Hacia las Ruinas ?lficas. Nashkell By Night.
Pah Quall y Pluma Veloz.
El semielfo se deslizaba como una sombra a trav?s de la noche, esquivando una roca aqu?, posando el pi? delicada pero r?pidamente all?, agach?ndose con naturalidad al anticipar una rama,... integrado con el medio salvaje, sin dejar una sola pisada, ni un miserable palito quebrado. Tal era el control que hab?a adquirido tras sus a?os al servicio de Mielikki, la Diosa Unicornio, la que pose?a los Dru?das m?s beligerantes de todo Faerun.
Pluma Veloz descendi? de los cielos y se pos? sobre la peluda capa de su amigo, que no due?o. Entre ambos exist?a un acuerdo t?cito de ayuda. Se ca?an bien y uno hab?a adoptado al otro. Con el tiempo, su relaci?n se hab?a santificado a los ojos de Mielikki, y Pluma Veloz ya no era un ave normal.
Para empezar, en la proximidad de Pah Quall se beneficiaba de un canal de energ?a m?gica que compart?an ambos, como un enlace simp?tico de poder. Por otro lado, con el tiempo Pluma Veloz se hac?a cada vez m?s experta y competente. Su contacto con el particular mundo de Pah la elevaba sobre las dem?s compa?eras emplumadas de su raza.
As?, la compenetrada pareja de ave y semilefo cruzaban aqu? y all? el camino que Ohtar y Earhum abr?an. Analizando silenciosamente el entorno, en busca de cualquier cosa extra?a.
Pah se encontraba as? feliz, deambulando por la naturaleza, a cielo abierto y sin ataduras. Su herencia de medio elfo le permit?a caminar sin tropiezos y aguzaba su vista y sus sentidos m?s all? del umbral humano. Pero incluso donde Pah pod?a sentirse ciego, su emplumada compa?era atravesaba la oscuridad con sus percepciones superiores.
De cuando en cuando Pah regresaba al centro del grupo e intercambiaba opiniones aqu? y all?, antes de desaparecer en la sombra del bosque de nuevo, excepto para los agudos ojos del Elfo Dorado y del esforzado Palad?n Enano, tambi?n capaces de hollar la oscuridad.
- Los Orcos poseen una excelente visi?n en la oscuridad.
Se record?, apretando su arco hasta que crugi? levemente, al enfurecerse ante el recuerdo de las atrocidades cometidas por Oreja Cortada.
Regres? al camino, poni?ndose a la par de sus compa?eros. Akaradrim se esforzaba, de forma casi c?mica, en igualar las descom,unales ancadas del embozado Hijogusano, mientras que Eleomer y Sarven segu?an juntos, m?s c?modos con el resto, pero a?n distanciados en parte.
Se?al? a Ohtar y Earhum, adelantados unos metros.
- ?Qu? opin?is del peque?o? Me da mala espina. No conf?o en los lateados brillos de dagas ocultas entre suaves sedas- dijo citando al c?lebre po?ta Amniano Jo'Chush El Suave.