Autor Tema: Anima: El Hijo de la Muerte [DDI]  (Leído 22249 veces)

Barack Aurum Draco

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Anima: El Hijo de la Muerte [DDI]
« en: Junio 03, 2010, 05:02:48 am »

Judas, 22 de junio del 223 DC, alba.

- ¿Están todos los preparativos listos? - Inquirió, con voz glacial, Rah a uno de sus subordinados. - No quiero errores hoy, nada puede salir mal. Cualquier traspie lo pagaras con tu vida, Grauen.

Grauen miró fijamente al hombre sentado en el trono, al último descendiente de Iscariote. Se inclinó en señal de asentimiento. - Sí mi lord, todo esta preparado - tragó saliva, humedeció sus labios con la lengua sin alzar la mirada. Los ojos de aquel hombre parecían traspasar con facilidad la carne y, aun después de años de servicio, no podía sentirse cómodo ante él. - Hemos hecho contacto con las tropas Duk’zarist que están al otro lado del Mar Interior… Solo esperan que sus ejércitos lleguen y usted de la orden para comenzar.

Rah sonrió satisfecho mientras dirigía una mirada a Noah, la princesa de esa raza de idiotas y su llave al triunfo, ese día comenzaría su guerra… su guerra contra Dios y su victoria sobre los pueblos de todo el mundo. Sus objetivos estaban al alcance de su mano, solo tenía que tomarlos. Se levantó. Su porte era majestuoso pero a la vez siniestro, como el hombre que sabe que su hora a llegado y que las consecuencias de su actuar serán terribles. Pasó por el costado de Grauen sin dirigirle la mirada. Se detuvo a unos metros de él, entonces su voz se elevó nuevamente- Quiero a todo el mundo listo ahora, zarparemos hoy. Quiero a todos mis efectivos, a todas las criaturas, todos los armamentos… Mañana… mañana empezará la renovación.

Nubes tormentosas cubrían los cielos del reino de Judas y del mundo completo, en su vasta extensión. Nubes que eran un indicio de lo que se avecinaba, indicio de la oscuridad que se cernía no solo sobre la humanidad, sino sobre todas las razas que poblaban el planeta. El cielo clamaba por la llegada del infierno. Y la tierra se convertería en el mismo infierno.


Ruinas de Doriath, 25 de Julio del 224 DC, atardeciendo.

Hecatombe. Esa era la única palabra que podría describir la entrada de Rah y sus ejércitos en Doriath. Los sylvain, aunque poderosos, no pudieron hacer nada contra las tropas del señor de Judas. La esplendida ciudad de Doriath quedo hecha cenizas y no hubo sobrevivientes al ataque, o eso creyó Rah.

En un lugar de las ruinas, se encontraba Gaudemus. El sylvain estaba malherido, pero no muerto. Los ojos celestes miraban al cielo como buscando respuestas a sus muchas preguntas. Todo lo que amaba, todo lo que podía recordar como un hogar se lo había llevado un puñado de hijos de puta. Cada hombre, mujer y niño había probado el acero humano y, por si fuera poco, él había quedado vivo… ¿Porqué C’iel le había dejado con vida? ¿Por qué su Dios se reía de él? Una idea atravesó su cabeza y se instaló en su mente: Su Dios, quería que se vengara.

Mientras pasaban las horas y el cuerpo del sylvain se recuperaba, comenzó a cuestionarse su real capacidad para vengarse. Podría él, un simple creador, obtener poder suficiente para derrotar a aquel que había arrasado a su pueblo en un abrir y cerrar de ojos. La respuesta, llego envuelta de un halo de oscuridad. No necesitaba volverse fuerte… el era un creador, un ingeniero, un mago… el podía darle vida a algo lo suficientemente poderoso como para acabar con la humanidad completa y para ello, utilizaría las ruinas de su ciudad como materia prima.
Años de labor, de sudor y de sangre, de loca obsesión darían lugar al más horrendo de los males. Solo una vez azotó la tierra, pero allí donde lo hizo dejo una huella de terror, dolor y sangre, y por eso se le dio el nombre de Filisnogos, “El hijo de la Muerte”.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #1 en: Junio 06, 2010, 05:37:11 am »

Alberia, 1 de Septiembre del 990 DC. En el filo de la Medianoche.

El viento soplaba con fuerza, los árboles se mecían de un lado a otro y el entrechocar de sus hojas y ramas evocaba la majestuosidad del mar. Los búhos cantaban su macabra canción nocturna entre rama y rama, mientras los brillantes ojos dorados buscaban su presa en la oscuridad del bosque. El río brillaba plateado, cantando con su correr a sus amadas estrellas, mientras la luna iluminaba con su fría cara la extensión toda de la tierra.

Y en medio de aquella verdadera sinfonía natural una sombra yacía sentada sobre una roca. Era tal la serenidad de la figura, tal la conexión que tenía con la naturaleza, que un observador casual nunca se hubiese percatado de su presencia. La cara del hombre se elevó a las alturas en un imperceptible movimiento y los ojos verdes escrutaron el infinito, de pronto, una lágrima rodó por su mejilla. La luna estaba manchada de un rojo carmesí.

Dos sombras se acercaron por su espalda, como gatos en medio de la noche. Una era alta, la otra visiblemente más baja. El hombre inclinó su cabeza, las lágrimas aún brotaban. Sin voltearse a mirar dijo con una voz de acero inquebrantable - Ha comenzado... A partir de hoy, el hombre comenzará su evolución. Poco a poco la humanidad y sus civilizaciones se convertirán polvo y el polvo regresará a la tierra y, por fin, los humanos serán uno con Gaïa. Finalmente conseguirán la tan anhelada inmortalidad que se les ha negado. - El hombre calló un momento, el hombre y la mujer detrás de él lloraban. -El día ha llegado... y es hora de que hagamos el primer movimiento. - Sus palabras resonaron en cada rincón de aquella vasta tierra salpicada de árboles y ríos. El hombre dio media vuelta y sonrió. La luna había hablado y su espera había llegado a su término.

Comenzó aquel hombre su caminar, pasando en medio del hombre y la mujer que no se atrevían a levantar la mirada, talvez por un profundo miedo, talvez por infinito respeto. Avanzó un par de metros y se detuvo, su mirada estaba perdida en el oscuro bosque - ¿Qué información me traen? - Inquirió. El hombre y la mujer se miraron como preguntándose quién contestaría. Finalmente fue la chica quien contestó, aunque escuetamente - Encontramos una, en un pueblo cercano. Está en posesión de un hombre de insignificante poder.

Se hizo un pesado silencio, casi sobrenatural, que fue abruptamente quebrado por el hombre. Sus palabras entonces parecían dictadas por la misma naturaleza, por una fuerza inhumana, monstruosa y aterradora: "Entonces... hacemos desaparecer a ese tipo... y a su pueblo y estaremos más cerca de nuestra meta...", se dibujo una sonrisa casi sarcástica en su rostro, "Esto será fácil... realmente fácil."
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #2 en: Junio 16, 2010, 05:31:15 am »

El Barón, Grafthon, 2 de Septiembre del 990 DC. Tarde.

Como la mayor parte del año, aquel 2 de Septiembre era un día lluvioso. El cielo estaba cubierto de nubes violetas, grises y negras que daban la impresión de que caería un terrible tormenta. Con todo, el día no era particularmente helado, pero la lluvia calaba los ropajes y entumecía los huesos.

A pesar del clima inclemente, los pobladores parecían prestar poca o ninguna atención al mismo. Acostumbrados a las constantes lluvias, para ellos este era un día normal. La calles, extrañamente, no estaban anegadas o excesivamente deterioradas y si bien era posible localizar uno que otro charco o barrizal, eran excepciones al piso firme que era la norma general.

En medio de aquellas edificaciones construidas de madera, estaba ubicada la taberna del "Lobo Tuerto". La taberna estaba constituida por unas cuantas mesas con sus respectivas sillas y una suerte de barra que amueblaban el lugar. La mayor parte de los parroquianos se sentaban en pequeños grupos. Bebían y reían, chocaban las jarras y volvían a beber, el ambiente parecía muy normal, con la sola excepción de un orondo hombre que se hallaba sentado solitariamente en un extremo de la habitación. Su figura era, cuando menos, peculiar: vestía un largo abrigo de color negro y un sombrero de copa, llevaba anteojos y parecía sonreir satisfecho con el transcurso de las eventualidades, colgado en su silla estaba un paragua de color violeta.

Aquel hombre tomó la jarra que tenía delante de él y se la llevo a la boca. -Esta amarga... como una espera demasiado prolongada o una vida demasiado larga... o la perdida de algo querido tempranamente.- pensó, el barón mientras continuaba bebiendo su cerveza -Cabe dentro de las probabilidades que falle alguno... después de todo, esa es la gracia de la vida: los imprevistos. Sin embargo, es muy poco probable que no llegue ninguno; aunque no se puede dar por descartado... nada se puede dar por descartado.- Miró al techo como buscando respuestas o confirmaciones dentro de leyes no entendidas por los humanos -Por otro lado, tienen razones para venir...  y me he asegurado de que sean buenas razones, no debería caber duda alguna de que al menos alguno llegará... pero con la ley de la casualidad...

Su desordenada reflexión se vio interrumpida por uno de los ebrios que balanceaba en su silla mientras reía y gritaba estruendosamente. La sonrisa del gordo barón desapareció de su rostro, los ojos se tornearon hacia el hombre - ¡Callate pedazo de basura, no me dejas pensar! - gritó furicundo. El borracho le miró atónito por unos segundos, para luego estallar en carcajadas. En ese instante la sonrisa volvio al rostro del barón cargada de un aura maligna y la carcajada del hombre fue tragada por un súbito estruendo. La silla en la que se mecía cedio, dándose el hombre un fatal golpe en la cabeza.
-No tientes a la suerte... esa es la lección- murmuró el barón.

En aquel momento apareció la primera de las personas a la que esperaba. Su sonrisa volvio a un aire de normalidad. Comenzaban a llegar.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Nindalf Firodes Troscard

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« Respuesta #3 en: Junio 19, 2010, 01:40:30 am »
Nindalf Firodest, Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". Atardeciendo.

La Puerta de la taberna se abrió, por ella apareció un hombre que bordeaba el metro noventa tapado con una capucha y una capa totalmente negra en la cual casi no se le reconocían facciones por lo largo de su capuchón, solo un instante le tomo al extranjero echar un vistazo y comprobar donde se encontraba su objetivo, claro, era inconfundible para el reconocer la horrible sonrisa que le traía tantos malos recuerdos del pasado. En ese momento el tabernero pálido como si un fantasma lo persiguiese salto por encima de la barra y metiéndose en el tumulto que rodeaba al cadáver que acababa de caer. Los que no tenían nada que hacer ahí con el muerto se comenzaron a ir de la taberna. Se acerco a la mesa del gordo de sonrisa complaciente, de mala gana se sentó y se noto en el hecho de que arrastro la banca casi con rabia, se descubrió la cabeza mientras aparecía una pañoleta rojo pálido cubriéndole el cabello, de rostro cansado y algo molesto frunciendo el ceño y sin quitarle la mirada al rechoncho hombre.

He llegado en el plazo que prometí, y sin rodeos me dirás lo que no me quisiste decir hace tres años, tres largos y jodidos años pensando en quien es el responsable de mi desgracia… -decía esto mientras bajo la mesa cerraba el puño con impotencia.- Y la verdad no se la razón por lo cual no me mataste hace tres años, no comprendo a dos tipos de personas, los vagabundos y los locos y tu estas dentro de los segundos, y no se para que me trajiste casi al otro lado del planeta para decirme quizás que cosa… -comenzó a mover la pierna con impaciencia y pensaba- Cálmate, no te conviene quedar en ridículo en una trifulca comenzada por ti, sabes que este imbécil de enfrente te sacaría los ojos con un vaso.

Respiro hondo, cerró los ojos puso su mano en su arma, escudo y mochila y las dejo a un lado y como si no fuera él trato de calmarse por las malas poniéndose algo mas cómodo y poniendo cara de impaciencia para ver si el gordo hombre le daba alguna respuesta a sus interrogantes…

Y supongo que el te estaba molestando o fue solo coincidencia que la silla destruida bajo él se allá colapsado así como así
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Nindalf Firodes Troscard »
Puede que en algun momento se malinterprete lo que diga... en el caso de hacer daño... lo siento no es mi intencion...ser sincero es mi esencia...(y cuando quiera hacer daño lo dire...jajajajajaja...)

Glaviar

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« Respuesta #4 en: Junio 19, 2010, 09:08:37 pm »
Firas Valthiaer, Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". 2 de Septiembre del 990. Ocaso.

Nubes violáceas y negras en el firmamento escancian pesadas gotas de agua, al tiempo que anochece en el pueblo de Grafthon. Entretanto, una figura enjuta deambula por la localidad de forma errática. Se trata de un tipo con capucha blanca que camina bajo una copiosa lluvia, en solitarias callejuelas transitadas por una que otra persona. Este sujeto va meditando mientras camina con un singular paso. En sus cavilaciones, que lo hacen realizar los más extraños gestos faciales, piensa como si se estuviese narrando, lo siguiente:

En la medida que me voy acercando al lugar señalado, más se acrecientan mis dudas sobre aquel hombre rechoncho. No me da buena espina todo esto, puede ser una maldita trampa. A cada lugar que miro, veo los ojos de ellos persiguiéndome. Bien puedo explicar esta molesta sensación como una paranoia generada por todos los acontecimientos vividos en este último tiempo, pero aquel tipo ¿cabe dentro de esta explicación? Por cierto que no. Y por eso mismo siento esta gran desconfianza, porque no se trata simplemente de una angustia, esto tiene un fundamento. Él sabe demasiado sobre mí. Él debe tener una conexión con ellos, y por ese motivo debo mantenerme precavido.

Mientras discurría todo esto por su mente, detiene su andar para levantar su cabeza gacha. Mira el cartel con cansados ojos y se dice en su fuero interno:  

Aquí es, la taberna “Lobo Tuerto”. Hasta el nombre me resulta extraño. En estas circunstancias, debo precaverme incluso de mis pensamientos.

Sigue rumiando y discurriendo en su monólogo mental, mientras permanece un instante detenido en la entrada de la taberna. Entretanto, la lluvia cae a cántaros sobre su cabeza encapuchada. Acto seguido, acomete la acción de entrar al lugar, narrando mentalmente su proceder:

Abro la puerta de par en par, y entro a una estancia que, a mi gusto, no está mucho mejor que afuera. Lo primero que diviso…  un tumulto de personas sobre lo que parece ser un cadáver… mmm, menuda casualidad… y a un costado de aquella habitación, aquel tipo… inmediatamente captura mi atención… su sonrisa socarrona activa de golpe mis sentidos adormecidos por el agua precipitada desde los obscuros cielos.

Ignorando el suceso de aquel tipo que yace en el suelo, el hombre de capucha camina con un paso medio rengo hacia la mesa de un robusto hombre con sombrero de copa y casi sin divisar la presencia de la persona que está conversando con él, lo interpela con estas palabras: He llegado. Ahora dime, ¿De qué va todo esto? Mientras dice aquello lo mira fijamente con penetrantes ojos, como si la única razón de aquel extraño encuentro no fuese otra cosa que las palabras que aquel rechoncho hombre pudiese decirle.

Se hizo una pausa. Incluso quienes estaban junto al cuerpo yerto de aquel infortunado hombre hicieron un breve silencio. La escena quedó como congelada. Luego, todo prosiguió como si nada hubiese ocurrido.
« Última modificación: Junio 23, 2010, 01:58:31 am por Glaviar »
\"La tristeza no vuelve inteligente. En la tristeza estamos perdidos. Por eso los poderes tienen necesidad de que los sujetos sean tristes. La angustia nunca ha sido un juego de cultura, de inteligencia o de vivacidad.\"

Gilles Deleuze.

Phoenix

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« Respuesta #5 en: Junio 21, 2010, 07:32:44 pm »
Ellen Laviette, Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". 2 de Septiembre del 990. Ocaso.


Poco a poco, la lluvia comenzaba a hacer su aparición, pocas pero pesadas gotas se precipitaban al suelo, la gente comenzaba a elevar sus capuchas para protegerse o corrían a sus hogares buscando refugio, mientras que en los lindes del pueblo, una figura rodeada de una capa tapada con una capucha y una pica a su lado a modo de bastón avanzaba, sus ojos vieron como una figura alta se adentraba al cual era su destino, suspiro y continuo caminando hasta llegar frente al lugar de encuentro, elevo su mirada fijándose en el nombre del lugar  

-El Lobo Tuerto… después de tanto tiempo, he llegado a este lugar… -
bajo la mirada y poso su mano en la puerta abriéndola para luego adentrarse, miro a su alrededor buscando a aquel hombre con el cual venía a hablar, un escalofrió recorrió su espina dorsal al recordarlo, mientras que su mirada escaneaba el lugar, de pronto, los grupos de borrachos se vieron cortados por un tumulto de personas que caminaban en fila hacia donde ella se encontraba con un hombre a cuestas, miro extrañada, para luego seguir con la mirada el camino que habían recorrido aquellos hombres, a la par que se movía hacia un lado dejando que el grupo de hombres saliera de la taberna, y allí, casi al lado de la mesa ahora vacía, estaba sentado el “barón”, dos hombres de extraño aspecto para ella se encontraban sentados frente a él, avanzó decidida, sin importarle quienes eran, al tiempo que se quitaba la capucha revelando su cabellera negra y un rostro casi pálido, sus ojos cristalinos miraban a su alrededor mientras avanzaba  llevo su mano libre a su cabello desordenándolo un poco, y llegó hasta ellos.

- Veo que no perdiste el tiempo Barón- dijo mientras arrimaba una silla hasta la mesa donde él se encontraba, se sentó frente al barón al lado del hombre del pañuelo en la cabeza  e inmediatamente se cruzo de piernas, mientras que mantenía la  pica a su lado. –Heme aquí, ahora,  dime que es lo que quieres, iré, lo haré, regresaré y me dirás lo que necesito- dijo clavando sus cristalinos ojos por unos pocos segundos en los ojos de este, pero el barón aún le causaba las mismas sensaciones que antaño, por lo que se vio obligada a desviar la mirada.

“Solo por ti, por nadie más, me trago esto, como lo hice hace años cuando me diste la espalda, solo por ti y por liberarte, por nadie más aguanto esa mirada y a este tipo… mantente vivo, solo…quédate en esta tierra

Pensó con dolor mientras miraba hacia al frente, a primera vista parecía que clavaba su frio mirar en el barón, pero en realidad su vista se concentraba en un punto cercano a su mirar, precisamente para dar esa impresión.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Phoenix »
Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.

Albert Einstein

Shen

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« Respuesta #6 en: Junio 27, 2010, 01:37:27 am »
Shen, Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". 2 de Septiembre del 990 DC.  Anochecer. Anochecer.

Al llegar a la taberna, vio un lugar sumamente maltrecho, era el tipo de lugar que habituaba el peor tipo de persona a imaginar, abrió las puertas y entró un tipo con un abrigo con capucha que le cubría casi todo el cuerpo, media más menos un metro y medio, al entrar vio a un montón de gente sobre un tipo tirado en el suelo . A primera vista pareciera que estuviese inconsciente.

- Pobre hombre, en un lugar como este podría pasarle algo peor


Se acercó al hombre abriéndose paso entre la multitud, revisó sus signos vitales, al parecer se encontraba muerto, todos miraban atónitos al recién llegado, y pensado que se trataba de una especie de médico, regresaron a sus mesas, el ambiente se calmó, el extraño cerró los ojos del reciente cadáver y le susurro unas palabras.

- Que tu alma viaje en paz, te prematura muerte es signo de un nuevo comienzo…

Se acercó a la barra de la cantina vio a un tipo de aspecto apático el cual le dijo:

- ¿Es tu amigo?, me debe aún lo último que se bebió…

- No lo es, pero pagaré su última cuenta.


- Ja! ahora tendré que hacerme cargo del bulto.

En ese momento pegó un grito y dos hombres altos y robustos tomaron el cadáver y lo sacaron fuera de la taberna.

Siempre pensé que la gente fuera del dojo podría ser algo diferente, pero me encuentro  con la cruel realidad de que en estos lugares tan sólo cuentas contigo mismo. No quiero inmiscuirme más en las razones de su muerte y decido proseguir con mi búsqueda, aun no sabía nada de la carta.

Luego de pagar su cuenta, observo a todas las personas buscando a alguien que lo llamara. Al fondo del bar estaba un hombre muy extraño, de aspecto rechoncho, sentado junto a otros 3 tipos a los cuales no lograba divisar bien, este lo miro y luego sonrió de forma muy tenebrosa, luego levanto una de sus manos señalándole la mesa.

Esto es muy extraño, en mi vida he visto a ese tipo, como llego a darme esa carta, todo es muy confuso.

Al llegar a la mesa los miró a todos, habían 4 personas: el extraño hombre rechoncho una mujer y dos varones, al parecer el ambiente era tenso, y ninguno de los allí presentes tenía ningún tipo de relación entre sí, y por sus miradas parecían estar forzados a permanecer en la mesa.

- Buenas noches, soy Shen, y no sé muy bien a quien busco, pero creo que se trata de uno de ustedes.

Todos los de la mesa se dieron vuelta a mirarlo, pero nadie dijo nada.
« Última modificación: Julio 10, 2010, 07:10:56 am por Shen »

Nindalf Firodes Troscard

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« Respuesta #7 en: Junio 27, 2010, 06:28:29 am »
Nindalf Firodest, Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". Atardeciendo.


Le tomo algo de tiempo a Nindalf recobrar la noción de lo que pasaba, con la llegada del tal Shen se le termino de acabar la paciencia y con algo de exasperación dijo intentando no ser tan antipático como sonaría:
-Bueno, no seré un noble refinado y con buenos modales, pero ya que el señor Shen –se levanto mientras decía esto y haciendo una reverencia con la mano como si se forzase a ser amable- me presentare, soy Nindalf, no se que hacéis junto a esta mesa, pero tengo un asunto pendiente con este tipo, si es que se le puede llamar así –decía esto mientras apuntaba con el pulgar al gordo bonachón-

Por que me tienes que hacer pasar por este tipo de situaciones, desgraciado –se giraba para mirar a su sonriente acompañante con el ceño fruncido- ¿en que estábamos? – le dirigió la palabra golpeadamente al barón.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Nindalf Firodes Troscard »
Puede que en algun momento se malinterprete lo que diga... en el caso de hacer daño... lo siento no es mi intencion...ser sincero es mi esencia...(y cuando quiera hacer daño lo dire...jajajajajaja...)

Amdukia

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« Respuesta #8 en: Junio 28, 2010, 08:35:17 pm »
Galdram Futhark Helrùn,Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". Atardeciendo.

 El cielo se torno con nubes negras, la lluvia era cada vez mas espesa.
Los pobladores optan una actitud mas precavida y se perdían en los interiores de sus hogares.
Los dioses amenazan, mostrando sus dominios naturales, al igual que los hombres mostrando el filo de su espada.
Es lo que pensaba este hombre que parecía disfrutar de la lluvia, hombre que miraba el rededor buscando algo que no le seria difícil localizar…
Se detuvo y levanto su mirada hacia el cartel de entrada.
-Aquí es…-espero despejar el humo de mi pasado al entrar.

Al entrar se ilumina  una mitad de su facción, y al segundo se escucha un trueno.
Siente un escalofrió que le toca vertebra por vertebra al mirar aquella sonrisa, una sonrisa que no ha cambiado desde el el primer día que lo  vio.
No mira nada mas que el rostro  del Baron y avanza sin percatarse de la situación, pasando por el lado de unos hombres que cargan un bulto, el cantinero le saluda y también no lo escucha, caminaba como si el bar estuviera vació su mente distorsiono el espacio y veía  sentado solo el Baron al final de las mesas.  
Llegando lo mas cerca posible, alzando su voz
¡He llegado, ahora dime lo que sabes!
Al decir esto se percata de que no esta solo, y ve sentado a cuatro personas a su lado, da un paso atrás
–Lamento interrumpirlos-
En el rostro del Barón se formo una sonrisa, sin hablar hizo un ademán para que se sentara. Al tiempo que le decía - Ya habrá tiempo para presentaciones, mientras tanto toma asiento... Es increíble que solo faltara uno - dijo.
Al escuchar esto, se calman sus nervios y su sedienta mirada cambia a una mas serena.
Galdram Futhark Helrùn, Es mi nombre. lo dice mirando uno a uno con mayor detalle. Sin tomar asiento se queda como estatua con los ojos fijos en el rostro del Baron.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Amdukia »
Despierta el espíritu, creando un laberinto con más de mil salidas... “Exploradores de las regiones del más allá de los sentidos; demonios para unos, ángeles para otros” pinhead

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #9 en: Julio 01, 2010, 09:18:49 pm »
El Barón, Grafthon, 2 de Septiembre del 990 DC. Tarde.

El Barón vio como cada uno de sus invitados iba llegando. Era obvio que ninguno de ellos le tenía demasiada estima, es más, estaban casi obligados a colaborar con él... pero no obligados y si habían llegado era porque el acuerdo previo les convenía.

-He llegado en el plazo que prometí, y sin rodeos me dirás lo que no me quisiste decir hace tres años... blabla... Y supongo que él te estaba molestando o fue solo coincidencia que la silla destruida bajo él se allá colapsado así como así.- El intermedio no lo comprendio.... no le prestaba atención, puesto que iba llegando otro de sus invitados.

-Sin rodeos te diré lo que te prometí... cuando termines el trabajo que te tengo... y con respecto del hombre... fue solo coincidencia... Yo no mato a destajo.- Le dijo sin disimular su disgusto por la forma tan golpeada en la que Nindalf le hablaba, encima achacándole un asesinato, cuando evidentemente habia sido un accidente.

En ese momento entró aquel hombre... era, talvez, el más singular de sus invitados... O lo era hasta ese momento: Valthiaer y su singular caminar. Le sorprendía que no expeliese olor a sangre y muerte.

-He llegado. Ahora dime, ¿De qué va todo esto? - Le dijo sin un atisbo de diplomacia el recién llegado.

Se disponía a contestar cuando hizo su aparición ella, Ellen y sus celestes ojos, aunque lo que más le gustaba de la chica era su caracter -Heme aquí, ahora, dime que es lo que quieres, iré, lo haré, regresaré y me dirás lo que necesito..

La sonrisa del Barón desapareció por un instante. Miró a los tres que tenía al frente de manera seria e implacable. ¡Es que ninguno de vosotros conoce de modales! Os doy la oportunidad para alcanzar vuestros objetivos y ¡no sois capaces siquiera de saludar! Por cierto... dejad de preguntar del bastardo trabajo. Hemos de esperar un momento más ha fin de saber si aparecen vuestros otros compañeros.-.

Sin lugar a dudas la llegada de él fue la que más le sorprendio. Su sola aparición, le trajo la sonrisa de vuelta a la cara. Era obvio que no le recordaba pero que más daba. Levantó la mano para que el chico se acercará... Fue el primero en saludar y, como suponía, no le recordaba... pero eso daba igual.

-Blabla... ¿en que estábamos? - Le espetó Nindalf de nuevo, nuevamente sin prestar atención a lo que decía al principio.
-¡¿Porqué carajo tienes que hablar con tanta prepotencia?! No estabamos en nada... Tengo el presentimiento de que llegará al menos uno más... - dijo profundamente molesto con Nindalf, mientras en su mente se decía a sí que, talvez, la idea de cortarle la lengua con su paraguas no fuera del todo mala.

Efectivamente llegó uno más: el bárbaro de las tierras heladas. Era el tipo de persona que no puede pasar inadvertida, ya sea por su forma de hablar, por su enorme espada, su lanza "estandarte", su contextura o la capucha hecha con la cabeza de un oso. Se acercó y, al igual que el resto de idiotas, lo hizo gritando. El barón no se molesto en reprenderlo por su falta de diplomacia... si un noble (aunque sea guerrero) no se sabe comportar ¿Qué se le puede pedir a un bárbaro de las tierras del norte?

Los miró a todos, haciendo un ademán para que, los que aun estaban de pie, tomaran asiento y se acomodarán. Aquellos buscaron sillas en las mesas aledañas y las acercaron a la mesa del Barón. ¿Porqué no habrá llegado? - No pudo evitar preguntarse el orondo hombre. Su intuición le decía que no llegaría. Como fuese, había cinco de los seis allí adelante, y eso era mucho más de lo que remotamente había estimado.

-Es hora de que hablemos de aquello que nos reune en este mesa. Desde ahora, si aceptaís el trabajo y sus consecuensias, sois compañeros. - dijo el barón sin preocuparse demasiado de a quien dirigía su mirada. -El trabajo es, básicamente, de recuperación... Necesito que recuperen un objeto que es de suma importancia para mí. Este objeto esta en manos de un hombre de esta ciudad, pero según se ma ha informado pasara a manos de una organización un tanto peligrosa. El objeto será enviado a Arkangel y será escoltado por un grupo de mercenarios contratados por este señor. Su deber será emboscar a este grupo y conseguir a cualquier precio es objeto... Algunos...- dijo mirando a Nindalf -Se preguntaran por que no voy yo... pues, mi presencia podría llamar la atención de ciertos grupos de la iglesia... y, además, no me gusta matar debiluchos... ...¡jajajajajaja!... Mentira, mentira... es que soy muy débil... esa es la razón, no tengo fuerza suficiente para detener la caravana. Si logran conseguir este objeto para mi os diré todo lo que necesitais saber.- dijo el barón entre risas.

-Entonces... ¿Cuál es vuestra respuesta? Si teneis cualquier duda, pues, hacedla...
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Shen

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« Respuesta #10 en: Julio 01, 2010, 11:55:32 pm »
Shen,Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto" 2 de Septiembre del 990 DC.  Anochecer

Todo se tornaba más confuso aun, el extraño hombre parecía conocerme de alguna manera, y más aún me estaba involucrando en una especie de robo…todo este asunto me parecía muy sospechoso, y el grupo con el cual me encontraba no ayudaba mucho a mi suspicacia.

Miro a los ojos al barón y dijo:

-Disculpe la pregunta señor….pero ¿porque debería aceptar su trabajo?, ese supuesto encargo de recuperación ante mis ojos es solo un robo, yo solo he venido aquí para saber quién me dio esta carta, no tengo interés en  participar de un robo, especialmente si no se ni siquiera que objeto es, ni porque lo deseas tan intensamente y lo mas importante, no tengo idea de  quien demonios es ud...

Pero por su aspecto pensé que no agradarían sus respuestas…
« Última modificación: Julio 10, 2010, 07:10:24 am por Shen »

Nindalf Firodes Troscard

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« Respuesta #11 en: Julio 03, 2010, 09:41:50 pm »
Nindalf Firodest, Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". Atardeciendo.

¿Y ahora me prueba?, este desgraciado quien cree que soy, no importa, tengo que recopilar información, información que él sabe y me llevara a quien robo lo que busco, unos días mas, solo unos días mas, comparados con estos tres años de arduo entrenamiento, ya que, solo él sabe donde empiezan y terminan mis problemas[/i]–pensó calmadamente, tomo algo de aire para relajarse-
Yo hare lo que quieras que tengas que hacer, solo dime el donde, el cuando, el que, y donde debo llevarlo… -decia esto mientras miraba al Barón- Por cierto, soy Nindalf, he trabajado de guardaespaldas, guardia de nobles, vengansas por encargo y guardia ciudadana en Lucrecio, espero que no pregunten por detalles de mis trabajos y espero saber con quien trabajare y que saben hacer, no me importa la vida personal de nadie, mientras no consiga lo que necesito lo que menos tengo es tiempo para el ocio… pero entre tantos puedo conocer a mas gente y saber si son de confianza –decia esto con un tono cortes y frio de pie y mirandolos a todos como si diera un discurso y sorprendiendo al Baron con su cambio de actitud-
Ahora alguien mas tendrá el placer de presentarse y decirme en que pueden ayudar a la misión, no creo que sea tan difícil después de todo –decia esto mientras miraba al Barón con una sonrisa burlona-
« Última modificación: Julio 05, 2010, 06:57:39 pm por Nindalf Firodes Troscard »
Puede que en algun momento se malinterprete lo que diga... en el caso de hacer daño... lo siento no es mi intencion...ser sincero es mi esencia...(y cuando quiera hacer daño lo dire...jajajajajaja...)

Amdukia

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« Respuesta #12 en: Julio 04, 2010, 04:04:19 am »
Galdram Futhark Helrùn,Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". Tarde

La tormenta se dio conocer con toda su furia de un minuto a otro, pero se veía una tormenta aun más grande en el interior de esta taberna.
Aun de pie y algo sorprendido por el carácter de los presentes. Susurra con la bulla del exterior.
-Ya veo, tengo que pagar por la información que busco, de alguna forma u otra.
Pero nunca lo había pensado de este modo.-

Y mientras comienza descubrir su rostro, echando atrás su capucha confeccionada con el cráneo de un oso negro, dijo:
-Disculpen pero escuche compañeros para una misión, bueno ya que las condiciones son así para mi y varios de nosotros. -
Sonrío mirando a Nindalf y dijo: -Creo que seguiré el consejo de tus palabras y me interesa la confianza que resaltaste en este trabajo. Por que es lo que importa en un equipo ¡No es así!-
Suspira y ocultando su desgano al pensar en lo veía venir
-Bueno pediré una jarra de cerveza y le contare quien soy. Y mientras me gustaría saber quien eres- dirigiendo su mirada a la dama que estaba sentada- Tendré aspecto de bárbaro ¡Y si lo fuera seria uno caballero!,Así que la escucho con atención-
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Amdukia »
Despierta el espíritu, creando un laberinto con más de mil salidas... “Exploradores de las regiones del más allá de los sentidos; demonios para unos, ángeles para otros” pinhead

Glaviar

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« Respuesta #13 en: Julio 04, 2010, 11:57:21 pm »
Firas Valthiaer, Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". 2 de Septiembre del 990 DC. Crepúsculo.

La tensión sostenida en aquel hombre de capucha blanca era evidente. Acaso la figura más triste en aquel lugar bohemio. Manos entrecruzadas, capucha aún sobre la cabeza, mirada sombría que no dejaba de contemplar fijamente un punto de la mesa, dando en ocasiones miradas de reojo tanto al rostro enigmático del Barón como a la mujer que estaba sentada inmediatamente después de él. Esperaba a que ella respondiera a lo dicho por aquel sujeto con aspecto de bárbaro que estaba en frente.

No dejaba de pensar, entretanto, en los modales y en su antiguo preceptor: Como hiende mi cabeza las palabras del Barón. Estoy frente a personas que no conozco, pero al menos debiese presentarme ¿No es lo que mi maestro me había enseñado? Al menos la enseñanza queda. Tanto tiempo caminando bajo la lluvia, esperando una respuesta que me aclarase porqué este personaje sabía todo esto, y había olvidado algo tan básico. Sin embargo, ¿cómo he de presentarme? Todo esto resulta tan extraño e irrisorio como mi existencia. Tal vez, aquel nombre olvidado, sepultado y ocultado por aquellos verdugos en las ruinas del tiempo pueda servirme, después de todo ¿quién soy ahora? Espero que él no me delate. En todo caso, podría haberlo hecho hace mucho y aún nada ocurre.

Con el rostro un poco desencajado por el cansancio mental, absorto todavía en sus pensamientos y mirando fríamente el mismo punto de la mesa, dice en un tono bajo y con voz algo estertórea y desconcertante:

Mi nombre es Xavier.

Acto seguido, mira fijamente al Barón esperando que él no se pronunciase sobre su presentación. Luego, agacha la cabeza ocultando la mirada en la sombra, mientras adopta una actitud de espera: deseaba que las cosas continuasen como si nada hubiese ocurrido.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Glaviar »
\"La tristeza no vuelve inteligente. En la tristeza estamos perdidos. Por eso los poderes tienen necesidad de que los sujetos sean tristes. La angustia nunca ha sido un juego de cultura, de inteligencia o de vivacidad.\"

Gilles Deleuze.

Amdukia

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« Respuesta #14 en: Julio 06, 2010, 07:12:30 pm »
Galdram Futhark Helrùn,Grafthon, Taberna "Lobo Tuerto". Tarde

Al escuchar el mormullo.
-Creo que no fui claro, con lo de “caballero”- dijo desviando la mirada ahora al tal Xavier.
-¿O es que ya conoces a la dama? Aun así, si quieres hablar hazlo fuerte y claro.-
Esta vez, tomo la silla y se acomodo su gran espada aun lado, para poder sentarse y levantando su mano, gritó: – ¡Dos jarras de cerveza!-
Después de esto en tono bajo a modo de burla dijo -Creo que la charla se va hacer larga ¿No es así Xavier? Un gusto en conocerlo.- y desvió nuevamente la mirada a la dama.
- Bueno, ya estamos todos cómodos para escucharla-
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Amdukia »
Despierta el espíritu, creando un laberinto con más de mil salidas... “Exploradores de las regiones del más allá de los sentidos; demonios para unos, ángeles para otros” pinhead