El Barón, Grafthon, 2 de Septiembre del 990 DC. Tarde.
El Barón vio como cada uno de sus invitados iba llegando. Era obvio que ninguno de ellos le tenía demasiada estima, es más, estaban casi obligados a colaborar con él... pero no obligados y si habían llegado era porque el acuerdo previo les convenía.
-He llegado en el plazo que prometí, y sin rodeos me dirás lo que no me quisiste decir hace tres años... blabla... Y supongo que él te estaba molestando o fue solo coincidencia que la silla destruida bajo él se allá colapsado así como así.- El intermedio no lo comprendio.... no le prestaba atención, puesto que iba llegando otro de sus invitados.
-Sin rodeos te diré lo que te prometí... cuando termines el trabajo que te tengo... y con respecto del hombre... fue solo coincidencia... Yo no mato a destajo.- Le dijo sin disimular su disgusto por la forma tan golpeada en la que Nindalf le hablaba, encima achacándole un asesinato, cuando evidentemente habia sido un accidente.
En ese momento entró aquel hombre... era, talvez, el más singular de sus invitados... O lo era hasta ese momento: Valthiaer y su singular caminar. Le sorprendía que no expeliese olor a sangre y muerte.
-He llegado. Ahora dime, ¿De qué va todo esto? - Le dijo sin un atisbo de diplomacia el recién llegado.
Se disponía a contestar cuando hizo su aparición ella, Ellen y sus celestes ojos, aunque lo que más le gustaba de la chica era su caracter -Heme aquí, ahora, dime que es lo que quieres, iré, lo haré, regresaré y me dirás lo que necesito..
La sonrisa del Barón desapareció por un instante. Miró a los tres que tenía al frente de manera seria e implacable. ¡Es que ninguno de vosotros conoce de modales! Os doy la oportunidad para alcanzar vuestros objetivos y ¡no sois capaces siquiera de saludar! Por cierto... dejad de preguntar del bastardo trabajo. Hemos de esperar un momento más ha fin de saber si aparecen vuestros otros compañeros.-.
Sin lugar a dudas la llegada de él fue la que más le sorprendio. Su sola aparición, le trajo la sonrisa de vuelta a la cara. Era obvio que no le recordaba pero que más daba. Levantó la mano para que el chico se acercará... Fue el primero en saludar y, como suponía, no le recordaba... pero eso daba igual.
-Blabla... ¿en que estábamos? - Le espetó Nindalf de nuevo, nuevamente sin prestar atención a lo que decía al principio.
-¡¿Porqué carajo tienes que hablar con tanta prepotencia?! No estabamos en nada... Tengo el presentimiento de que llegará al menos uno más... - dijo profundamente molesto con Nindalf, mientras en su mente se decía a sí que, talvez, la idea de cortarle la lengua con su paraguas no fuera del todo mala.
Efectivamente llegó uno más: el bárbaro de las tierras heladas. Era el tipo de persona que no puede pasar inadvertida, ya sea por su forma de hablar, por su enorme espada, su lanza "estandarte", su contextura o la capucha hecha con la cabeza de un oso. Se acercó y, al igual que el resto de idiotas, lo hizo gritando. El barón no se molesto en reprenderlo por su falta de diplomacia... si un noble (aunque sea guerrero) no se sabe comportar ¿Qué se le puede pedir a un bárbaro de las tierras del norte?
Los miró a todos, haciendo un ademán para que, los que aun estaban de pie, tomaran asiento y se acomodarán. Aquellos buscaron sillas en las mesas aledañas y las acercaron a la mesa del Barón. ¿Porqué no habrá llegado? - No pudo evitar preguntarse el orondo hombre. Su intuición le decía que no llegaría. Como fuese, había cinco de los seis allí adelante, y eso era mucho más de lo que remotamente había estimado.
-Es hora de que hablemos de aquello que nos reune en este mesa. Desde ahora, si aceptaís el trabajo y sus consecuensias, sois compañeros. - dijo el barón sin preocuparse demasiado de a quien dirigía su mirada. -El trabajo es, básicamente, de recuperación... Necesito que recuperen un objeto que es de suma importancia para mí. Este objeto esta en manos de un hombre de esta ciudad, pero según se ma ha informado pasara a manos de una organización un tanto peligrosa. El objeto será enviado a Arkangel y será escoltado por un grupo de mercenarios contratados por este señor. Su deber será emboscar a este grupo y conseguir a cualquier precio es objeto... Algunos...- dijo mirando a Nindalf -Se preguntaran por que no voy yo... pues, mi presencia podría llamar la atención de ciertos grupos de la iglesia... y, además, no me gusta matar debiluchos... ...¡jajajajajaja!... Mentira, mentira... es que soy muy débil... esa es la razón, no tengo fuerza suficiente para detener la caravana. Si logran conseguir este objeto para mi os diré todo lo que necesitais saber.- dijo el barón entre risas.
-Entonces... ¿Cuál es vuestra respuesta? Si teneis cualquier duda, pues, hacedla...