
Interior de las ruinas élficas. Noche.

Ecthelion el mago arquero


Los ojos del elfo escrutaban la oscuridad de las ruinas, sus oídos aun captaban el sonido de la turba de criaturas peludas, el hedor del lobrego pantano se metía en sus narices produciendo, en parte, malestar, en parte, asco. Repasaba todo lo ocurrido hasta entonces, la salida de Eternôska, el consejo de su maestro, el trayecto hasta Nashkel. ¿Cómo fue a llegar hay?¿Porqué salió en busca de algo que a él no le inmiscuía? De pronto lo recordó <<Debes seguirle, pues vuestros destinos están entrelazados...>> le había dicho su maestro. Ahora veía lo estúpido que podía ser el destino.
La ronca voz del enano le sacó de sus cavilaciones. El enano tenía toda la razón, esas criaturas eran débiles, pero numerosas, no podrían combatir contra tantas. Debían buscar una forma inteligente de salir de hay.

- Estoy de acuerdo con el señor enano - dijo sin quitar los ojos de la oscuridad de las ruinas -, hay que retroceder, esas criaturas son debiles, pero sin duda numerosas. No podemos perder tiempo aquí, hay que avanzar ahora... - Terminó el mago esperando que alguien reaccionara.
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Falquian

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« Respuesta #439 en: Abril 25, 2008, 08:09:17 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruinas élficas del pantano. Noche.



El enorme fuego rugía a sus espaldas, convirtiendo la arcada en un infierno impenetrable.

El tiempo pareció dilatarse mientras los supervivientes del maltrecho grupo intentaban vencer el abatimiento y tomar un nuevo curso de acción. Dos de sus compañeros se habían perdido en el pantano, y seguramente estarían muertos. Estaban atrapados en el interior de unas lóbregas ruinas, en las que supuestamente debían encontrarse con el misterioso hombre que había amenazado a Othar y su pequeña y desesperada banda de renegados. Un hombre que se había hecho con los servicios de Oreja Cortada, y que parecía disponer de toda una horda de pequeñas pero tremendamente feroces criaturas.

- Un momento. -Musitó Earhum, todavía con la respiración algo entrecortada. - ¿Alguien ha visto a Othar? Entró justo por delante de nosotros.

Su ojos danzaron entre los oscuros recovecos y los grandes bloques tallados y cubiertos de musgo, buscando cualquier vestigio de amenaza... pero sin hallar nada.

- Ung. - Eleomer se encojió, llevándose las manos al pecho. Su cabeza se perdió en las profundidades de su capucha y un nítido siseo de dolor escapó entre su dientes. - No... ¡no! Esta... - susurró con una voz cargada de pánico - esta... AQUI.

Súbitamente, un grito desgarrador de hombre hendió la fétida niebla pantanosa. Luego un terrible gruñido animal, profundo y gorgoteante. Y finalmente el sonido inconfundible de una hoja desgarrando carne y huesos con una límpida nota musical.

Algo rodó por el suelo con un sonido desagradablemente hueco, hasta quedar a pocos pasos de los cinco aventureros, que solo distinguieron un pequeño bulto a través de la espesa niebla.
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Pascual_Jesus

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« Respuesta #440 en: Abril 28, 2008, 07:24:12 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruinas élficas del pantano. Noche.

Pah rechinó los dientes mientras intentaba desentrañar la oscuridad, sus ojos reluciendo en la noche con el reflejo de las mágicas llamas que poco a poco parecían ir menguando en intensidad.

Su emplumada compañera rapaz graznó en su hombro, echando la cabeza hacia abajo, tensa y nerviosa, un temblor apenas perceptible en su afilado y peligroso pico.

El druída se concentró más y extendió la mano izquierda, como intentando reforzar el muro de llamas y desenfundó su filo, aprestado en la mano derecha con la punta dirigida al mohoso suelo de la peligrosa estancia, mientras interrogaba al doliente Eleomer.

- ¿Qué es lo que sucede, amigo mío? ¡No desfallezcáis ahora, por el amor de Mielikki!

Las cosas iban a empeorar, si es que ello era posible, y su magia se evaporaba agotada como el rocío mañanero, apenas un par de trucos en la manga.

En ese momento, el sonido del tendón y del hueso separándose ahogaron el crepitar de las llamas. El leve cimbrear del aire, el prcipitado vuelo de Pluma Veloz, acompasando su graznido con fuertes aleteos...

Pah se giró a tiempo de ver un familiar y macabro bulto esférico que giraba por el suelo. Sintió el enervamiento de su compañero en la Fe de la Dama Unicornio. Y temió que la vida de otro inocente hubiese llegado a su fin.

Entre sus manos centelleó la daga argéntea.
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #441 en: Abril 29, 2008, 04:51:50 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruínas éficas del pantano. Noche.
Earhum, explorador de la Marca Argéntea con ganas de matar a alguien...


Sus ojos no estaban preparados para la visión que llenó su retina cuando el bulto siguió rodando hasta detenerse a apenas un palmo de sus pies.
Ni siquiera sus aventuras pasadas, ni la terrible noche en ese pantano, podía evitar que sintiera un sudor frío naciendo en su nuca al ver la cabeza del humano que había insistido en que tenía que ser esa misma noche cuando vinieran a las ruínas para así salvar a su pueblo.

Othar... ese era su nombre. Sintió remordimientos durante un segundo, pues él tenía razones propias para venir al pantano: capturar al bastardo hijo de orca de Oreja Cortada, ese maldito orco, demasiado listo para su raza, que tando daño le había causado. La mirada de pena y las palabras de la hermana de Othar también habían ayudado, tenía que reconocerlo.

Sin embargo, no era momento de lloros si no de acción y decisiones. No había sobrevivido hasta ahora poniéndose introspectivo en situaciones de tensión. Si no calculaba mal, la magia de su amigo Pah se agotaría en breve, dejando la arcada libre para que los pequeños bichos peludos les royeran los huesos merced a su superioridad. Tenían que entrar en las ruínas y confiar en que no se atreverían a seguirlos. Claro que allí era donde estaba el ser que había decapitado a su guía... Dudas, dudas, dudas...

Con sus dos armas preparadas, en posición de combate, comenzó a avanzar hacia los ruídos, intentando escuchar o ver algo que le pudieran avisar de un ataque traicionero. Las moribundas llamas quedaron a su espalda mientras se alejaba y susurraba a sus compañeros: Seguidme, quedarnos ahí significa la muerte; si avanzamos quizá tengamos una oportunidad.
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« Respuesta #442 en: Abril 29, 2008, 11:29:52 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruínas éficas del pantano. Noche.
Ecthelion, el mago que suda hielo.


Aquel sonido... aquel sonido no podía sino significar la caída de uno de los aventureros. Los ojos élficos tantearon la oscura zona y allí, en el suelo, a poco trecho del pie de Earhum... estaba la cabeza de un hombre, un hombre al que no conocía... Pero que, de seguro, no merecía una muerte tan horrenda como aquella.

Ahora había un problema que debía ser solucionado rápido.... y ese problema no era otro de que seguían allí esperando, esperando que ese algo que había degollado tan cruel pero a la vez límpidamente a ese chico, los matará. Nunca había estado en una situación así, ¿qué se suponía que hiciera? Seguir esperando la muerte... no tenía ganas de morir... no.

Las palabras del explorador lo sacaron de sus cavilaciones. Jamás había tenido tanto sentido las palabras de un humano para él... jamás... Pero ahora aquellas palabras eran las más sensatas...
« Última modificación: Mayo 01, 2008, 04:37:32 am por Barack Aurum Draco »
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #443 en: Abril 30, 2008, 01:31:18 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruínas éficas del pantano. Noche.
Earhum, explorador de la Marca Argéntea avistando algo.


No comprobó si sus compañeros lo seguían. No hacía falta, sabía que Pah y Akaradrin nunca lo dejarían ir solo. En cuanto al nuevo, el mago, no parecía de la clase loco-suicida.

Con sus ojos buscando toda clase de pistas y sus oídos intentando ignorar el sonido de las llamas avanzó prudentemente, sabiendo que lo que había matado a Othar tenía que estar cerca.

Apenas había dado media docena de pasos cuando, en un momento de fortuna, un pequeño brillo metálico llamó su atención. Sus ojos barrieron la zona y poco a poco logró componer una imagen. Una imagen poco halagueña.
Parecía un anciano envuelto en algo que en su día pudo ser una túnica, ahora meros restos harapientos "adornados" por hojas otoñales, como si se hubiera revolcado en ellas. Pero lo que le había permitido verlo era la hoja que portaba, una afilada hoja de guadaña, en lo alto de un retorcido cayado. El brillo del metal lo había delatado, a pesar de estar recubierto de una pátina que imagino sangre de Othar.

Se detuvo y, con toda la calma de la que fue capaz, esperando que el loco de la guadaña no le hubiera visto o no pudiera apreciar los detalles, señaló hacia la zona donde estaba para que sus compañeros supieran que el peligro estaba allí.
No se atrevió a hablar, y esperó que con indicarles la zona, sería suficiente.
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« Respuesta #444 en: Abril 30, 2008, 07:06:33 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruínas éficas del pantano. Noche.

Akaradrin, paladín enano de vuelta a la acción


El muro de fuego de su compañero Pah se debilitaba, ¿o era la resolución del druida la que se apagaba?No, nunca esa roca se caera, pero su magia es limitada y no podrá aguantar mucho tiempo-pensó el enano.

En apenas unos instantes, cuando las llamas exhalasen su último crepitar, las bestias entrarian para devorarles sin remedio, aunque se encontrarian a un enano correoso que se llevaría unas cuantas por delante. Si tan solo hubiese alguna salida para sus amigos Akaradrin podría contener a los seres y permitirles escapar.

Examinó la oscuridad, pero solo las ruinas le devolvieron la mirada. No había nada y la desesperación empezó a florecer como una planta maligna. Si solo hubiese una salida...

Earhum dijo:
Citar
Seguidme, quedarnos ahí significa la muerte; si avanzamos quizá tengamos una oportunidad.


¡Eso era! El explorador lo había vuelto ha hacer, y con su proverbial habilidad había encontrado una salida. Sin perder tiempo le siguió cubriendo a sus compañeros
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Falquian

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« Respuesta #445 en: Mayo 01, 2008, 11:19:48 am »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruinas élficas del pantano. Noche.

Earhum apenas había alzado su espada para señalar algo en la brumosa oscuridad cuando algo se movió justo en la dirección en la que apuntaba. Primero pareció como si uno de los bloques de piedra que apenas lograban atisbar en la brumosa oscuridad se hubiera puesto en movimiento por si mismo. Después una figura humana comenzó a dibujarse con nitidez, al tiempo que el sonido de algo que era arrastrado sobre los bloques de granito se acercaba poco a poco.

La oscura figura pareció levantar sin esfuerzo un pesado bulto, y con un gesto negligente de su mano lo lanzó a los pies de Earhum.

Era el cuerpo decapitado de Othar.

- Aquí tenéis los despojos de vuestro amigo. - Masculló con malicia una voz cruel, ronca y gutural.- Llorad sobre su cadáver antes de uniros a él en la muerte. - Y dando otro paso, la figura por fin se hizo visible para todos.


Nota del DM: el bastón es en realidad una guadaña.

Eleomer comenzó a temblar con violencia, dando un paso atrás.

- Es el. - Susurró a sus compañeros. - ¡Es la voz que oímos en el templo de Ilmater! ¡Es la voz de la criatura!

- Pero que perceptivo eres, mi buen elfo. Mi buen "vidente". - Ronroneó la andrajosa figura, como si a pesar de la distancia y del quedo tono de voz de mago elfo hubiera podido oírle a la perfección. - Que perceptivo... Que grato favor me has hecho al ponerte al alcance de mi propia mano. Malar sin duda estará satisfecho cuando tu cuerpo despedazado yazca en el altar de sacrificios. Pues ese es el premio que te espera. Nunca debiste inmiscuirte en nuestros asuntos. A través de tu torpe y patético don has visto demasiado...
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« Respuesta #446 en: Mayo 06, 2008, 01:15:20 pm »
Bosque de Nashkell. Interior de las ruínas éficas del pantano. Noche. Palabras indignadas.

Los latidos de su corazón llenaban sus oídos, haciendo que el discurso del malarita llegara apagado, casi ininteligible, casi...

Una sensación de ira, conocida, empezaba a apoderarse de él y las palabras le salieron rápida, atropelladamente incluso.

¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¿Qué maldita relación tienes con el hijo bastardo de un mephit y una momia que se hace llamar Oreja Cortada, maldito sea su nombre y su cuerpo orco?
Por qué le ayudas a defenderse de nuestra justa ira, ¡¡responde, verdugo traicionero!!


Su cuerpo, mientras hablaba, habiá derivado de nuevo a la postura de combate y defensa, presto a lanzarse encima del druida de Málar a la más mínima amenaza o provocación... o dilación, ya que era consciente de las bestias que estaban tras la titubeante barrera de fuego mágico invocado por Pah.
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« Respuesta #447 en: Mayo 07, 2008, 10:04:22 am »
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Ante las palabras de Earhum, el andrajoso anciano aferró el largo y retorcido astil de su guadaña con ambas manos y apoyó su peso sobre el. Una de sus espesas cejas se alzó en gesto interrogativo, denotando cierta sorpresa.

- ¿El orco? ¿Preguntas por el orco?  Podría ser que... - sus labios agrietados se curvaron en una cruel sonrisa. Luego una retumbante carcajada llenó el aire. - ¡Así que veníais en pos del orco! Que cruel ironía... Y yo que temía que vuestro elfo hubiera logrado ver demasiado. - Clavó en Eleomer una mirada cargada de desprecio y burla, al tiempo que sonreía dejando a la vista unos caninos de depredador bastante pronunciados. - ¡Idiotas! Oreja Cortada solo es un mercenario. EL es que me protege A MI. Gracias a su banda de chapuceros mi presencia ha pasado desapercibida en Nashkell... hasta ahora. Si no hubiera sido por la rata traidora que yace a vuestros pies, jamás hubierais dado conmigo o sabido de mi. Pero ahora es demasiado tarde. Ahora, como vuestro inepto vidente, habéis visto demasiado. Estúpidos ignorantes... ¡Una tormenta como jamás se ha visto se cierne sobre la Costa de la Espada! Vosotros vais a caer con los primeros copos de nieve... ¡Pero pronto se os unirán muchos mas!
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« Respuesta #448 en: Mayo 07, 2008, 05:04:58 pm »
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Un simple mercenario que protege a este tarado... La idea se fue filtrando en la mente del explorador, que no pudo evitar mirar hacia sus compañeros durante un par de segundos, antes de volver la vista al frente.
Se sentía descolocado y con la impresión de estar en el sitio equivocado en el momento equivocado, de estar mordiendo un hueso demasiado duro... Pero ahora estaban ahí y Oreja Cortada también. Si tenían que pasar por encima de su cliente lo harían, y si además podían convertirse en héroes, muchísimo mejor.

¿Qué va a pasar en la Costa de la Espada? Si tan seguro estás de ti mismo, podrás decírnoslo a nosotros, insignificantes aventureros, ¿verdad?
Toda la fuerza de su persuasión estaba puesta en esa sencilla frase, esperando que alguien con más facilidad de palabra dijera algo mejor... aunque quizá funcionara y el barbado druída les contara algo de interés.
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Pascual_Jesus

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« Respuesta #449 en: Mayo 08, 2008, 12:37:02 am »
Ruínas del alejado y peligroso Templo. Afueras de Nashkell.

Pah frunció el ceño ante la arrogancia del Malarita. Realmente sentía asco hacia la gente de su calaña, que se creían por encima del orden natural de las cosas, por encima de la simetría de los cielos y los ciclos de la Naturaleza.

Pese a la tensa situación, no pudo refrenar su lengua.

- ¡¡Cómo te atreves a emular a los pútridos hijos de Talona, Vástago miserable de Malar!! No tienes ningún derecho a jugar con el Ciclo.

Pluma pareció aprobar el comentario del Druída con un graznido al tiempo que alzaba el vuelo de nuevo.

Pah aprestó el arco y apuntó cuidadosamente al Malarita. La rabia que sentía le hacía temblar ligeramente.

- Ahora entréganos a Oreja Cortada y abandona este lugar y tus planes si es que quieres conservar tu vida. Estás ampliamente superado en número. Regresa al interior de los pútridos bosques que sustentan a tu Amo. Este no es tu lugar.
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