Autor Tema: La Muerte y el Invierno [DDI]  (Leído 101966 veces)

Jan Cantor

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« Respuesta #165 en: Octubre 27, 2004, 07:19:28 pm »
Akaradrim,Paladin enano de Moradin,Nashkell, interior de la posada El Viajero Errante. Tras caer la noche.


El viaje habia sido duro,el tiempo era frio y desapacible,la cerveza no era demasiado buena,y para colmo se estaba organizando una pelea.

El paciente enano sorbia con lentitud su cerveza,mientras a su alrededor los acontecimientos se precipitaban y la discusion con los orondos guardias("demasiado bien alimentados,y las pobres gentes sufriendo por un trozo de pan") amenazaba con convertirse en una pelea en toda regla,donde nadie ganaria.

"Bueno,si las cosas se complican,mis compa?eros podran contar conmigo y con mi brazo,pero si se puede arreglar de manera amistosa,sera lo mas conveniente"-pensaba el enano,mientras sus ojos observaban los esfuerzos de sus compa?eros para que la situacion no se fuera de las manos.

Pero cuando las cosas empiezan a ir mal,solo pueden empeorar,y la aparici?n de un anciano borracho y su animal de compa?ia,una especie de bola de pelo con larga cola y que daba saltitos,asi como una serie de malentendidos,provocaron un caos terrible que acabo con la paciencia del enano.

-?Por Moradin,que esta discusi?n ya ha durado demasiado,se?ores!-bram? el enano saltando desde el taburete,visiblemente enfadado.?He de deciros que estos caballeros y yo mismo...!

Pero el grito de una mujer alertando de una bestia en el templo corto el rapapolvo del enano.

"Si esa bestia es similar a la que nos encontramos en el camino el pueblo entero estara en peligro.Debo ir a proteger a los ciudadanos de ese ser maligno"-pens? el enano mientras que veia como el explorador Earhum salia corriendo hacia el lugar,a la vez que los incitaba a seguirle.

?Voy con vos,buen Earhum!La gente de este pueblo necesita de nuestra protecci?n frente a las bestias malignas.

Y corrio tras ?l.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jan Cantor »

Hijogusano

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« Respuesta #166 en: Octubre 29, 2004, 11:00:50 am »
Posada de los borrachos meados. Alg?n momento de la noche pre-tortazos
Qu? era lo que hab?a en esa cerveza? Esta situaci?n se hab?a convertido en un aut?ntico caos. Y si hab?a algo que Hijogusano detestara era el orden. En otro momento descubrir?a qu? era lo que hab?a en la bebida, tal vez pudieran darle la receta.

Cuando ya estaba dispuesto a despedazar al mono grit?n (el buen Druida parec?a mantenerlo lo suficientemente quieto para que el pobre animal dejara de sufrir esa horrible fiebre)

Cita de: "Mujer asustada"
- ?La bestia, la bestia! ?La bestia esta en el templo!


Los gritos transmit?an una sensaci?n de miedo. A pesar de creer que estaba completamente borracho Hijogusano reaccion? tan r?pido como cabr?a esperar de un b?rbaro acostumbrado a la lucha. Sali? tan r?pido como se lo permit?an sus piernas entumecidas por el fr?o en direcci?n al ruido de cristales rotos.

Iban a rodar cabezas.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Hijogusano »
S?lo hablo dos idiomas. Normal y con tacos

Velasco

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« Respuesta #167 en: Octubre 29, 2004, 12:13:06 pm »
Nikos Vergara, titiritero.
Calles de Nashkell, hacia una muerte segura.


"Es un suicidio".
Pens? Nikos mientras corr?a hacia el origen de todo aquel griter?o. Aqu?l grupo de la taberna se estaba lanzando directamente hacia la supuesta bestia que tanto miedo estaba sembrando en el coraz?n de aquellas pobres gentes. En circunstancias normales hubiera elegido la direcci?n opuesta, pero sus ?ltimos dramas no hab?a sido precisamente ?xitos de cr?tica y p?blico. Necesitaba material, y material del bueno, con el que se forjan las leyendas. Si quer?a llegar a algo necesitaba una obra tan buena como hab?a sido "Mateo y Enrietta, los amantes de Beorunna".
Con la daga en la mano, el mono en el hombro y una meada en sus pantalones, sigui? a todos los dem?s esperando ver algo que mereciera la pena.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Velasco »

Pascual_Jesus

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« Respuesta #168 en: Octubre 29, 2004, 12:25:47 pm »
Pah Quall, Druida de Mielikki
Rodeando el Templo de Ilmater


Pah solt? al monito mientras se dirig?a hacia su fiel montura, que ya lo estaba esperando piafando y golpeando el suelo con los cascos impaciente.

El Semilefo cabalg? a Durin mientras Pluma Veloz surcaba los aires con sus caracter?sticos chillidos.

- Earhum, Akaradrim, Hijogusano,... yo rodear? el Templo para buscar salidas y cubriros. Si me necesitais, Pluma me avisar?.

El inteligente ave de presa pareci? asentir con un graznido mientras sobrevolaba a sus compa?eros.

El corcel de batalla se precipit? en una enfurecida lucha contra el tiempo mientras la aguda visi?n del semielfo recorr?a cada recodo del Templo y sus alrededores en busca de cualquier pista.

- Un par de vueltas y entrar? de todos modos- pens? el Druida mientars montaba su arco.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Pascual_Jesus »

Falquian

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« Respuesta #169 en: Octubre 29, 2004, 02:31:44 pm »
Nashkell. Templo de Ilmater. Tras caer la noche.

Sarven apret? los dientes, intentando reunir todo su valor mientras la criatura iba arrinconando poco a poco a su compa?ero elfo. Aferrando su arma con ambas manos, carg? contra la espalda del enorme ser y descarg? el arma con todas sus fuerzas.

Fue como golpear un muro de granito. A pesar de la tremenda fuerza del impacto, la maza se limit? a rebotar. Sarven dio un paso atr?s, con los ojos abiertos como platos.

Un gorgoteo parecido a una carcajada escap? de las fauces de la criatura, que clav? por encima de su hombro una venenosa mirada en el servidor de Lathander. Con una rapidez fulgurante se volvi? y comenz? a descargar su furia sobre Sarven. El robusto sacerdote retrocedi? dando traspi?s ante la lluvia de golpes, parando uno, dos hasta que finalmente un tremendo zarpazo le golpe? de reb?s en el yelmo (-7 pv).

Viendo a su compa?ero flaquear, Eleomer dio un paso adelante y extendi? sus manos al tiempo que pronunciaba r?pidamente las palabras de un encantamiento. De sus dedos extendidos escap? un abanico de llamas que cubri? por completo la espalda de la criatura, que aull? de dolor (-6 pv).

Mientras tanto, Salcedin consigui? rehacerse y, poni?ndose en pie, comenz? a murmurar una nueva letan?a. Extendi? sus manos hacia delante y una brillante luz blanca surgi? entre ellas, expandi?ndose hasta formar un aura que les cubri? a todos. En los bordes del aura luminosa pod?an verse brillantes runas que giraban lentamente. El ser se tambale?, como si de repente se sintiera aturdido y agit? la cabeza intentando recuperarse.

- ?Es alg?n tipo de posesi?n! - grit? el sacerdote con los labios manchados de sangre - Solo lo he detenido un instante. ?Pensad algo, r?pido!
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Falquian

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« Respuesta #170 en: Noviembre 02, 2004, 04:26:52 pm »
Calles de Nashkell, tras caer la noche.

Adelantandose a todos sus compa?eros, Quall se lanz? a todo galope calle arriba, en direcci?n al templo. Las puertas principles del edificio estaban aviertas de par en par y por ellas salian en tropel los refugiados entre muestras de p?nico.

Rodeando a la muchedumbre, lleg? a la parte trasera de la nave principal, donde los rugidos bestiales se oian con mas fuerza. Una gran vidriera habia sido hecha pedazos y los restos de una gran mesa de roble descansaba entre la nieve y el fango. En el interior se oia ruido de lucha, y podian verse los destellos de los conjuros.

Hijogusano fue mas directo. Dejando atras al resto de sus compa?eros, se diriji? directamente a las puertas por las que el gentio trataba de escapar, y se abrio paso brutalmente hacia el interior del templo. Desenfund? su alma entre maldiciones y la muchedumbre se hizo a un lado. Lanzando un grito de guerra, el barbaro corri? entre los bancos derribados en direccion a los pesados cortinajes tras los que se oian los terribles bramidos.
« Última modificación: Noviembre 03, 2004, 10:12:08 am por Falquian »
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Pascual_Jesus

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« Respuesta #171 en: Noviembre 02, 2004, 08:43:52 pm »
Pah Quall, el Druida jinete. Parte trasera del Templo de Ilmater, Nashkell.

Una gran mesa de roble yac?a astillada entre la nieve, entre fragmentos de colorido cristal en la parte posterior de la nave central del Templo de Ilmater.

Pah refren? su montura con un tir?n mientras contemplaba ce?udo el desastre, su rostro iluminado por la luz de los sortilegios que se desencadenaban en el interior de la casa del Se?or del Sufrimiento.

El semielfo reaccion? a los rugidos animales con presteza mientras se encaramaba a la ventana rota, usando la mesa de roble.

- El roble es el ?rbol m?s venerado por los Druidas, y un s?mbolo del Dios que m?s se ha comprometido con mi orden. Tal vez haya un significado oculto en este gesto, tal vez sea un presagio.- pensaba el seguidor de Mielikki mientars terminaba de encaramarse a la ventana y asist?a incr?dulo al desastre.

Una especie de bestia atacaba a sus nuevos amigos. El bueno del Seguidor de Lathander parec?a haber ya derramado sangre, la suya propia, y miraba incr?dulo al monstruo mientars el elfo movia las manos en complicados gestos de poder inequ?voco.

El semielfo asisti? a la brutal entrada del b?rbaro y aprest? su arco, dispuesto a clavar el mayor n?mero de flechas posibles en el monstruo antes de que ?ste se diese cuenta de su posici?n estrat?gica.

Mientras tanto, Pluma Veloz grazn? sobre la cabeza de la bestia, intentando distraerla, aunque procurando alejarse de las afiladas garras.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Pascual_Jesus »

Sarven

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« Respuesta #172 en: Noviembre 02, 2004, 11:15:18 pm »
Sarven el Fuerte.
Nashkell. Templo de Ilmater. Tras caer la noche.


La cara de estupefacci?n de Sarven al ver que el terrible golpe no hab?a causado ning?n efecto aparente en el cuerpo de la bestia, dio paso al gesto de azoramiento y al cerrar de ojos mientras la criatura arremet?a salvajemente contra ?l, descargando contundentes zarpazos sobre su coraza. El cl?rigo trastabill?, perdiendo por completo la posici?n y dejando al descubierto la cabeza, justo en el momento en que una de las garras del otrora joven enfermo ca?a sin compasi?n sobre su bacinete.

El golpe aturdi? a Sarven y el manar de la sangre sobre sus ojos asust? tanto al sacerdote que quiso gritar, pero el dolor sordo del impacto le impidi? articular sonido alguno.

Unas r?pidas palabras de acento ?lfico y de repente una explosi?n de fuego siluete? a la bestia mientras aullaba de dolor. Sarven sacudi? la cabeza para ver que estaba ocurriendo en el mismo instante en que una luz pura y diamantina surg?a de las manos extendidas del devoto de ?lmater y recubr?a de runas el cuerpo del maligno engendro, que ahora permanec?a quieto.

- ?Es alg?n tipo de posesi?n! - consigui? escuchar. Sin tiempo para pensar, alz? ante los ojos de la bestia el dorado medall?n de Lazhander, y comenz? la lenta salmodia que convertir?a a la criatura en su amiga y aliada...

... o eso esperaba.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Sarven »

Falquian

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« Respuesta #173 en: Noviembre 03, 2004, 10:44:26 am »
Nashkell. Templo de Ilmater. Tras caer la noche.

La criatura se tambale? aturdida, agitando la cabeza y movi?ndose de forma err?tica por la habitaci?n. Por momentos, su figura parec?a menguar y volver a recuperar su corpulencia bestial. Salced?n se separ? de ella todo lo que pudo y entono una nueva plegaria, alzando los brazos por encima de su cabeza y clamando a su Dios con voz atronadora. Una lluvia de rallos luminosos pareci? descender del techo ba?ando a todos los que se encontraban cerca. Bajo sus efectos, la criatura pareci? tambalearse aun mas mientras que los aventureros sintieron que su vigor se renovaba.

Intentando unirse al ataque m?gico del regente del templo, Sarven alz? su s?mbolo sagrado y enton? una nueva letan?a, destinada a hechizar al mort?fero ser. Las palabras del encantamiento salieron fluidas de sus labios y con cada s?laba la criatura parec?a encogerse aun mas...

En ese momento se escucho el rugido ardiente de las llamas. El corpulento sacerdote giro la cabeza y vio como la esfera llameante conjurada por su compa?ero herido recorr?a el suelo de piedra hasta estrellarse contra la espalda de la criatura, que rugi? ag?nicamente cuando las llamas abrasaron de nuevo su espalda (-5 pv).

El ser trastabill? hacia adelante y se apoy? sobre sus musculosos brazos. Cuando alz? de nuevo la cabeza, Sarven advirti? con espanto que en sus ojos ya no hab?a duda o aturdimiento. Tan solo odio y sed de sangre.

Sin embargo, justo cuando parec?a que la bestia iba a abalanzarse de nuevo sobre ?l, un tremendo grito de guerra son? por encima de los gritos de la gente que hu?a. Casi arranc?ndolos de cuajo, Hijogusano apart? los cortinajes y entr? en la estancia blandiendo su enorme espada. Sus oscuros ojos se clavaron con ferocidad en la cosa mitad hombre, mitad lobo que hab?a sido la causa de todo aquel alboroto.

En lo alto de la ventana, a unos dos metros sobre el suelo, Quall aprest? su arco y coloc? una flecha en la cuerda.
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Falquian

Jurgen Heindall

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« Respuesta #174 en: Noviembre 03, 2004, 05:59:37 pm »
Nashkell. Noche. Llegando al Templo de Ilm?ter.
Earhum, el explorador (y tambi?n corredor de fondo) de la Marca Arg?ntea.


El explorador pronto se vio superado por Hijogusano. Siempre lograba correr m?s r?pido que nadie; estos habitantes del desierto deb?an estar muy acostumbrados a correr delante de las bestias de las arenas.
Pronto, el caballo de Pah Quall, con su jinete a bordo, lo adelant? tambi?n, levantando tierra mojada del suelo y haci?ndola volar por los aires.
Cada vez escuchaba m?s lejos los pasos cortos y recios de su buen compa?ero Akaradrin. Tambi?n era lo habitual, aunque le hubiera gustado tenerlo cerca a la hora de empezar a repartir "paz".
El extra?o personaje que primero hab?a usado un l?tigo y luego una extra?a t?ctica para... para... para algo, eso seguro, le segu?a de cerca, enarbolando un cuchillo y al parecer dispuesto a ayudar en el combate. No sab?a si ser?a de mucha ayuda alguien que se meaba en los pantalones y ten?a un mono pero hab?a aprendido a no menospreciar a nadie en combate por su aspecto f?sico.

As?, ellos eran los ?nicos que corr?an en direcci?n al templo, mientras que el resto de los numerosos mendigos, enfermos, necesitados o sus acompa?antes corr?an todo lo r?pido que pod?an huyendo del Templo.

Era un espect?culo triste, ver las asustadas caras, los sorprendidos ojos y las temerosas miradas de los habitantes del poblado mientras sus gargantas apenas pueden proporcionar aire al cuerpo para correr y gritar de terror al mismo tiempo. Sin embargo, todo ello era exagerado, sin dudarlo. Estaba convencido que la mayor?a de los que ahora hu?an y chillaban "la bestia, la bestia" no hab?an visto absolutamente nada, limit?ndose a repetir lo que otros hab?an dicho antes; y eso lo hac?a todo m?s terror?fico para los que hu?an ya que lo que imaginaban seguramente era peor que lo que realmente hab?a en el templo.
O no, y lo locos eran ellos por arremeter de esa forma contra lo desconocido...

Apretando los dientes, intent? imprimir m?s velocidad a sus piernas.
Acababa de ver c?mo el b?rbaro se abr?a paso hacia el interior del Templo; el druida ya estar?a all? haciendo todo lo que pod?a, tambi?n, ?ten?a que ayudarles! Mientras se acercaba no pudo evitar murmurar
dejadme algo para mi, ?malditos egoistas! Ni en estos momentos perd?a las ganas de hacer un mal chiste...

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Ahhh, las bellas tierras del norte. Te he contado ya c?mo es mi bonita ciudad?, y las bellas chicas que en ella habitan?  :roll:
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jurgen Heindall »
Te juzgaré porque tal es mi derecho de Príncipe, de Sangre y de Poder, pequeña sanguijuela desagradecida.

Falquian

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« Respuesta #175 en: Noviembre 04, 2004, 01:36:07 pm »
Nashkell. Templo de Ilmater. Tras caer la noche.

La esfera convocada por el mago elfo azot? de nuevo la espalda de la criatura, que volvi? a aullar de dolor (-9 pv). Mientras Eleomer tej?a r?pidamente un nuevo hechizo, uno que le permitiera desentra?ar contra que se estaban enfrentando. Sus dedos realizaron los gestos rituales al tiempo que pronunciaba las s?labas m?gicas, se concentr? y...

El semblante del elfo dorado empalideci? visiblemente. Con dedos temblorosos extrajo el arco de su espalda y se apresur? a prepararlo.

Lanzando un bramido terrible, la criatura consigui? ponerse en pie por fin. Lanz? una mirada envenenada a su alrededor al tiempo que retroced?a un par de pasos. Finalmente sus ojos inyectados en sangre se clavaron de nuevo en el elfo y con un rugido de furia dio un salto prodigioso, abalanz?ndose contra el vidente. Eleomer apenas tuvo tiempo de hacerse a un lado antes de que las mand?bulas chasquearan sonoramente al cerrarse en el aire.

Pluma lanz? un agudo chillido y entro velozmente en la amplia habitaci?n, pasando junto al hombro de su amo. Sin dejar de chillar realiz? un vuelo rasante sobre la criatura, tratando de llamar su atenci?n con falsos picotazos y azotes de sus alas. La bestia alz? uno de sus enormes brazos, tratando de apartar al ave de presa, momento que Quall aprovech? para tomar punter?a entre sus hombros y lanzarle una flecha. Fue un disparo bastante certero, y a esa distancia tendr?a que haber atravesado el pelaje de la criatura sin demasiados problemas...

Pero la flecha se limit? a rebotar.

Un grito cargado de furia son? en la sala cuando Hijogusano se sum? al combate. Blandiendo su gran espada de hoja curva descarg? un tremendo mandoble contra las costillas de la bestia. Una terrible vibraci?n recorri? todo el arma hasta llegar a los brazos del corpulento b?rbaro, que estuvo a punto de soltarla. El hijo de Anauroch parpade? sorprendido. Hab?a descargado uno de sus mejores golpes y no hab?a conseguido herir a su enemigo. El furioso ser se limit? a ignorarle, concentr?ndose en intentar despedazar a Eleomer.

En mitad de la confusi?n, Salcedin intent? hacer lo posible por sus heridas, por las que sangraba abundantemente. Apret? su mano contra el costado que la bestia le hab?a desgarrado y pronunci? una plegaria. Su mano brillo con una luz ambarina y la hemorragia comenz? a detenerse.

Sarven mir? alrededor, devan?ndose los sesos y pensando una forma de herir a la criatura, que aparentemente era invulnerable a sus ataques. Sus ojos se posaron en un antorchero que se encontraba en una de las paredes de la habitaci?n y una s?bita idea acudi? a su cabeza. Con pasos precipitados se acerco hasta el y se hizo con la tea ardiente, dispuesto a usarla como arma.

Mientras, Earhum y Nikos cruzaron a toda prisa la nave del templo, ya vac?a de gente, en direcci?n a los cortinajes que ahora se abr?an de par en par mostrando la habitaci?n destrozada por el combate y la terrible criatura que sin duda, era el origen del tumulto.
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Falquian

Falquian

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« Respuesta #176 en: Noviembre 11, 2004, 01:06:22 pm »
Nashkell. Templo de Ilmater. Tras caer la noche.

Rodeada de enemigos por todas partes, la criatura pareci? ponerse frenetica.

- ?No importa cuantos acudan en tu ayuda vidente! ?Tu coraz?n sera mio antes de que mi t?tere caiga muerto! - Bram? con furia, al tiempo que se lanzaba sobre el elfo.

Desesperado, Eleomer trat? de retroceder, pero no fue lo suficientemente r?pido. Los dientes de la criatura se cerraron sobre el brazo con el que el elfo intent? defenderse (-3 pv). Insaciable, la critura trato de desgarrar el abdomen de su victima con sus garras. El mago consigui? hurtar el cuerpo ante el primer zarpazo, pero el segundo le desgarr? las vestiduras produciendole una dolorosa herida (-4 pv). Por suerte, los conjuros de Salcedin habian amortigauado en cierta medida la fuerza de los impactos.

Antes de que el ser pudiera seguir cebandose con el pobre elfo, Pluma aterriz? sobre su enorme testa, azotandolo con sus alas y picoteando sus orejas. Enfurecida, la criatura se apart? de su victima y trat? de apartar a aquella patetica molestia con sus afiladas zarpas, pero el ave de presa fue mas r?pida y alz? de nuevo el vuelo con un chillido de desafio. Viendo su oportunidad, Pah Quall dej? el arco sobre el alfeizar de la ventana y desenfund? con un movimiento fluido una peque?a hoja de filo argentino.

- ?Prueba con mi daga de plata, Hijogusano, parece inmune a las armas convencionales!- grit? al tiempo que lanzaba el arma a los pies del barbaro.

Hijogusano no necesit? que se lo dijeran dos veces. De repente, todo pareci? ir a camara lenta para el hijo del desierto. Los sonidos de la lucha se apagaron y tan solo pudo escuchar el bombeo de su propio curazon, latiendo cada vez con mas fuerza en sus oidos. Su cara se torn? en una feroz mascara impasible en la que sus oscuros ojos brillaban como ascuas encendidas. Dejando caer su arma, rod? por el suelo y empu?? con fuerza la daga. Sin deter su agil movimiento, trat? de apu?alar las corbas de la criatura. Para su satisfaci?n, la hoja plateada raj? la piel del ser, abriendole una gran herida (-9 pv)

En ese mismo instante Nikos entr? en la habitaci?n seguido de cerca por Earhum. El veterano titiritero abri? los ojos como platos, dejandose llevar por el temor y el asombro por un instante. Despues su expresion se torno mas seria y decidida. Aprest? su daga con gesto experto y sus labios entonaron un viejo poema, sobre un le?ador norte?o y una terrible fiera. Los versos resonaron por encima del estrepito de la lucha, otorgando a los corazones de los aventureros parte de la fiera determinacion del le?ador.

Colocandose junto a Nikos, Salcedin enton? otro encantamiento y de nuevo la habitaci?n se vi? ba?ada por subitos destellos dorados, que parecieron envolber con su halo a los contendientes que trataban de doblegar a la bestia.

En el otro extremo de la habitaci?n, Sarven sac? apresuradamente la antorcha de la peana y la sostuvo ante s?, concluyendo que si el fuego invocado por Eleomer consegu?a da?ar a la bestia, aquella fuente de luz iba a causar el mismo resultado, aunque probablemente no causar?a tanto dolor a la criatura ya que el fuego era mucho menor. Estaba practicamente seguro de ello.

Resollando y rojo por el esfuerzo, el cl?rigo se dej? llevar por el caos reinante. Ver aparecer a aquellas personas, prestas a ayudar tanto a El?omer como a ?l mismo le llen? de una extra?a sensaci?n, una especie de euforia de combate provocada al ver como la balanza se inclinaba de su lado despu?s de aquellos momentos iniciales tan negros. Sin pensar en las consecuencias, salt? a la carrera a la vez que aullaba incoherencias, blandiendo la antorcha a diestro y siniestro con la esperanza que en aquella alocada carrera el cuerpo de la bestia chocase contra la llama de vivos colores. Por desgracia, su precipitada carrera le llev? a chocar frontalmente con Earhum (pifia), que trataba de colocarse a un flanco de bestia. Ambos hombres calleron al suelo con estrepito, aunque el sacerdote consigui? no perder la antorcha en el encontronazo.

Gracias al uxilio de sus compa?eros, el maltrecho Eleomer consigui? separarse de la criatura. Intentando encontrar un conjuro en su repertorio que les permitiera obtener alguna ventaja en el combate, decidi? utilizar un viejo truco que le habia ense?ado su venerable maestro, hacia ya muchos a?os. Con rapidez pronunci? las palabras del sencillo conjuro, con la esperanza de que funcionase. Sin embargo, la criatura se limit? a seguir rugiendo de dolor, mientras intentaba separarse de la hoja con la que lo habia herido Hijogusano. Desesperado, el mago mir? al otro extremo e la habitaci?n, donde su esfera llameante estaba a punto de disiparse. No podria utilizarla sin correr el riesgo de quemar a algunos de los contendientes. Herido y debilitado, Eleomer decidi? retroceder aun mas y dejar el combate en manos de los guerreros. Su ardiente creaci?n chisporrote? durante un instante mas y despu?s desapareci?.

Un tremendo fragor metalico se escuch? en las puertas de la sala. Haciendo tintinear su armadura, Akaradrim entr? a la carga blandiendo su pesada hacha y gritando un feroz grito de guerra enano.
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« Respuesta #177 en: Noviembre 11, 2004, 05:59:19 pm »
En la ventana del Templo de Ilmater. Noche. Pah Quall el Druida Semielfo.

- Ch?pate esa, hijo de Malar.

Profiri? el semilefo con una amplia sonrisa al contemplar como la hoja de su daga argentada hend?a la milagrosa piel del monstruo.

Pluma revolote? una vez m?s sobre las cabezas de todos, al parecer un tanto indeciso y confuso al haber sido incapaz de penetrar las defensas del hombre bestia.

Pah comprendi? que las palabras proferidas por el ser implicaban un cierto nivel de posesi?n, parec?a como si el mismo ser no fuese m?s que un veh?culo para una extra?a inteligencia agresiva.

Se maldijo por no ser lo bastante poderoso como para salvar al huesped de tan terrible ser, y medit? en la posibilidad de que el oso anteriormente asesinado sufriese de un mal similar.

Sin embargo, Sarven choc? contra Earhum mientras el borracho y el brioso palad?n entraban en la estancia. Eleomer estaba herido y parec?a el blanco de las iras del monstruo.

Sin armas m?gicas u otro poder ?til en estos momentos, Pah extrajo de su morral una recia soga de seda que descolg? para ayudar a un posible acceso a la ventana mientras gritaba al herido elfo.

- Aqu?, Eleomer. Ponte a salvo.
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« Respuesta #178 en: Noviembre 11, 2004, 06:08:12 pm »
Akaradrim,Paladin enano de Moradin
Nashkell.En trayecto hacia El Templo de Ilmater. Tras caer la noche


El enano gru?ia bajo su barba maldiciendo sus cortas piernas y su pesada armadura que le obligaban a ceder terreno frente a sus compa?eros mas agiles.Por cada paso que daba,Hijogusano daba cien,Earthum cincuenta y al caballo del druida ni se le veia.Solo el extra?o hombre del mono parecia estar a su altura durante un rato,pero tambien le adelant? con rapidez.

Para colmo,la nieve derretida por las pisadas de los habitantes habia convertido las calles en una especie de piscina deslizante donde cada paso era una aventura para no dar con los huesos en el suelo.A?adido todo esto a la riada de habitantes que escapaban en direccion opuesta y cuya ayuda consistia en entorpecer todavia mas el transito,daba como resultado un enano enfadado y malhumorado.

"?Por el fuego del Forjador,estas calles estan impracticables!Si no ando con cuidado puedo partirme la crisma,pero si no me doy prisa,mis amigos se enfrentaran solos a esa Bestia y podrian tener problemas."-meditaba el enano mientras su paso firme y acompasado atravesaba las frias calles de Naskhell.

"Solo espero que no cometan ninguna estupidez,ni ninguna heroicidad sin sentido.Si ese ser es la mitad de lo que nos atac?,contentos podremos estar si salimos sin un rasgu?o.Sentiria tener que perder a ese condenado barbaro de Hijogusano,o al buen druida y su bello halcon.?Que diablos!Echaria de menos a ese "maldito" explorador de Earthum y sus chistes malos...En fin,Moradin ha forjado el destino de cada uno y no hay manera de escapar de ello,solo aceptarlo con valor y fe."-pensaba Akaradrim mientras una sonrisa se pintaba en su rostro cuando pensaba en sus amigos y las aventuras que habian corrido juntos.

El templo se vislumbraba en lontananza mientras el enano apuraba los ultimos metros.Ya le parecia oir ruidos de lucha,o quizas eran las ganas que tenia de llegar y combatir junto a sus compa?eros,frente a un enemigo temible.Los pasos finales los hizo casi como si de una carga se tratara,mientras los sonidos de la lucha se mezclaban y se volvian indistinguibles unos de otros.Akaradrim comenzo a orar pidiendo al Forjador que le diera la fuerza necesaria para combatir al mal y enviarlo de vuelta a la Forja del Mundo,y rogando que si llegaba su hora,Moradin lo acogiera con ?l.Aferro con fuerza su hacha,y lanzando un poderoso grito se zambull? en el combate.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jan Cantor »

Falquian

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« Respuesta #179 en: Noviembre 16, 2004, 11:18:04 am »
Nashkell. Templo de Ilmater. Tras caer la noche.

Al ver a parecer al palad?n enano, Eleomer vio un s?bito rallo de esperanza. Todav?a estaba fresca en su memoria la forma en la que Akaradrim hab?a abatido al enorme oso que les hab?a atacado en los pasos monta?osos. Quiz?s con una peque?a ayuda m?gica pudiera repetir la haza?a. Acerc?ndose lo mas r?pido que le permit?an sus heridas, el elfo se acerc? hasta la puerta y retuvo al valeroso servidor de Clangeddin por un instante, lo suficiente como para murmurar un encantamiento sobre el gran hacha del palad?n.

Ajeno a las maniobras de los que se encontraban en el suelo, Pluma realiz? otra pasada sobre la cabeza de la criatura, que ahora se debat?a rodeado de enemigos. Sin embargo, esta vez sus garras no hallaron el blanco pretendido.

Mas abajo, Earhum trat? de ponerse en pie despu?s de su encontronazo con el sacerdote. Recogi? sus armas al tiempo que se ergu?a. La criatura le daba la espalda, enfrent?ndose al enfurecido Hijogusano, que intentaba con sa?a coserla a pu?aladas. Desliz?ndose un par de pasos a un costado, se coloc? al otro extremo de su compa?ero b?rbaro y lanzo un golpe con su espada larga, que rebot? sobre el pelaje del ser.

A pesar de que la bestia trataba de abrirse pasa hacia donde el se encontraba, Nikos permaneci? firme junto a Eleomer y Akaradrim, recitando su ?pico poema. Se acercaban los versos finales, la carga del le?ador, el vertiginoso descenso del hacha... y la muerte de la bestia. El veterano bardo tenia la esperanza de que aquellas antiguas estrofas fueran en cierta medida premonitorias...

Salcedin retrocedi? hacia la puerta junto al vidente, alej?ndose del combate. Al parecer hab?a notado la gravedad de las heridas del elfo y trat? de aliviarlas con su magia. Recitando una plegaria al bendito Ilmater, impuso sus manos sobre las heridas sufridas por el mago y estas comenzaron a cerrarse (+17 pv).

Mientras los zarpazos de la bestia comenzaban a cerrarse sobre la piel del elfo solar, el hacha de Akaradrin comenz? a despedir un brillo azulado. El palad?n decidi? que era hora de demostrar como combat?a un guerrero de verdad. Con un tremendo grito de guerra carg? contra la criatura, al tiempo que invocaba el poder de su dios. El hacha pareci? volverse diez veces mas ligera en sus manos, surcando el aire con una velocidad cegadora. La refulgente arma se enterr? en el torso de la criatura con un siniestro crujido (-14 pv).

Con un gemido ag?nico, la bestia se desplom? lentamente. Un espasmo recorri? su cuerpo, que pareci? encoger poco a poco.

- Volveremos... a vernos... elfoooooooooo *

La criatura se estremeci? una ?ltima vez y despu?s dej? escapar un ultimo estertor. Su cuerpo continuo menguando hasta recuperar su forma original. Tirado en el suelo, el cad?ver del muchacho contempl? a los aventureros con sus ojos abiertos y sin vida. Salcedin cay? de rodillas, completamente desolado.

En la nave de la iglesia se escuch? un tropel de pasos, y los gritos de la guardia. La energica voz de un oficial reson? ordenando que el templo fuera rodeado. Los soldados amnianos no tardar?an en hacer su entrada.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Falquian »
[size=84]Cobarde es el que no defiende
Lo que su corazón reclama
Y blandiendo su arma entiende
Que morirá por lo que ama
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Falquian