Autor Tema: La Muerte y el Invierno [DDI]  (Leído 101944 veces)

Jurgen Heindall

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« Respuesta #105 en: Septiembre 16, 2004, 11:32:02 pm »
Afueras de Nashkell. Atardeciendo.
Earhum, el explorador (metido a detective) de la Marca Arg?ntea.


Bueno, si algo pod?a decirse de sus nuevos compa?eros es que no eran las personas con mejor sentido del humor que conoc?an. Es m?s, el elfo delgaducho podr?a competir con Hijogusano en cuanto a percepci?n del humor.
Ambos se despedieron dirigiendose al templo del dios penitente. A pesar de lo dicho por el orondo sacerdote no estaba muy seguro de volver a verlos. Encogiendose de hombros ante esa posibilidad se volvi? a su grupo original y les pregunt?: qu? os parece si le preguntamos a alg?n guardia y luego vamos a aquella posada con aspecto de ser sucia, destartalada y cara?
Sin esperar respuestas y esperando que lo siguieran a poca distancia, fue directo al punto donde dos guardias parec?an mirarlos con esa curiosidad que nace del no tener nada mejor que hacer. Se coloc? su mejor sonrisa en la cara y a pocos metros les dijo:
Hola, amigos... :)

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Ahhh, las bellas tierras del norte. Te he contado ya c?mo es mi bonita ciudad?, y las bellas chicas que en ella habitan? :roll:
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Te juzgaré porque tal es mi derecho de Príncipe, de Sangre y de Poder, pequeña sanguijuela desagradecida.

Falquian

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« Respuesta #106 en: Septiembre 17, 2004, 12:57:48 pm »
Afueras de Nashkell. Atardeciendo.

El fr?o hizo que el aliento de Earhum se condensara al saludar a los guardias. Tenues volutas blanquecinas ascend?an tambi?n de los labios de los soldados amnianos, que se abrigaban con pesadas capas. Los ojos de los dos aburridos centinelas examinaron con abierta desconfianza al explorador y a sus compa?eros durante un largo instante que roz? lo insultante... y finalmente respondieron al saludo.

- Buenas tardes viajero. ?Que os trae a Nashkell? - Inquiri? uno de los guardias, un individuo corpulento y cejijunto que intentaba que su tono de voz sonara autoritario. Su compa?ero se limit? a colocar su manos a ambos lados de la gran hebilla de su cintur?n, que a duras penas pod?a sujetar la voluminosa panza del sujeto.

Nashkell. Templo de Ilmater. Atardeciendo.

Serven y Eleomer avanzaron por las calles embarradas hasta alcanzar el templo. A trav?s de sus puertas abiertas contemplaron el interior de la nave principal del edificio, que se encontraba abarrotada de pobres infelices que se abrigaban como pod?an con sus escasas pertenencias, mientras un tr?o de sacerdotes caminaban entre ellos, tratando de confortarles y ayudarles en la medida de lo que eran capaces. Muchos de los refugiados parec?an enfermos, y otros mostraban claros signos de congelaci?n.

- Disenter?a... - murmur? Sarven a su compa?ero, con un quedo susurro. Los s?ntomas de los enfermos eran claros. "Cuando el hambre aprieta, la disenter?a acecha". Las palabras del maestro acudieron de manera espontanea a la memoria del sacerdote.
« Última modificación: Septiembre 21, 2004, 09:27:30 am por Falquian »
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Falquian

Pascual_Jesus

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« Respuesta #107 en: Septiembre 18, 2004, 07:52:30 pm »
Pah se coloc? a un lado de Earhum mientras los guardias preguntaban.

Se limit? a saludar y dejar que el explorador llevase la iniciativa en la conversaci?n.

Mientras tanto, daba suaves golpecitos en la testa de su montura.
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polux

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« Respuesta #108 en: Septiembre 19, 2004, 10:32:03 pm »
Eleomer el Adivinador: Nashkell. Templo de Ilmater. Atardeciendo.

AL llegar a las puertas del templo y ver aquel espectaculo Eleomer comento a Sarven: Sabia que Ilmater era el dios del sufrimiento, pero esto es el colmo.

Luego de observar un momento a los sacerdotes y los fieles volvio a dirigirse a sarven: Creo que usted, mi buen sacerdote, es el indicado para hablar con ellos. Yo lo seguir
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Sarven

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« Respuesta #109 en: Septiembre 20, 2004, 07:48:21 pm »
Luego de observar at?nito y de estremecerse, Sarven examin? con mirada inquisitiva a los tres cl?rigos de Ilmater.  Pese a que las relaciones entre la Iglesia a la cual pertenec?a el aguaprofundano y la  del Dios Quebrado eran a todas luces amistosas, y pese a que Sarven reconoc?a la bondad y la dedicaci?n de sus sacerdotes, portavoces y emisarios, hab?a algo en la fe de Ilmater que no acababa de gustar al orondo cl?rigo.

Quiz? el ambiente de su ciudad natal hab?a influ?do en Sarven a la hora de  formarse una opini?n cr?tica acerca de la Iglesia de Ilmater. En Aguasprofundas muchas fes se dan cita en un territorio atestado y relativamente limitado, y es normal que surjan los roces y las disputas, en una especie de sana competencia por llevarse al creyente a la Iglesia de cada uno. A Sarven le hab?an ense?ado que, si bien los sacerdotes pertenecientes a la triada Tyr-Torm-Ilmater eran siempre dignos de respeto y deb?an ser socorridos en caso de necesitarlo, sus m?todos eran errados y torpes en comparaci?n con los que inspiraba el Lord de la Ma?ana, y, en el caso de Ilmater, el hecho de que pretendiesen cargar a sus espaldas todo el sufrimiento de Toril era algo pedante y poco pr?ctico.   Sarven alababa la capacidad de sacrificio y trabajo de los creyentes de Ilmater, pero ve?a como algo que llegaba a ser problem?tico la obsesi?n por aliviar las penas de los dem?s al precio que fuese.  Nunca se hab?a parado a pensar que quiz? lo que sintiese fuese algo de envidia y de competencia.

Cuando Eleomer inst? a Sarven a hablar con los cl?rigos, por un momento dese? haber elegido ir la posada cuando a?n estaban en el camino, o mejor a?n, que los tres sacerdotes no estuvieran y poderse encargar ?l mismo de los enfermos. Sin embargo sab?a que su papel como miembro de una Iglesia del bien era encargarse de hablar con los cl?rigos.  Esperando que el serm?n no fuese demasiado insoportable, avanz? irritado hacia los cl?rigos.

-Buenas tardes se?ores, o deber?a decir noches puesto que el sol ya est? cayendo. Ha querido Lazhander que el astro comience a desparecer justo cuando mi compa?ero Eleomer el Elfo Dorado y yo mismo, Sarven el Fuerte, and?bamos de paso por esta poblaci?n y al ver el templo recort?ndose contra el atardecer hemos decidido acudir a pedir consejo acerca de nuestras desventuras. Sin embargo nos hemos quedado bocabiertos al contemplar el estado de los lugare?os y nuestras peticiones han pasado a un segundo plano. ?Podr?an explicarnos que es lo que ha ocurrido aqu? y si podr?amos ser de alguna ayuda?

Sarven habl? atropelladamente y sin permitir la interrupci?n para que a ninguno de los cl?rigos se le ocurriese lanzar uno de los largos salmos o sermones propios de su fe, esperando sinceramente poder hacer algo por la pobre gente que se acurrucaban unos con otros en busca de calor.  Y hacerlo r?pido.
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Falquian

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« Respuesta #110 en: Septiembre 21, 2004, 10:20:32 am »
Nashkell. Templo de Ilmater. Atardeciendo.

El sacerdote al que se dirig?a Sarven sonri? con tristeza mientras se limpiaba la mano con un trapo. Era un individuo alto y delgado de p?mulos prominentes y labios finos, casi inexistentes. Sus ojos oscuros lanzaron un vistazo desolado a los indigentes que llenaban el templo y despu?s se fij? en los dos compa?eros.

- Buenas tardes hermanos. El piadoso Ilmater os da la bienvenida a su humilde templo... en otras circunstancias os ofrecer?a un sitio donde descansar a cambio de noticias pero... es tanto el trabajo que ha de hacerse... - Dijo con un suspiro. - No obstante, creo que puedo dedicaros unos minutos e incluso ofreceros un plato de caldo caliente.

Hizo un gesto amable en direcci?n a un cortinaje al fondo del templo para que le precedieran, y avanzaron por la nave entre ruegos y gemidos. Al otro lado de los cortinajes encontraron una estancia iluminada por los fuegos de varias marmitas puestas al fuego, donde herv?an vendajes, prendas de ropa y un caldo espeso que ol?a vagamente a carne y a verduras. Varios sacerdotes con delantales atend?an los calderos, removi?ndolos con grandes palos y cucharones.

- Por favor hermano - dijo el sacerdote que les guiaba a uno de sus compa?eros - ?podr?ais llevarnos un par de platos de sopa al refectorio?

El aludido asinti? y el sacerdote les condujo a una estancia anexa, una habitaci?n fr?a y espaciosa en la que se alineaban varios bancos y mesas de madera. Con un gesto, su acompa?ante invit? a sentarse a Sarven y a Eleomer.

- Supongo que lo mejor ser? que me presente. Mi nombre es Salcedin, y soy el responsable de este humilde lugar... una responsabilidad que me pesa mas que nunca. Este terrible invierno esta castigando con enorme dureza a la gente humilde. La cosecha de este a?o ha sido desastrosa al haberse adelantando tanto las heladas y escasean los alimentos. Y aqu? la situaci?n no es tan mala como al norte... todos los d?as llegan nuevos refugiados contando historias terribles sobre bandidaje y lobos hambrientos acechando a los caminantes solitarios. Y las autoridades no hacen nada...

En ese momento hizo su aparici?n el sacerdote de los platos de sopa, que dej? en la mesa junto a una hogaza de pan moreno y unas cucharas de madera. Salcedin les anim? a calentarse con la sabrosa colaci?n y se limito a mordisquear con aire ausente un pedazo de pan.

- La situaci?n es terrible - continu? - pues el alguacil local es un hombre severo e inflexible. Se dedica a hacer la vida imposible a los reci?n llegados y se niega a compartir las vituallas que contiene el bien abastecido almac?n de la guarnici?n local. Hay tan poca comida que los mineros han dejado de trabajar, pues sus m?seros salarios no alcanzan a pagar nada que llevarse a la boca, y muchos ya han ca?do enfermos por culpa de la disenter?a. Muchos est?n tan desesperados que han comenzado a cazar animales y a talar arboles de los cotos locales, que pertenecen a varias familias nobles de Amn, y el alguacil se ha apresurado a declararles fuera de la ley, apropi?ndose de sus escasas pertenencias. Y el alcalde no sabe hacer otra cosa que tirarse de los pelos mientras Nashkell se hunde en la ruina... As? que mientras las autoridades no hacen nada y los guardias pasean por las calles bien abrigados y alimentados, la gente pasa hambre... no me extra?a que los rumores sobre bandidaje y cosas perores sean cada vez mas persistentes....

Mordi? con tristeza otro chusco de pan, que mastic? lentamente, cayendo de nuevo en la abstracci?n. Despu?s de charlar un rato con el, los compa?eros observaron que el hombre estaba inusitadamente delgado, y que la fatiga pod?a leerse en su rostro con absoluta claridad. El padre Salcedin no parec?a encontrarse mucho mejor que la mayor?a de sus feligreses.
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Falquian

Sarven

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« Respuesta #111 en: Septiembre 22, 2004, 05:22:26 pm »
Sarven era conocedor de lo arriesgado que era alimentarse usando la vajilla de aquellos que hubiesen estado en contacto con la disenter?a, as? que decidi? no tocar siquiera el plato. Tambi?n sab?a que Eleomer no pod?a ser afectado por la enfermedad al tratarse de un elfo, as? que dej? que su compa?ero comiese si as? lo deseaba. Era mejor que el alimento lo recibiesen aquellos que ya hubiesen contra?do la enfermedad, puesto que estaban d?biles y lo necesitaban m?s que ?l, y obviamente no repercutir?a en su salud ya que ya estaban infectados. Tratando de ser educado, coment?:

-Mi buen Se?or Salcedin, guarde estos alimentos para d?rselos a los enfermos, vamos a hospedarnos esta noche en la posada y all? nos servir?n algo de comida, no se preocupe. Quiz? no seamos unas figuras influyentes dentro de la sociedad amniana, ni unos grandes negociadores, m?s bien todo lo contrario, pero no perdemos nada si hablamos con el alcalde de Nashkell.  El deber?a encargarse de meter en cintura al alguacil y promulgar el mismo las leyes que regir?n al municipio. Aunque mucho me temo, por la situaci?n que nos comenta, que la guardia estar? de lado del alguacil y el alcalde ser? un mero t?tere, ?no es as?? Me parece un abuso, y a?n a riesgo de parecer entrometidos me gustar?a hacer una visita a los aposentos del alcalde. Quiz? usted pueda indicarnos en que parte de la ciudad quedan, y no dude en contarnos cualquier otra cosa relevante, pues somos personas de confianza.
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #112 en: Septiembre 22, 2004, 08:35:44 pm »
Afueras de Nashkell. Atardeciendo.
Earhum, el explorador (sonsacando informaci?n) de la Marca Arg?ntea.


Citar
Buenas tardes viajero. ?Que os trae a Nashkell? - Inquiri? uno de los guardias, un individuo corpulento y cejijunto que intentaba que su tono de voz sonara autoritario. Su compa?ero se limit? a colocar su manos a ambos lados de la gran hebilla de su cintur?n, que a duras penas pod?a sujetar la voluminosa panza del sujeto


Buenas tardes amable agente de la autoridad. Desde luego, no venimos a unirnos a la guardia de este pueblo, vemos que ya est? bien servida. No buscamos hacerle la competencia  :roll: .
Tras esa entrada que algunos m?s avispados hubieran tomado como un insulto directo al decirlo mirando a la oronda barriga del guardia, sigui? hablando, ahora con otro tono, como de confidencia.
Sabeis, parece que aqu? pasa algo, y seguro que t? sabes qu? es. Estoy convencido de que no se te escapa nada en esta ciudad, en TU ciudad. Sabes, quiz? podamos ayudaros si teneis alg?n problema que no tengais tiempo de resolver, que no capacidad por supuesto. Por ejemplo... c?mo es posible que todo est? en este estado de abandono y desolaci?n? y por qu? el pueblo tiene este aspecto l?gubre?
Esperaba que el peloteo no hubiera sido demasiado flagrante, pero no ten?a ganas de intentar algo m?s elaborado. Eso s?, ahora recordaba por qu? no le gustaba esta t?cnica... sent?a nauseas cada vez que la empleaba.

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Ahhh, las bellas tierras del norte. Te he contado ya c?mo es mi bonita ciudad?, y las bellas chicas que en ella habitan?  :roll:
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Falquian

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« Respuesta #113 en: Septiembre 24, 2004, 09:58:23 am »
Nashkell. Templo de Ilmater. Atardeciendo.

Salcedin le lanz? una mirada escrutadora a Sarven mientras se frotaba su barbilla bien afeitada.

- No hay mucho mas que contar, maese Sarven. El alcalde es un comerciante debil de caracter con una moneda de oro por coraz?n, incapaz de afrontar esta terrible situaci?n. En general, todas las decisiones las toma el alguacil, que cree que con mano de hierro lograr? meter de nuevo a la gente en vereda... lo cual, en mi humilde opinion esta provocando justo lo contrario... - Salcedin se retorci? las manos con cara de tristeza. Parpade? un pr de veces y, con visible esfuerzo, consiguio componer algo parecido a una sonrisa. - Sois muy amables por ofreceros a hablar con el alcalde, pero no puedo permitir que hagais tal cosa. Vuestra visita llegaria a oidos del alguacil, y me preocupa cual pudiera ser la reacci?n de este. He mandado hace poco a uno de los hermanos de este templo a escoltar a un grupo de refugiados al otro lado de los pasos monta?osos, que entregar? una carta mia a las autoridades de Atkatla. Espero que reaccionen de alguna manera...

Afueras de Nashkell. Atardeciendo.

Tras escuchar las palabras de Earhum, ambos guardias fruncieron el ce?o e intercambiaron una mirada aturdida entre si. Finalmente el guardia corpulento se rasco la patilla alzando levemente su yelmo con forma de plato.

- Ummmmmm... como bien dices, la situacion esta perfectamente controlada. Y hay que agradecerselo al se?or alguacil, que a pesar de las circunstancias adversas ha logrado mantener el orden en este pueblucho de bagos y rebeldes. Cuando lleguen los refuerzos y la ayuda del otro lado de las monta?as, todo volver? a la normalidad. - Las palabras sonaron como si las hubiera aprendido de memoria. - Puede que el propio alguacil pueda asignaros alguna tarea, pues hay algunos forajidos campando por los alrededores que no hemos podido cazar... todabia, claro esta. - Su compa?ero corrabor? sus palabras con un en?rgico gesto de asentimiento que hizo temblar su papada. - De hecho, ahora que recuerdo, hace poco alguien nos avis? de que se habian avistado algunos orcos en los pantanos del este...
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Falquian

Sarven

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« Respuesta #114 en: Septiembre 24, 2004, 05:23:25 pm »
Sarven escuch? atentamente las palabras de su compa?ero de oficio, y permaneci? un buen rato en silencio, como si estuviese sopesando toda la informaci?n que hab?an recogido sus grandes orejas.

-Bien, -dijo al fin - visto de esa forma, parece que el alguacil no es en el fondo una mala persona, si no que hace lo que ?l cree que est? bien. Tiene raz?n, ser? mejor que no nos inmiscuyamos en el asunto, solo conseguir?amos empeorar la situaci?n. Sin duda el gobierno de Atkatla ser? m?s indicado que nosotros para tratar de solventar esta situaci?n. Perdone si mi ego me ha hecho creer que podr?a cambiar algo.

Sarven mir? pesaroso el sucio plato de sopa. "S?", pens? para s? mismo, "aun es muy pronto para tomar una determinaci?n, ser? mejor que observemos algo m?s la vida del pueblo y su entorno antes de presionar o molestar a quien no debemos y desencadenar unas consecuencias negativas para los aldeanos. A f?n de cuentas, a?n no sabemos nada, y me he apresurado en crear un enemigo donde quiz? no lo haya."

Como agitado por un resorte, el cl?rigo de Lazhander dio un respingo.

-Oh, con esta terrible situaci?n casi lo hab?a olvidado. Nuestra intenci?n es continuar en direcci?n norte-noreste siguiendo la l?nea de la costa hacia Candelero. Creo que mi compa?ero Eleomer tiene algunas dudas que quiz? usted pueda aplacar...

Sarven esper? a que el elfo preguntase acerca del extra?o viaje on?rico que hab?a sufrido hace unos d?as.
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polux

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« Respuesta #115 en: Septiembre 27, 2004, 06:05:36 am »
Eleomer el Adivinador: Nashkell. Templo de Ilmater. Atardeciendo.

Eleomer entro al templo mirando a aquellos infortunados que estaban alli reunidos. A si mismo se habia sentido hasta ese momento como el ser mas castigado por los dioses, pero ahora que entraba aquel lugar se dio cuenta que en realidad estaba disfrutando de una dicha incomparable con respecto a aquellos enfermos.
Cita de: "Sarven"
Buenas tardes se?ores, o deber?a decir noches puesto que el sol ya est? cayendo. Ha querido Lazhander que el astro comience a desparecer justo cuando mi compa?ero Eleomer el Elfo Dorado y yo mismo, Sarven el Fuerte, and?bamos de paso por esta poblaci?n y al ver el templo recort?ndose contra el atardecer hemos decidido acudir a pedir consejo acerca de nuestras desventuras.
Al ser pronunciado su nombre se inclin? respetuosamente para saludar al sacerdote.

Mientras entraba, aceptando la invitacion del sacerdote, miraba estupefacto aquella escena que presenciaba, viendo con compacion los rostros de aquellos penitentes que se notaban solo un poco mas repuestos que los demas enfermos.

Cuando recibio su plato de comida, inclinando su rostro agradecio a quien se lo sirvio, probo un poco, pero al escuchar las palabras de Sarven noto lo irrespetuoso que estaba siendo al probar esa comida que a muchos de los que estaban en el lugar les faltaba. Asi que solo estuvo atento a la conversacion que escuchaba.

Cita de: "Sarven"
Oh, con esta terrible situaci?n casi lo hab?a olvidado. Nuestra intenci?n es continuar en direcci?n norte-noreste siguiendo la l?nea de la costa hacia Candelero. Creo que mi compa?ero Eleomer tiene algunas dudas que quiz? usted pueda aplacar...


Se incorporo y contesto: Son en realidad dos dudas que tengo que quizas usted me podria contestar, si usted pudiera ayudarme a clarificar.
Como ya lo menciono mi buen sacerdote Sarven, nuestro proposito es llegar hasta candelero. Quisieramos saber si entre la gente que usted ha recibido del Norte ha escuchado alguna novedad de alli, como tambien de la Posaba de la Perla Gris que queda en camino. Saber con que podemos encontrarnos en ese sector.
Lo segundo es una curiosidad que tengo. En el viaje hasta aca nos topamos con un oso bastante extra?o que tenia tatuado una garra unida a un torso de mujer. Mi buen sacerdote Sarven podria esbosar un dibujo de ?l. ?Reconoce Usted ese simbolo?
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Pascual_Jesus

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« Respuesta #116 en: Septiembre 27, 2004, 10:35:35 pm »
Charlando con los guardias de Nashkell, atardeciendo...

Pah di? unos golpecitos en el hombro a Earhum mientras sonre?a a los guardias.

- Si nos disculpan un momento, caballeros.

Llev? al explorador a unos metros de los guardias, para poder hablar con discreci?n.

- Oye, Earhum, es la historia de siempre. Un alguacil corrupto que nos obligar? a llevar a cabo sabe Mielikki qu? extra?as gestas para as? perpetuar su f?rreo lazo sobre la marchita poblaci?n de la zona.

- Ambos sabemos que la ayuda que los guardias mencionan no va a llegar.

Espi? a los guardias por encima del hombro del humano, y se agach? conspirador una vez m?s para charlar con su amigo. La parodia era exagerada, como si quiesiese levantar el recelo de los hombres de armas por alguna extra?a raz?n.

- Creo que deber?amos planear alguna estrategia de acercamiento,... ya sabes, al alguacil. Estoy convencido que ese hombre debe saber algo m?s. Han habido avistamientos de orcos en el pantano del este, dicen esos dos. Quiz? nuestro Orco est? all?.

Hizo una pausa.

- El caso es que creo que debemos aparentar ser m?s d?biles de lo que somos realmente. Y me gustar?a estar libre esta noche.

- Mi idea es que os quedeis en la posada y yo pasar? la noche husmeando un poco por ah?. No me gusta como est?n las cosas en esta zona, hay que traer un poco de equilibrio.. ?Qu? opinas?

Earhum not? a Pah nervioso. Dec?a cosas sin sentido. Algo lo estaba afectando.
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #117 en: Septiembre 28, 2004, 03:42:57 am »
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Earhum, el explorador (intentando decidirse) de la Marca Arg?ntea.


Pah, amigo, no estoy muy seguro de qu? est?s dici?ndome.
Un suspiro, mezcla de cansancio y algo mas, escap? de la garganta del explorador.
Sabes, no se si es el Alguacil quien dirigue la poblaci?n, por aqu? no hay costumbre de tener un Alcalde o algo as?? En la Marca Arg?ntea no permitir?amos que nos manejasen cuatro guardias y su l?der.
De todos modos te digo algo, semielfo, a veces es necesario que alguien se haga con el control en caso de necesidad. Quiz? est?n pasando grandes penurias y sea necesario algo de mano dura, en el Norte sabemos lo que es eso. Aunque la mano dura debe de ir acompa?ada de muchas explicaciones y humanidad.

Tras un vistazo a los guardias, con una cara falsamente sonriente y distendida, volvi? a hablar.
Aunque si hubiera tantas penalidades y carest?a ese guardia no deber?a estar TAN rollizo.
Creo que voy a limitarme a preguntarles si han visto a alg?n orco en particular que les haya llamado la atenci?n, o algo as?.
De acuerdo, si quieres explorar por la noche t? solo en un terreno que no conoces no intentar? disuadirte, al fin y al cabo, sabes lo que te haces, verdad? :wink: Seguro que no quieres que te acompa?e? O lo dices por no dejar solos a esos dos.

Sus ojos observaron esta vez a Hijogusano y Akaradrin, el b?rbaro y el palad?n, que de momento se manten?an formalitos el uno al lado del otro.

Tras buscar en los ojos del druida su respuesta, se dirigui? nuevamente a los guardias y les pregunt? si hab?an visto u o?do hablar de un orco particularmente astuto, inteligente o fuerte, o un caudillo de color gris m?s que verde, d?ndoles muchos de los datos que sobre su presa ten?an.
Al acabar volver?a a hablar con Pah Quall, a ver qu? hab?a decidido.
Desde luego, esta noche ser?a mejor pasarla bajo techo, pero hab?a aprendido a respetar las ideas de su compa?ero, el amigo de los animales.
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Pascual_Jesus

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« Respuesta #118 en: Septiembre 30, 2004, 12:47:54 am »
Pah medit? las palabras de su buen amigo Earhum.

Sin duda alguna, sus esfuerzos por convencerlo iban destinados hacia la seguridad del medioelfo, pues el grupo era lo suficientemente numeroso como para mantenerse razonablemente a salvo.

Pah odiaba las ciudades, sobre todo pueblos mineros, llenos de herramientas que horadaban la tierra, las infinitas hileras de ?rboles talados a toda prisa, presumiblemente como torpes esfuerzos por protegerse del antinatural fr?o.

Y encima el ganado hambriento o muerto, los campesinos exhiliados de sus tierras, enfermos y desnutridos...

Aquel lugar ESTABA mal. Algo lo estaba deformando y maleando, diluyendo el escaso equilibrio que a?n perduraba en aquellos terrenos cada vez menos agrestes.

Pah decidi? de todos modos, que dormir?a con el grupo. Aunque nada podr?a evitar que "explorase" un poco las inmediaciones del pueblo las primeras horas de la noche, y ser?a un placer hacerlo acompa?ado por su compa?ero Earhum.

Esper? pacientemente la oportunidad, y as? se lo dijo en cuanto cruzaron unas escasas palabras.
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Falquian

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« Respuesta #119 en: Octubre 01, 2004, 03:19:14 pm »
Nashkell. Templo de Ilmater. Atardeciendo.

Salcedin observo con curiosidad mientras Sarven mojaba un dedo en la espesa sopa y esbozaba un dibujo sobre la mesa. El sacerdote intento esmerarse, mordiendose la lengua en un gesto que a Eleomer le record? al de un aprendiz transcribiendo a su libro de hechizos las primeras formulas arcanas. Por fin termin? e hizo un gesto para que su anfitri?n lo contemplara atentamente.

El sacerdote de Imater frunci? el entrecejo adelantandose a mirar... y retrocedi? sobresaltado.

- Veo que la situaci?n es aun peor de lo que pensaba... que Ilmater nos proteja. Hace apenas dos dias encontraron el cadaber destripado de uno de los j?venes mineros que el alguacil ha declarado fuera de la ley. Parecia que la habia matado un animal salvaje... Cuando trajeron el cuerpo para darle reposo, tuve oportunidad de examinarle y tenia esa marca gravada a chuchillo en la frente... quienquiera que hubiera hecho aquella atrocidad lleg? hasta el hueso. - Salcedin habia bajado la voz, como si temiera ser oido.- Inform? al alguacil de lo que habia visto, pero este me orden? que callara para que no cundiera el panico entre los lugare?os... En lugar de olvidarlo comence a repasar todos mis libros, pues aquel simbolo me resultaba vagamente conocido. Finalmente pude identificarlo. Es el emblema de un nefasto culto... adoradores de Malar. - Salcedin pronunci? el nombre del dios como si fuera una palabrota o algo peor. - Se llaman a si mismos La Gente de la Sangre Negra.

Afueras de Nashkell. Atardeciendo.

- ?Un orco gris, dice? - Pregunt? el tipo robusto, rascandose de nuevo la patilla. - Madre mia, que cosa mas rara. - Intercambi? una mirada de duda con su orondo compa?ero y luego se volvi? de nuevo hacia Earhum. - Aunque... - Y a?adi? bajando la voz, en tono confidencial - ?Los orcos grises comen gente?
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Falquian »
[size=84]Cobarde es el que no defiende
Lo que su corazón reclama
Y blandiendo su arma entiende
Que morirá por lo que ama
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Falquian