Autor Tema: La Tumba de Knoslira [DDI]  (Leído 29881 veces)

Jan Cantor

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La Tumba de Knoslira [DDI]
« en: Abril 15, 2010, 09:41:32 pm »


Inebu-hedy. Paoni, Shemu 2650 a.C.. Hat Ka Ptah

Es un camino peligroso el que estas buscando, Knoslira-susurró el chaty Imhotep mientras paseaban por los recintos del templo de Ptah-Los secretos de los muertos no son para los vivos como bien sabes

Imhotep, te quiero como a un hermano, pero sabes que desde su muerte no puedo soportar mi propia vida-respondió Knoslira-Además, no es muy diferente de lo que nuestro nesu Necherjet te ha pedido hacer-y añadió al ver la sorpresa en el rostro del otro-Oh si, estoy al tanto del proyecto y de que lo quiere conseguir con él. No soy yo quién teme al juicio de Maat, Imhotep

Veo que los espías de Ampu desentierran los secretos al igual que su señor lo hace con los huesos de los muertos. No preguntaré quién o que has enviado para saber esa información, pero como sabrás, Horus vivo quiere que su pueblo siga siendo grande y poderoso, y para ello, la muerte no tiene que reclamarlo-respondió con seriedad el chaty

Tranquilo, mis labios está sellados y no seré yo quién lo critique. En el fondo no somos tan distintos, Imhotep, tú sirves al nesu y yo la sirvo a ella, y te juro por el propio Ra, que no descansaré hasta conseguir que vuelva, ¡aunque me condene por ello!-replicó con vehemencia Knoslira.

En ese momento el repicar agitado de unas sandalias sobre el suelo de piedra les hizo volverse, y vieron llegar a un sacerdote obeso con el resuello faltante y apenas en equilibrio.

¡Gran…Imho…tep!-dijo el clérigo.- ¡El nesu!... ¡El nesu!.... ¡Asesinos!... ¡Malherido!

¿Cómo? ¡Habla de una vez, seboso! ¿Qué ha pasado?-rugió Imhotep agarrando al sacerdote por los hombros

¡Mi señor! ¡El gran Necherjet ha sido herido por asesinos! ¡Me enviaron a buscaros!... ¡Él necesita que hagáis hoy el ritual!-respondió

¿Qué? Imposible, no puede ser…los augurios, las estrellas…nada está en su posición…no es el momento-dijo Imhotep

¡Mi señor! ¡Casi acaban con él! ¡Os necesita y necesita el ritual!...Por favor, ¡os lo suplico!-sollozo el clérigo

Está bien. Lo haré, y que los dioses nos protejan del infortunio-dijo Imhotep mientras con un gesto despedía al sacerdote, que, muy contento, volvía a palacio llevando la buena nueva

Knoslira con una sonrisa en el rostro dijo:

Mi buen Imhotep, los dioses no tienen nada que ver en esto

Pensativos, ambos volvieron a palacio


Esa noche en una cámara secreta del palacio, el fiel Imhotep invocó a la vida eterna delante del nesu, pero algo falló.
Una fuerza de más allá de los planos escuchó la llamada y saliendo de su letargo carcelario, estiró sus dedos y toco la red de magia del chaty corrompiendo el hechizo y empozoñando todo el tejido de la magia del mundo.

En otra parte de la ciudad, un hombre desesperado toma una poción. Entona los canticos, siente como el veneno va paralizando su cuerpo y como, a la vez, el hechizo va sustituyendo vida por no-muerte. Una mueca contrae su rostro, la agonía es insoportable pero la resiste, no queda mucho, las guardas que ha creado hacen que nada ni nadie pueda interrumpirle...y en ese momento la Muerte Roja tocó al mundo, los hechizos se retorcieron y quebraron, las intenciones mutaron, la magia se ennegreció con desesperación y odio...y Knoslira murió.
« Última modificación: Abril 20, 2010, 11:49:41 pm por Jan Cantor »

Jan Cantor

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« Respuesta #1 en: Abril 20, 2010, 11:49:18 pm »


¡Esos idiotas no lo entienden! ¡Yo tenía que haber sido elegido!...Tantos años de servicio a la Naturaleza, de sacrificios, de espera…para nada.

¡Idiotas!...¿Conocen ellos las sendas secretas de Nah-Tcha o saben la llamada de Errikul? ¿Saben que se acerca el Tiempo de Oscuridad Incomparable?...¡No! ¡Se limitan a asentir como imbéciles o a repetir frase huecas y sin sentido!...Pero les voy a enseñar lo que es el respeto y van a entender que yo, Maltos, tenía que haber sido nombrado Archidruida porque soy el único que puede detener la marea de oscuridad que nos va a anegar pronto.

Tengo las notas de Asesino de Fantasmas y el libro de Knoslira que explican todo el proceso, y aunque el precio sea algo, tengo que hacerlo por el bien de la Naturaleza y el castigo de los incrédulos.


                  Hoja de papel hallada en el cuerpo de Dorian Blackwood

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¿Por qué ha surgido en el pueblo de T…? ¿Qué oculta ese villorrio? ¿Están jugando conmigo los titiriteros de esta tierra o es algo que se les ha escapado?. Foedus me ha comunicado que no puede acceder al interior y que las nieblas rodean las casas como gatos con ratones gordos.

¿Será una señal de un nuevo rival o una oportunidad? He enviado un destacamento para apoyar a Foedus y apresar a todo aquel que salga del pueblo y traerlo a mi presencia. Si mis investigaciones son correctas, ese minúsculo poblado tiene la clave de mi victoria, y nada ni nadie se interpondrá en mi camino.


        Del diario de laboratorio de Azalin Rex, entrada 145.87

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Los caballeros y las damas quieren jugar...Los caballeros y las damas vienen del mar... Los caballeros y las damas quieren jugar...Los caballeros y las damas llevan caballos de marfil... Los caballeros y las damas quieren jugar...Los caballeros y las damas entran en la casa por la esquina de la ventana...Los caballeros y las damas quieren jugar...Como fui mala y no quise con ellos jugar, a su casa me van a llevar...

              Ultima entrada del diario de Rossalyn Fretz, aventurera
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jan Cantor »

Jan Cantor

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« Respuesta #2 en: Abril 29, 2010, 09:41:11 pm »


Campamento a los pies del Castillo Ravenloft. Barovia 760CB Tercer día de Noiembrie[/u]

Los pies de Marietta trenzaban arabescos en el suelo de campamento  mientras danzaba al ritmo del violín de Andrei, en derredor del fuego, cuya música, alegre y vivaz, arrancada del instrumento envolvía a los espectadores como un hechizo de ilusiones y esperanzas prometiendo un alivio a los terrores de la noche.

Giorgios y vistanas admiraban la precisión y soltura con la que Marietta interpretaba con sus giros, quiebros y volatines cada nota y acorde tañidos por el violín. Cerca de ellos, un pequeño grupo de mujeres cocinaba en un fuego más pequeño, un guiso de delicioso olor marinado que poco a poco iba impregnando el ambiente del lugar extendiéndose entre el círculo de coloridos vardos que formaban el campamento.

De entre todos estos vardos, destaca uno de ellos pero no por ser el más colorido, o el más hermoso, ni siquiera por ser el más grande, no, destaca porque parece estar imbuido de una cualidad sombría, de un cierto estancamiento como si todo estuviese pasando a su alrededor y él solo se limitase a observar con sus ventanas abiertas como ojos insomnes.

A traves de una de estas ventanas, se podía ver el espacioso interior en el se mezclaban todo tipo de cachivaches, libros y recuerdos variados sin que se pudiera discernir un orden que los completase. Al fondo del vardo separada del resto por una cortina morada, había una mesa y dos sillas.
Sentada en una de ellas y con la única iluminación de un vieja lámpara de aceite, una anciana vistana contemplaba las cartas desplegadas encima de la mesa formando la Gran Rueda.

 -Cinco, si, pero ¿que cinco?...Agotado defensor de la naturaleza, domador del fuego y la venganza, el incompleto atormentado, honor del relámpago y sombra dividida…Les atacarán con miedo, odio y poder, pero ¿resistirán?...Las cartas no son claras y lo único que se ve al final es el rojo de la túnica de…-pensó cuando, de repente, una sombra se filtró por la ventana convirtiéndose en un hombre.

-¡Mi señor Strahd!-exclamó la anciana mientras con una sonrisa amarga añadía-Me alegro de veros tan pronto en mi casa. ¿Qué deseáis de esta pobre y débil anciana?-

-¿Débil?-replicó el hombre mientras se sentaba en la otra silla-Permitid que os diga madame Eva que vos no sois precisamente ni débil ni pobre y desde luego que no os alegráis de verme

Madame Eva contempló al visitante igual que había hecho hace ya muchos años, cuando Barovia estaba sola en el mundo y los vistanis llegaron por primera vez al mundo, no viendo ningún cambio: alto, de facciones duras y cinceladas, boca cruel, vestimenta elegante y manos delicadas pero con los callos típicos de quién ha manejado mucho la espada.
No, el conde Strahd von Zarovich, señor de Barovía , no había cambiado en absoluto.

-En cuanto a lo que quiero-dijo el conde-es sencillo: todo lo que sepáis sobre Tovag

-¿Todo, mi señor? ¿Desde el principio cuando gobernaba Kas o cuando desapareció el antiguo lich Vecna?-replicó la anciana con una sonrisa malévola, y añadió-¿O solo deseáis saber desde que los rumores la sitúan en Darkon?

Los ojos del conde centellearon al escuchar el nombre de Darkon, y una mueca dejo al descubierto los afilados colmillos de su boca.

-Si pretendéis seguir con vuestros jueguecitos de salón y provocarme con una referencia a ese, creo que os conviene recordar nuestro acuerdo: información a cambio de vuestras vidas. No os conviene que me enfade-dijo el conde

-Tranquilizaos mi señor. No era mi intención ofenderos, ni violar nuestro acuerdo-dijo la anciana muy asustada-Os diré todo lo que se sobre Tovag, pero no os va a gustar lo que vais a oír y quizás lo que nos han dicho solo sea un relato miedoso

-Eso seré yo quién lo juzgue, madame Eva. Y ahora empezad con vuestro relato, ya que mi paciencia es limitada-

-Como queráis, mi señor. Mi relato comienza durante la cuarta noche de mai-

Y señaló una carta de encima de la mesa: una luna llena…
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Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. Anocheciendo

La luna llena empezaba a asomar tímidamente sobre el cielo de Faerun derramando su luz sobre los bosques cercanos a las Montañas de la Boca del Desierto e iluminando cada rincón de los mismos.

Pequeños animales salían de sus madrigueras para comer insectos y bayas, mientras depredadores más grandes aprovechaban para cazar a estos mismos.
El tiempo era  bastante frío y una fina capa de helada agua empezaba a formarse sobre cada superficie desprotegida, convirtiendo los caminos en pistas de deslizamiento.

En algunos puntos, las fogatas de los bandidos o de los viajeros destacaban como estrellas terrestres en un cielo verde oscuro, y en las soledades interiores del bosque, sombras furtivas se deslizaban lejos de los rayos de la luna hacia sus negocios iniciados o inacabados, antes de que la odiosa luz del día las enviase a sus refugios.

Pero de lo que ninguno de ellos se apercibió era de cómo una extraña y fina niebla iba expandiéndose por el bosque desde un viejo monolito cubierto de hiedra que alguna antigua civilización ya olvidada había erigido en el bosque y como esta niebla iba tocando con húmedas manos cada árbol, hierba o bestia en su camino.
Parecía como si, animada por una inteligencia o instinto, la niebla buscase algo…o a alguien y tuviese que comprobar, vía tacto, la identidad de cada cosa. Solo tenía que esperar.

Un grupo de cinco aventureros empezó a llegar por uno de los caminos. Entonaban una vieja canción de marcha, una ayuda para el caminar por las soledades del campo y una advertencia a los peligro potenciales de que no tenía miedo a nada y que se podrían enfrentar a cualquiera.

 Uno de ellos se detuvo, y con la ayuda de la luz de la luna, examinó un viejo mapa. Mirando en derredor suyo, señaló hacía lo que parecía un viejo monolito cubierto de hiedra mas adelante en el sendero e hizo a sus compañeros la señal de continuar.

La espera había acabado…
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jan Cantor »

Jurgen Heindall

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« Respuesta #3 en: Abril 30, 2010, 06:49:29 pm »
Ocelote Estoquehiriente. Calles de Valle de la Sombra. 1376 CV. 10 de Mazho. Mediodía.

Tras las compras de provisiones tocaba irse despidiendo de la gente para iniciar el proyectado viaje a Khult, a visitar a sus parientes maternos.
Sin embargo, algo le llamó la atención cuando pasó por delante de una pequeña hostería. Habían puesto como plato del día cerdo salado con sidra sembiana. Tenía que entrar a ver qué pasaba.
Una vez dentro, la rechoncha cara de la camarera se giró hasta tenerle en su pequeño campo de visión.
Ya era hora, Ocelote. Llevo dos días perdiendo dinero por tu culpa. Le dijo en tono de reproche.
Luciendo su mejor sonrisa, le dio un sonoro beso en la mejilla al tiempo que disimuladamente dejaba caer en el bolsillo del delantal una pieza de 5 monedas de oro.

Cinco minutos más tarde, partía hacia una posada en las afueras donde ya sabía a quíen iba a encontrar. Era obvio que Tymora le sonreía al ponerlos en su camino justo ahora que ya había renunciado, temporalmente, a descubrir los secretos del mapa.
Al tiempo, en la pequeña hostería se cambiaba el menú del día por algo más apetecible y real.

Antes de llegar a salir del pueblo se fijó en los andares de un enano, tan típicos de su raza, y, por algún motivo, le prestó más atención, al fin y al cabo no había muchos enanos en la zona, y quizá podría ser... su alegría fue grande cuando resultó ser Eberk, el enano que había prestado su hacha y su valor en aquella ocasión en Cormanthor. Obviamente Tymora estaba jugando a su favor y quería reunir a viejos camaradas de armas. No le costó convencerlo de que se viniera con él a ver a unos antiguos conocidos... sin decirle nada más. De camino, pudo notar que el enano estaba ansioso por algo de actividad, lo que no podría venirle mejor para lo que más tarde iba a proponerles a todos.

Unas horas más tarde, sus pies le habían llevado a la reputada Posada de la Vieja Calavera. Una rápida mirada a Yhele le sirvió para saber que no había peligro, que alguien había preguntado por él esa noche y que seguían allí... y para pedir una pinta de cerveza.
En una mesa cerca del fuego un peculiar grupo se encontraba reunido. No lo hubiera pensado el día anterior, pero parte del aguerrido grupo que había irritado, molestado y obligado a ser más prudentes a aquellos bastardos drow que pululaban por Cormanthor, estaba allí de nuevo. Con algunos había mantenido el contacto, como era el caso de Kasza, el druída, con quien colaboraba regularmente para beneficio de ambos. Alberick, el mago con aspecto salvaje y propensión a los incendios que tenía acento de venir de la tierra de su padre (aunque no le gustaba hablar mucho de ella) o a Bohrn, el callado pero implacable rashemí que conocía el mundo hace cinco años antes de volver a su feraz y dura tierra, no esperaba volver a verlos, y constituyó una sorpresa. Con él y Eberk eran cinco, un número de suerte.

La conversación fue larga, casi tanto como las rondas y la comida. Al acabar la conversación habían llegado a un acuerdo, quizá motivado por el afán de aventuras, la falta de perspectiva de algo mejor, el ansia de gloria, la búsqueda de oro o incluso el sueño y el alcohol, quien lo puede saber. El caso es que, tras un día de frenéticos preparativos todos se pusieron en marcha, en pos de La Tumba de Knoslira, donde, según un viejo mapa que había costado mucha sangre y que había interpretado un viejo erudito conocido de su padre, podrían encontrarse tesoros, fama, tesoros, aventuras, tesoros, renombre, ¿volvió a decirles los tesoros que había? Nunca eran suficientes veces. Mientras les hablaba de lo que el erudito había descrifrado del mapa no podía evitar sonreir al recordar a su padre diciéndole que si hubiera sido un buen estudiante podría haberlo leído él mismo sin ayudas.

Lo cierto es que pasaron dos días de viaje antes de que le pidieran detalles adicionales, cuando todos se hubieron puesto al día... los que quisieron. Algunos estaban más callados de lo habitual.
Fue en ese punto cuando les dijo que el viejo mapa había salido del baul de un rico mercader del Alcazar Zhentil, y que la persona que había organizado la operación había muerto en la misma, por lo que no conocía nada del pergamino antes de que, accidentalmente, en el viaje de vuelta descubriera unos dibujos al acercarlo al fuego del campamento.
Tras unas investigaciones y la ayuda del erudito que le había recomendado su padre, encontró  una mención en el diario de un tal Hariz Raiznegra, viajero extraplanar, que decia textualmente: "...La tierra desertica de este plano no parece albergar ninguna vida animal o de otra clase. Nuestra investigación en el templo-tumba de Knoslira solo nos ha revelado una historia de ambición y crueldad, así como la curiosa costumbre de este mundo de enterrar a los muertos con sus tesoros, algo muy similar a lo que sucede en Toril con los...[lo siguiente es indescifrable]"
Como podeis ver, tiene que tratarse de la tumba de algún importante dirigente de alguna civilización olvidada... quizá restos netherinos incluso. Con lo que ello implica en tesoros, fama... Los miró, les puso su mejor sonrisa y su mirada fue soñadora el resto de la velada nocturna.

Ocelote Estoquehiriente. Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. Anocheciendo.
Vaaaaaaaaaaaaaaaaaaamos, chicos, ¡¡ya falta menos!! Os dije que no estaba lejos. Si nos apuramos llegaremos esta misma noche al Monolito y una vez acampados comeremos algo y planearemos la acción de mañana, que será un gran día, ¡¡y que Tymora nos sonría mientras miramos su bello escote!!

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Si esto es lo mejor que sabes hacer, ni siquiera usaré mi mano diestra.
« Última modificación: Abril 30, 2010, 07:33:06 pm por Jurgen Heindall »
Te juzgaré porque tal es mi derecho de Príncipe, de Sangre y de Poder, pequeña sanguijuela desagradecida.

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #4 en: Abril 30, 2010, 07:23:37 pm »

Eberk Truenomartillo. Posada en las afueras del Valle de la Sombra. 1376 CV. 10 de Mazho. mediodía.[/u]

Hacía ya tiempo que la suerte había dejado de sonreírle a Eberk, llevaba unos meses sin trabajo y el dinero comenzaba a escasear. Lo que hacia peor la situación, en todo caso, era que estaba lejos de su hogar y, allí donde se encontraba, no conocía a nadie. Su corazón, sin embargo, le decía constantemente que debía quedarse allí… Y su instinto nunca le fallaba así que sin importar su estado financiero, allí estaría para aprovechar la más mínima oportunidad.

Ese día fue particularmente extraño, mientras caminaba por las calles de Valle de la Sombra, se encontró por casualidad con Ocelote, uno de los compañeros de armas con quien había realizado la incursión en Corte Élfica contra los drows. Al verlo, el enano se acercó y le saludo afectuosamente, al menos ahora podría cruzar un par de palabras con un conocido. En medio de la plática el hombre le comentó que estaba reuniendo gente para realizar una incursión y, evidentemente, el enano estaba invitado a participar, se juntarían a mediodía en una posada en las afueras para afinar detalles. La suerte de Eberk cambiaba y, por primera vez en meses, parecía sonreírle la fortuna.

Sin pensarlo dos veces fue a dicha reunión en compañia de Ocelote. Se encontraban Alberick, Bohrn y Kasza. Había conocido a todos en la dichosa expedición contra los drow y para el enano era un verdadero alivio que así fuera. Se sentó a la mesa junto a ellos y pidió cerveza y pan, notando que quedaban cada vez menos recursos en su bolsa. Bebió un trago de su cerveza, comió un bocado de su pan y esperó a que Ocelote explicará de que trataba el "trabajo" que tenía para el peculiar grupo.

Al parecer Ocelote, en su último trabajo, había encontrado un mapa que, se supone, marcaba el lugar donde se halla una antigua tumba o algo por el estilo. Y allí donde hay tumbas, pues, hay riquezas y tesoros. – Yo he venido hasta aquí para aceptar este trabajo, no me interesa lo peligroso que parezca - pensó el enano casi al mismo tiempo que decía: - Si hay una tumba y esa tumba tiene oro, plata y otros metales similares… pueden contar con el hacha de este enano - acto seguido, tomó lo que quedaba de cerveza aguada de un sorbo y comió de un bocado su pan.

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Eberk Truenomartillo. Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. Anocheciendo

Aún cubierto con su manta y su capucha, con sus pies protegidos por sus botas, el frío calaba inclemente en los huesos de Eberk. Parecía como si el aire hincara los dientes sobre la carne, desgarrándola. Para evitar pensar en el frío y en el hambre, se habían resuelto a cantar una antiquísima canción de marcha, lo que funcionaba en tanto no pisara algún charco de agua helada que le devolvía los pensamientos a lo fatídico de la situación. Ya no recordaba cuanto llevaban caminando, pero de seguro eran siglos.

El enano miró al cielo como buscando una respuesta - ¿En qué demonios estaba pensando cuando acepte venir hasta aquí? Claro… que si no fuera por está expedición aun no tendría trabajo… y en unos días moriría de hambre y sin gloria… [/color]
Eberk bajo la vista, el bosque parecía una enorme criatura, con ganas de devorar aventureros arriesgados y ellos reunían ambas características. ¿Sería acaso esa extraña niebla la que lo traía mal? Era su imaginación, seguro, pero parecía tan viva como el bosque… y tanto o más peligrosa que el mismo. Cuando estos pensamientos centellaron en su mente, la mano bajo al mango del hacha y la empuño… en sus primeros tiempos cuando se sentía acechado o nervioso, había aprendido a relajarse empuñando con fuerza su arma… aun ahora eso le aliviaba.
De pronto, Ocelote detuvo la marcha y, tomando el mapa entre las manos lo chequeó ayudado por la luna. Su mano diestra apuntó entonces a un monolito de tiempos pretéritos, cubierto de abundante hiedra.
- Por fin hemos llegado… - dijo el enano, acercándose a Ocelote - Ya era hora… ahora estoy un poco más tranquilo… pensé que esta maldita niebla nos había hecho perder el rumbo.
Dicho esto, comenzó a avanzar en dirección del monolito.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Bogo valle profundo

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« Respuesta #5 en: Mayo 04, 2010, 08:15:22 pm »
Bohr - 1376 CV. En algun momento entre el 2 y el 10 de Mazho.

En los ultimos años, Bohr habia recorrido a pie las fronteras de su vieja patria. Los primeros meses fueron los mas faciles y los de mayor provecho, pero cuando empezaron a escasear las monedas de oro de las cortes elficas no tuvo mas remedio que  emplearse como guardaespaldas y escolta de los comerciantes que frecuentaban la ruta de las mesetas de Narfell.

Una noche como tantas otras vino a verle un hombre un tanto extraño a la posada, unos minutos despues resultó no ser tan extraño, y al final de la noche incluso resultó que le traia un mensaje de un viejo amigo y compañero...

Sin mas, Bohr se puso en marcha hacia los valles de la muerte, con la esperanza de conseguir nuevamente aumentar sus riquezas para poder continuar sus viajes sin tener que pensar en ahorrar para pagarse el pan... le habian hablado de un zona al norte donde quizas encontrara lo que buscaba...

Posada en las afueras del Valle de la Sombra. 1376 CV. 10 de Mazho. mediodía.  

Como podeis ver, tiene que tratarse de la tumba de algún importante dirigente de alguna civilización olvidada... quizá restos netherinos incluso. Con lo que ello implica en tesoros, fama... celote les miró, les puso su mejor sonrisa y su mirada fue soñadora el resto de la velada nocturna.

Bohr no parecía tan entusiasta como sus compañeros, apuró la jarra de cerveza de un solo trago y escucho los planes de futuro algo distante y con semblante serio. En general no le interesaban los muertos, al menos no tanto como los vivos, sin embargo era una promesa de riquezas inmediata bastante tentadora y Ocelote siempre acudía a donde estaba el Oro.

17 de Mazho. Anocheciendo

grgrgrg Tymora ... Brrrrr escote....  Apuesto que la persona que esta en la tumba que buscamos ¡Murió de frio!....

Ni en Narfell hacia tanto frío, por los dioses, aunque un par de tragos de licor cuando encendieran la hoguera en unas horas solucionaria todos los problemas.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Bogo valle profundo »
\"My power is as vast as the plains, my strength is that of mountains. Each wave that crashes upon the shore thunders like blood in my veins.\"

Cerbero

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« Respuesta #6 en: Mayo 05, 2010, 01:45:29 pm »
Hacía dos semanas que Alberik había regresado de Kessenta. Sus odiados enemigos los Karanok habían reforzado la seguridad en sus dominios y era poco recomendable atacarles en esos momentos, a no ser claro que sea una de tus ilusiones ser atado, amordazado y quemado en una hoguera. No importaba realmente. Alberik era un tipo por lo general impaciente pero podía esperar. Cuanto más se alarga la venganza mas dulce es, mas no… no debía deleitarse en el placer de la venganza, este camino es seductor y solo conduce a la propia caída – Gran señor Asuran perdona mi debilidad… pero no parare hasta convertirlos en cenizas.

Las dos semanas que llevaba en los Valles habían sido bastante improductivas. Sin nada que hacer sus suministros se habían lentamente agotado y ahora solo tenía lo justo para seguir comiendo y durmiendo, al menos de momento. Pero no era el hambre lo único que apretaba, había algo más, el aburrimiento. Para alguien tan activo como el joven hechicero el descanso y la relajación estaban fuera de lugar. El quería riesgo, adrenalina… pero últimamente parecía que no pasaba absolutamente nada en ninguna parte, al menos hasta aquel día en que llegó Treky con una carta entre sus colmillos.

Treky ¿Qué traes? – Alberick tomó la carta de la boca de su familiar murciélago y se puso a leerla. Una sonrisa iluminó su rostro…

Posada en las afueras del Valle de la Sombra. 1376 CV. 10 de Mazho. mediodía.

Alberick fue el primero en llegar, de modo que tomó sitio y empezó su ronda individual de cerveza para hacer más rápida la espera. Uno tras otro fueron llegando uno tras otro los viejos compañeros de sus batallitas con los drow, Bohr, el fornido rashemí con su coraza y su espadón, un druida hasta ahora para él desconocido, de nombres Kaska, el bribon de Estoquehiriente y el enano Eberk. La mayoría no había cambiado nada, excepto Bohr, se le veía mucho más apagado y menos entusiasta. ¿Se habría civilizado?

¡Cuánto tiempo mapache! Recibí tu carta – Saludó animada y ebriamente al pícaro- ¿Tendríais la amabilidad de exponer el plan por el que su eminencia nos ha reunido? Jijiji.

Ozelote expuso su plan. Al parecer la idea era algo así como saquear la tumba de algún pez gordo de una civilización antigua. Aquello sonaba altamente interesante. Quizás no era lo más ético del mundo robarle sus tesoros a un muerto pero… ¿No era muy egoísta por su parte querer llevarse sus riquezas a la tumba donde ya no las iba a necesitar habiendo quien les daría mejor uso – Pérdoname señor Asuran pero el hambre aprieta.

Si hay una tumba y esa tumba tiene oro, plata y otros metales similares… pueden contar con el hacha de este enano

Claro que siiiiiiiiiiiiiiiii- secundo el hechicero al enano - Yo no tengo un hacha pero si hay una puerta cerrada que no quiera ser abierta la mandare a volar por los aires, si se levantan los muertos de sus fosas, los volaré por los aires y alguna maldición pesas sobre esa tumba… también la volare por los aires. ¡Vamos a esa tumba!

17 de Mazho. Anocheciendo
Prrr que frío, que frío que fríííííííííííííoooooo- Canturreaba Alberick enrollado en una manta de pieles mientras trataba de calentarse dando saltos y moviéndose de un lado para otro.

grgrgrg Tymora ... Brrrrr escote.... Apuesto que la persona que esta en la tumba que buscamos ¡Murió de frio!....-

Amén hermano, amén, ni la niebla puede estarse quieta en este sitio- Dijo alegremente mientras miraba la niebla que parecía a punto de rodearlos. – Kossut se enrolle un poco y nos de un buen fuego para calentarnos…
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Cerbero »

FosfoMan

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« Respuesta #7 en: Mayo 05, 2010, 10:23:03 pm »
Kasza Hierbadébil. Límites del Bosque Fronterizo. 1376 CV. Mañana del 8 de Mazho
Así que el bueno de Ocelote tenía una de sus promesas de aventuras, gloria, oro y hermosas mujeres. De todas las recompensas que ofrecía cada vez que se habían embarcado juntos en una aventura, con suerte la mitad eran mentira y la otra mitad no valían ni la mitad de lo prometido. En esta ocasión, la aventura tendría que esperar. Había oído rumores de que los Eldreth Veluuthra estaban tramando algo gordo. Los animales del bosque no son los mejores espías, puede que vean y oigan muchas cosas, pero es difícil sacar la información. Después de todo, son animales. Tendría que echar un vistazo en la zona de las Cataratas de la Daga, aunque sólo hacía un día que había estado por la zona sin ver nada sospechoso. Quizás si terminaba pronto podría acercarse hasta el Valle de la Sombra a saludar a Ocelote. Un poco de la alegría que siempre parecía sobrarle al aventurero le vendría bien, faltaban pocos días para el vigésimoprimer aniversario de la muerte de sus padres y en esa época siempre le podía la melancolía.

En realidad, no sabía si estaban muertos, pero después de años sin pistas, decidió seguir adelante, considerando el 18 de Mazho como el día de su muerte.

Kasza Hierbadébil. Límites del Bosque Fronterizo. 1376 CV. Noche cerrada del 9 de Mazho
Los elfos de los Eldreth Veluuthra se han aficionado últimamente a utilizar un veneno raro, algún tipo de extracto de plantas que produce un sopor inaguantable por la mayoría. Gracias a su resistencia natural a los efectos de sueño, parece que pueden manejar esa sustancia sin peligro y suelen impregnar sus flechas con ella.

Un poco más, ya casi puedo oír el río.

Un druida puede oír los sonidos del bosque como si fueran los latidos de su propio corazón. Cualquier perturbación mínima lo pondrá alerta de inmediato contra las amenazas inmediatas. En teoría.

Ignora el dolor, ignora el sueño, el río está cerca.

Algunos druidas poderosos son capaces de ignorar los efectos de la edad sobre su cuerpo. Se sienten jóvenes y la muerte y los efectos de los años se apartan de ellos hasta que llega el momento de reunirse con el Padre Roble. Pero para eso hay que ser muy poderoso.

Esa flecha ha caído cerca. No bajes el ritmo, no bajes el ritmo, ya falta poco.

El compañero animal del druida le protege como a un hermano. Entre los dos hay un vínculo casi de parentesco. La muerte, por supuesto, rompe ese vínculo con facilidad.

¿Dónde se ha metido Maska? Debería estar corriendo a mi lado. No debió protegerme del primer ataque. Está herido, pero es un gato fuerte. Podrá aguantar. Podrá aguantar. Si no supiera que está cerca me alejaría volando. No puedo dejarlo solo.

Los druidas pueden adoptar formas de animales. Volar como un pájaro, nadar como un pez o desgarrarte las tripas como un león. Algunos pueden adoptar la forma de los elementos, ser tan duros como la roca o abrasar la carne con un fuego de otro mundo. Para eso hay que ser muy poderoso, la mayoría deben reservar sus escasos cambios de forma para momentos de auténtica urgencia. Elegir la forma animal incorrecta puede llevar al desastre.

¡Ahí está el río Tesh! Estos elfos nunca cruzan al otro lado, prefieren quedarse cerca del bosque, donde son fuertes. Unos metros más y estaré a salvo.

La carne fluye como si fuera líquida, los tendones se retuercen y los huesos se astillan mientras Kasza Hierbadébil se transforma en algo más apropiado para cruzar el río Tesh en una zona de rápidos cercana a las cataratas. "No es el mejor lugar para cruzar, pero no tengo mucho donde elegir". Un efecto secundario del cambio de forma es que las heridas se curan. Puede que no completamente, pero sí una parte.

La flecha envenenada que tenía alojada en la espalda y que le hacía rechinar los dientes de dolor con cada paso se desprendió mientras las plumas aparecían a su alrededor y los brazos de Kasza iban adoptando la forma de un par de poderosas alas de águila.

- Lo siento, viejo amigo. Espero que tú y el Padre Roble me perdoneis.

Ya levantando el vuelo, Kasza no pudo evitar echar una última ojeada en busca de su compañero. Una mala decisión. Una lluvia de flechas cayó sobre él. Aunque pudo evitar la mayoría, dos impactaron contra su cuerpo, haciéndole perder el equilibrio. El veneno adormecedor empezó a hacer efecto de inmediato y la dosis acumulada fue más de lo que su resistencia natural fue capaz de soportar. Zambulléndose tanto en las frías aguas del río como en el reino de los sueños, perdió la consciencia.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por FosfoMan »

Jurgen Heindall

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« Respuesta #8 en: Mayo 07, 2010, 08:36:49 am »
Ocelote Estoquehiriente. Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. De noche.
Amigo Eberk, nunca hemos estado perdidos. Si acaso ha habido un par de minutos en los que no estaba seguro de dónde estaba, ¡pero nada más! Un valletano como yo jamás se pierde en estos bosques.
Tras decir eso evitó mirar hacia su interlocutor, para ver si se lo tomaba como la broma que era o reaccionaba mal. A veces no se daba cuenta de que sus bromas podían no sentar muy bien... o quizás sí, respondía siempre que alguien le reprendía por eso.

No tardaron ni una hora en llegar al Monolito, mientras la niebla parecía haberse convertido en un nuevo compañero de viaje, siempre presente. Sus ateridos compañeros comenzaron rutinariamente a prepararse para pasar la noche mientras dos de ellos hacían además de ir a buscar leña y ramas caídas para alimentar una buena hoguera.

Chicos, nada de hogueras, nada de fuego, nada de iluminación. En una noche como esta señalar nuestra posición no me parece nada inteligente. Esta comarca aun alberga monstruos, bandidos y cosas peores, no tiene buena reputación.
Su tono de voz era serio, autoritario incluso. Nadie le habia nombrado jefe de la expedición pero sabía por experiencia que alguien debía de serlo y, de momento al menos, estaban en un territorio que conocía bien.

Tras eso, se acercó al monolito con dos mantas puestas sobre sus hombros para intentar que la humedad no le calara demasiado. Con un tono alegre y despreocupado empezó a comentar los parecidos que el monolito despertaba en su fértil imaginación y a contar historias que los niños no debería oir más que a escondidas de sus padres. Mientras hablaba buscaba algún tipo de escritura o símbolos que le dieran alguna pista sobre el origen de la piedra erguida.
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Si esto es lo mejor que sabes hacer, ni siquiera usaré mi mano diestra.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jurgen Heindall »
Te juzgaré porque tal es mi derecho de Príncipe, de Sangre y de Poder, pequeña sanguijuela desagradecida.

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #9 en: Mayo 11, 2010, 03:29:39 am »

Eberk Truenomartillo. Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. De noche.

Amigo Eberk, nunca hemos estado perdidos. Si acaso ha habido un par de minutos en los que no estaba seguro de dónde estaba, ¡pero nada más! Un valletano como yo jamás se pierde en estos bosques.

El enano dio media vuelta intentando mirar la expresión de Ocelote, sin embargo este evadió la mirada como acostumbraba a hacerlo cuando soltaba sus "bromas". Durante sus travesías en los bosques de Cormanzhor había llegado a la conclusión de que no valía la pena molestarse con Estoquehiriente por las bromas, así que prefería tomarlas como lo que eran.
- Claro, claro... agradecele a Tymora, que no te abandono a tu suerte... Sino yo mismo te hubiera hecho pagar tus desatenciones con el camino - dijo el enano mientras sonreía.

El frío, por cierto, no parecía tener animos de retroceder, incluso la intensa marcha no había logrado mantener la temperatura elevada, así que cuando estuvieron cerca comenzó a mirar a los alrededores, de seguro en medio de toda esa vegetación encontraría con que hacer una buena hoguera, fogata o lo que fuese con lo que calentar el cuerpo. Ya se imaginaba así mismo tendido cerca de un cálido fuego cuando, en un tono totalmente distinto del de hace un rato, Ocelote recriminó las ansias piromanas del conjunto. Claro, el humano tenía razón, pero el frío parecía para el enano tan temible como cualquier bestia o bandido, sin embargo se trago sus pensamientos y busco un lugar donde dejar sus cosas y sentarse. Sus ojos se tornearon hacia el monolito, que por cierto, ya no le daba tanta confianza como hacia unos momentos.

Sin decir una palabra, esperó a que los hombres a su alrededor hicieran lo que creían necesario. Él, por su cuenta, tomaría un pan y un poco de agua para calmar el hambre y la sed que le atacaban.

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"No cuentes las veces que te has caído. Sino que la fuerza con que te has levantado."
Ulfgar, primer maestro de Eberk Truenomartillo.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Cerbero

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« Respuesta #10 en: Mayo 12, 2010, 02:04:24 pm »
Alberick seguía avanzando a veces en zigzag y otras a saltos tratando de mantenerse en calor por medio del continuo movimiento. Mientras tanto escuchaba las palabras de su guía a las que no pudo evitar responder gritando. -¡En eso precisamente consiste estar perdido maldito infiel! - El enano insinuaba al pícaro que si realmente los había llevado a perderse se ocuparía de darle el pertinente castigo, y el hechicero secundó - Y si no lo hace él, ten por seguro que lo haré yo... pero mira el lado positivo, seguro que después ya no pasas frío... -Una brisa de aire helado hizo estremecerse a Alberick que acto seguido exclamó - Yo ya no aguanto, voy a encender un fuego pero ya.

Chicos, nada de hogueras, nada de fuego, nada de iluminación. En una noche como esta señalar nuestra posición no me parece nada inteligente. Esta comarca aun alberga monstruos, bandidos y cosas peores, no tiene buena reputación.

¿Nada de fuego? ¿Como que nada de fuego? ¿Y entonces yo que pinto aquí?!!- Gritó indignado el hechicero al ver como sus tendencias pirómanas querían ser reprimidas. -¿Que es eso de querer evitar a los bandidos y los monstruos? Si esa es precisamente la parte más divertida de los viajes. Cobarde...- Alberick estaba teniendo una rabieta similar a la de un niño pequeño al que no le dejan jugar con la espada de papa, pero, como solía ocurrir con el caótico joven, cambió directamente de parecer en cuestión de segundos. -Vale, nada de fuego, descansemos al pié del monolito- Y dicho esto agarró un par de mantas y coloco una contra el monolito para apoyarse en ella y colocarse después la otra encima. -Trekcy, vigila tú, eres el único que puede ver algo en medio de la niebla.

El pequeño murciélago salió de entre los ropajes de su amo y se puso a aletear delante de él. - Ya te he dicho que yo no hago eso que los humanos llamais "ver", yo... - Que sí, llámalo como quieras, pero hazlo- Vale amo...- Dijo el murciélago agachando la cabeza mientras se daba la vuelta y emprendía el vuelo en círculos alrededor del monolito. - Podemos fiarnos de él. Sea lo que sea lo que se acerque en la niebla Trecky se dará cuenta mucho antes de que lo que sea lo perciba a él o a nosotros.

Albericho apoyo la cara en la manta que pegaba contra e monolito y se fijó en que Ozelote examinaba los escritos de la piedra - ¿Acaso entiendes lo que pone ahí escrito Mapache? - Alberick nunca tuvo buena memoria para los nombres. Lo único que recordaba era que el pícaro usaba el nombre de algún animal pequeño y escurridizo así que en lugar de tratar de recordar cual era usaba el primero que se le ocurría para dirigirse a él. ¿Para que comerse la cabeza con cosas sin importancia?
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Cerbero »

Bogo valle profundo

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« Respuesta #11 en: Mayo 12, 2010, 02:41:19 pm »
Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. De noche.

Frio, seguido por horas dando vueltas por el bosque, y despues.... Más frio aun y un enorme pedrusco con un monton de garabatos.

A bohr le resultaba curioso como Ocelote no queria que encendieran fuego y sin embargo se empezinaba en leer runas gastadas por el tiempo !!!a oscuras¡¡¡.

Sea como fuere, el guerrero rashemí no quería estar cerca del monolito. En sus experiencias con otras religiones, a menudo estas cosas resultaban ser sitios sagrados, y era mejor respetarlos, así que tomando sus mantas se encaminó a un arbol cercano donde se arrebujó mientras se imaginaba a si mismo en un amplio salón con un buen fuego a sus pies...
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Bogo valle profundo »
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Jan Cantor

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« Respuesta #12 en: Mayo 13, 2010, 09:36:47 pm »


Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. Noche

Extrañas formas modelaba la niebla entre los intersticios del bosque cuando los aventureros se acercaban al monolito a través de un sendero macilento, flanqueado de amarillentos hongos, serpenteando hacia el claro donde se encontraba la piedra.

El claro estaba débilmente iluminado por la tenue luz de la luna que se filtraba entre la cúpula arbórea, dándole una apariencia fantasmagórica al titilar la luz entre los juegos de la niebla como las manos de un fantasma gimiente.

Fantasmal o no, la partida se acercó cansinamente hacía el claro preparándose para pasar la noche. La hierba que rodeaba al monolito era débil y quebradiza, mientras que los árboles más cercanos al mismo mostraban ramas deformes y nodulosas, como si deseasen escapar de su toque a la par que pequeños puntos de luz parecían aparecer entre los árboles cuando la niebla se abría un  poco, para al momento volver a ser engullidos por el sudario blanco.

El monolito era antiguo de eso no cabía duda, ya que la hiedra marrón se agarraba a él como una jovencita a su marido viejo y rico. Líquenes verdosos se infiltraban por los intersticios rompiendo la roca, mientras extraños mohos esponjosos crecían entre las hendiduras de las marcas labradas en la piedra. Estas habían sido corroídas por los elementos pero aún era posible interpretar algunas de ellas aunque estubiesen escritas en el lenguaje secreto de los druidas.

Mientras Ocelote indicaba al resto que nada de fuego para evitar delatar su posición y Alberick enviaba a su familiar, Born y el enano se acomodaban para descansar. Al druida no se le veía ya que seguramente estuviese explorando la zona para evitar cualquier tipo de encuentro, pero había tanta niebla que parecí imposible que encontrase el camino hacia ellos.

De repente un largo aullido rompió la extraña quietud del bosque y como por arte de encantamiento, la niebla empezó a declinar no a desaparecer pero si a no espesarse tanto. De hecho, daba la impresión de que se hubiese retraido e incluso el monolito parecía sutilmente diferente, más retorcido, más sombrío.

En ese momento el chirrido del murciélago familiar del hechicero alertó al grupo, y casi sin tiempo, como si se hubiese materializado de la propia niebla una figura embozada salió de entre los arboles al claro con la velocidad que llevan los perseguidos...o los perseguidores. Al ver al grupo de aventureros exclamó:

-¡La lupoj...Ili jam venas la lupojn...Vi eskapas antau ol estas posttagmezo!-he intentó seguir corriendo pero una raíz traicionera hizo que tropezase cayendo al suelo.

Algo se acercaba hambriento
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jan Cantor »

Jurgen Heindall

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« Respuesta #13 en: Mayo 16, 2010, 08:54:38 pm »
Ocelote Estoquehiriente. Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. De noche.
Bueno, bueno, bueno, en cuanto Kasza vuelva de su paseo nocturno para lo que sea que esté haciendo le pediré que me diga qué pone en esta piedra... cuya forma me recuerda una historia, una historia que os contaré para que alguien olvide el deseo de encender una hoguera y el resto las ganas de calentarnos con ella.

Mientras hablaba se alejaba de la piedra, un tanto frustrado por no poder descrifrar los signos que había marcado... y casi ni verlos, maldita fuera la niebla por no despejarse. Sin embargo, su historia no sería contada ya que en esos momentos un largo aullido, premonitorio de desdichas, pesares y malos auguiros se escuchó con una claridad propia de las noches llenas de niebla y de los bosques sin habitantes humanos.

Antes de que pudiera hacer algún tipo de comentario alguien salió corriendo de la menguante niebla gritando. Le dio la impresión de estar asustado y, cuando se cayó a escasa distancia de donde estaban ellos supo que tenía dos opciones: correr en la misma dirección que llevaba el ahora caído desconocido o ir a junto de él y enterarse de qué pasaba.

Hizo lo contrario de lo que su cerebro le gritaba y se acercó a él, con el estoque reluciendo a la cada vez más visible luz de la luna, sin percatarse siquiera de que lo había sacado.

Creo, amigo, que vas a tener que repetir todo lo que has dicho y un poquito más despacio. Le habló en común, buscando un nexo ideomático común, pero con un tono de voz que daba a entender que no quería su dinero ni su vida... de momento al menos.
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« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jurgen Heindall »
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FosfoMan

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« Respuesta #14 en: Mayo 17, 2010, 11:15:24 am »
Kasza Hierbadébil. Bosques al noroeste de los Valles. 1376 CV. 17 de Mazho. Noche neblinosa
- Esta condenada niebla no augura nada bueno. ¿Por qué habré aceptado la invitación de Ocelote? Ya sé por qué, y hablar con uno mismo no es un buen síntoma. Espero no haberme llevado demasiados golpes, ya no estoy para estos trotes aventureros... ¿otra vez hablando solo?

Mientras el grupo se internaba en la niebla, Kasza, con su paranoia habitual, decidió echar un vistazo por los alrededores. Había algo en aquella zona que no le daba buena espina... en realidad, desde que consiguió salir del río Tesh, nada le daba buena espina. Que si la cerveza podía estar envenenada, que si los parroquianos le miraban mal, estaba tan pendiente de todas esas señales sospechosas, que aceptó sin hacer mucho caso todas las propuestas de Ocelote en aquella taberna sospechosa. Si le hubiera pedido matrimonio, seguramente habría aceptado con desgana mientras vigilaba al resto de clientes de la taberna por si llevaban armas ocultas.

No deberían estar demasiado lejos del dichoso monolito, donde habría montañas de tesoros, magia antigua y seguramente peligros indescriptibles. Maska no debería tardar mucho en regresar como hacía habitualmente cuando entre los dos inspeccionaban una zona amplia. Kasza estaba seguro de que el gran felino le lanzaba miradas de reproche de vez en cuando, aunque en el fondo sabía que no podía ser, el animal era excepcionalmente astuto para ser un leopardo, pero seguía siendo un animal.

Inmerso en sus pensamientos, oyó un aullido demasiado cercano. Se giró hacia donde creía que podrían estar sus compañeros y el mundo se volvió del revés. Sólo duró un momento, pero el mareo fue muy real, como si cayera rodando por una colina sin poder distinguir el suelo del cielo.

Mientras recuperaba la compostura, le pareció ver algo entre los árboles. Juraría que un segundo antes no estaba ahí. En fin, se hacía viejo y ya comenzaba a dudar de sus sentidos.

En ese momento Maska apareció entre la niebla. No necesitaban hablar para saber que le iba a guiar hasta la roca.

- Vamos, que no se nos escape!

Ambos echaron a correr tras la figura, en dirección al resto del grupo a la máxima velocidad que le permitían sus piernas.
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