En el coraz?n del pantano, pasada la media noche.
La luz de la antorcha epanas alcanzaba a iluminar unos pasos por delante de Othar y su disfrazado compa?ero. De vez en cuando, los ruidos del pantano les sobresaltaban, haciendoles mirar a un lado o a otro, intentando distinguir entre la brumosa oscuridad los centinelas que a buen seguro, el misterioso hombre que les esperaba habia apostado.
De repente, las ramas de un arbol de corteza negruzca que se encorbaba de forma retorciada sobre el sendero enlosetado crujieron con un chasquido seco. Como un enorme simio, una fijura achaparrada y corpulente se descolg? aterrizando con pesadez a unos cinco pasos de los dos aventureros. A la temblorosa luz de la antorcha pudieron distinguir el brillo te los tachones metalicos de su armadura y el destello amarillento de unos descomunales colmillos.
- Se te dijo que acudieras solo. - Dijo con voz gutural el orco.
==============================================
Apenas a veinte yardas de all?, Quall y Earhum se quedaron quietos como estatuas. La aparici?n del goblinoide les habia pillado tan desprevenidos como a sus compa?eros, pero por suerte, paracia que no habian sido detectados por el habil centinela.
El coraz?n de Earhum comenz? a latir con fuerza cuando reconoci? los tatuajes faciales del orco. Sin duda, era uno de los esbirros de Oreja Cortada. Aquello confirmaba, sin lugar a dudas, que su viejo enemigo estaba por fin al alcance de su espada...
==============================================
Desde lo alto de la loma, Hijogusano, Sarven y Eleomer observan expectantes el lento avance de la tililante luz de la antorcha, lo ?nico que podian percibir a trav?s de la bruma. De repente, la luz se detuvo y pemaneci? quieta unos instantes.
- Algo no va bien. - Gru?? el barbaro.