Bosque de Nashkell. Interior de las ruinas élficas del pantano. Noche.
SEGUNDO ASALTO DE COMBATEViendo a su fiel compañero alado en una posición tan comprometida, Pah Quall introdujo su mano entre los múltiples pliegues de ropa que le protegían del frio y extrajo un medallón. Apenas unas silabas susurradas bastaron para despertar el poder del objeto y de repente Pluma se alzó por el aire hasta aterrizar en los brazos del semielfo. La noble ave de presa soltó un graznido y con un aleteo se situó sobre el hombro de su rescatador, lista para alzar el vuelo y lanzarse al ataque.
Dando un paso adelante Echtelion alzó una de sus manos, mientras sus labios entonaban con rapidez y precisión las palabras de su hechizo mas destructivo. El horror que parecía tener paralizado a Eleomer le había impulsado a ser expeditivo.
Con cada palabra, con cada silaba gutural, las llamas que ardían a su espalda parecían reavivarse con mas fuerza. Las lenguas anaranjadas se arremolinaron y rugieron, y cuando el elfo tendió su brazo hacia adelante, señalando la figura del druida con un gesto, una corriente de fuego surgió de sus dedos, envolviendo al malarita en un sudario abrasador (
-19 pv).
Todos contuvieron el aliento expectantes, mientras el verdugo de Othar aullaba de dolor con una garganta que no parecía humana. Finalmente las llamas se extinguieron y la figura abrasada se tambaleó.. apenas un poco. Un gruñido bestial, cargado de odio primigenio escapo de las mandibulas apretadas del malarita.
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¡Contemplar la gloria del Dios Bestia! - Rugió. Y comenzó a cambiar.
Los brazos sarmentosos del anciano parecieron hincharse a ojos vista, mientras las venas y tendones se retorcián como serpeintes vivas. Con un crujido sus mandibulas parecieron dislocarse al tiempo que sus caninos crecían hasta alcanzar el tamaño de dagas. Un oscuro pelaje comenzó a cubrir toda la piel marchita de aquel ser, que con rujidos animales se arrancaba la ropa del cuerpo.
Con los ojos abiertos como platos Earhum contemplo como la fragil figura del anciano comenzó a crecer ante el, mientras sus manos se convertían en inmensas garras. Su garganta se secó y no pudo evitar dar un paso atrás. No necesitaba consultar con nadie para saber lo que tenía ante el. El Norte contaba con suficientes historias acerca de ese tipo de criaturas. O el era el hermano mellizo de un orco, o lo que estaba a punto de hacerle pedazos era un hombre lobo.
Aquel pensamiento atravesó su cerebro con un helado escalofrío. tenía que reaccionar. ¡Debía reaccionar! Solo tenía una oportunidad antes de qeu se completase la transformación. Encomendó su alma a Mielikki y se lanzó sobre el costado de la criatura, deseando con todo su corazón que sus estocadas alcanzasen algún órgano vital.
Las hojas mordieron el aire.
La espada larga se hundió en la carne, trazando una linea roja a lo largo de las costillas del ser (
-9 pv). Su gemela mas pequeña, sin embargo, se limitó a rebotar... sobre la piel de la bestia completamente convertida. Desde sus 7 pies de altura, el terrible depredador se inclinó sobre el norteño mostrando una dentadura tan grande como la de un worg. Finos hilos de baba colgaban de las desmesuradas fauces al tiempo que las heridas sufridas comenzaban a cerrarse ante los ojos de los aventureros.
Mientras Earhum retrocedía de nuevo con las espadas alzadas, Akaradrim se puso pesadamente en pie, desencajándose el casco y viendo por fin la cosa que se alzaba frente a el. Soltó una imprecación en su idioma y aferró con fuerza su hacha, dispuesto a lo que sea. Por Clangedin que no quedaría como un patán antes sus compañeros.
A unos quince metros de allí. oculto todavía a los ojos de todos, Karajo terminó su sencilla plegaria y sintió como Tempus le desvelaba la absoluta maldad del ser con el que peleaba aquel grupo de aventureros. Apretó con fuerza su gran hacha y se dispuso a honrar al Padre de la Batalla con un gran trofeo... la cabeza de un licántropo, por ejemplo.