Autor Tema: Anima: Un giro vertiginoso del destino [DDI]  (Leído 16391 veces)

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #30 en: Agosto 29, 2010, 03:39:26 am »
William Ward, Costas de Xiappv (Ixpatill), 28 de julio de 957 DC (15 de noviembre de 989 DC), Madrugada.

- Eres un cabrón bastante testarudo. Sabes que no puedo dormir en otro lugar de este barco solo en mi habitación o en cubierta. Así que deja de parlar y largate, que quiero dormir. - Le dijo seriamente, aunque en su cara había algo que indicaba que era todo una broma. Fenrir le dejó solo, y luego de unos minutos el terror de los mares durmió.

William Ward, Costas de Xiappv (Ixpatill), 28 de julio de 957 DC (15 de noviembre de 989 DC), Al despuntar el alba.

Despertó unas horas después del despunte del alba. Se estiró y bostezo, mientras se levantaba. Camino un par de pasos por cubierta y se llevó la mano derecha a la cara y con la yema de los dedos se resfregó los ojos. El sol bañaba el barcó con rayos aureo rojizos. Bajo a la cocina del barco y tomó un pan y un poco de agua, eso solía ser su desayuno. Al poco rato vio a Fenrir y luego Jake y Belphegor.

- Hay que alistarse, la aventura nos espera - su rostro se iluminó con el solo pensar en las cosas podrían descubrir en esa isla. - Iremos a pie, claro... - la última frase la dijo mientras se llevaba el trozo de pan completo a la boca.

Debía entrar a buscar su mochila, cuando se percató de que en toda la mañana no había visto a la chica de la noche anterior. Un poco preocupado corrió a su camarote. Para su sorpresa la chica aun estaba dormida encima de su cama. Los rayos del sol caían sobre ella. Que manera más rara de vestir, ni siquiera se ha sacado esa cola y esas orejas que lleva de adorno pensó William, mientras se acercaba a la chica.

- Hey... Beru, oye... ya es hora de despertar... - dijo meciendo suavemente a la chica. - Vamos... despierta... debemos partir y, aunque sola no puedas hacer mucho no te pienso dejar acá con nuestro barco - dijo como si ella pudiera escucharle. Pero la chica, definitivamente, no contestaba. Finalmente, se decidió a zamarrearla, aunque solo fuera un poco, para que la chica despertara. Beru abrió los ojos de a poco, y casi un minuto luego de haberlos abierto profirió un gritó y saltó fuera del alcance de William en un parpadeo. El joven quedo perplejo, en primer lugar por la falta de reacción de Beru, en segundo lugar por el ágil movimiento de la misma: era un movimiento absolutamente felino. - Tranquila... vamos a salir... - le dijo pausadamente mientras apuntaba al exterior.

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Todos creen que tener talento es cuestión de suerte; nadie piensa que la suerte puede ser cuestión de talento.
Jacinto Benavente.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Glaviar

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« Respuesta #31 en: Agosto 29, 2010, 07:47:24 am »
Selva de Itzi, costa noroccidental de Xiappv, 26 de julio de 957 DC, Noche.

Después de que Lekter se hubiera marchado dejando a Kadar por un momento solo, aparece un individuo de baja estatura en la oscuridad de la playa. Era aquel tipo con aspecto de felino quien saluda a Kadar de un modo cordial: ¡Hola!

Aquel hombre-felino se sienta en la arena y comienza pidiendo disculpas a Kadar por la actitud egoísta y arrogante de su compañero. Comenta que no puede decirle quiénes son ni qué están haciendo en este lugar. Le dice, sin embargo, que puede llamarle Eyne (se pronuncia ‘Ain’). Además le advierte que no está obligado a buscar a nadie, que es algo de incumbencia propia y de su compañero (esto último lo dice mirando hacia un lado).

Le extraña que Kadar no sepa en qué lugar se encuentra, pero a la vez le parece razonable porque ha sabido que varias embarcaciones se han extraviado y han aparecido por estos territorios. Le explica que la región en la que se encuentran es una zona de grandes extensiones de selva llamada Itzi, ubicada en el sector sur del denominado Nuevo Continente. Le informa ademas que esta es una gran isla de la parte sur de la región, llamada Xiappv. Comenta que es algo inusual encontrarse con personas en una región inhóspita y tan alejada de la civilización como esta, por eso lo habían vigilado desde el momento que había arribado a la isla. Por último, le aconseja tener cuidado en un lugar como Itzi, nunca se sabe con qué animales o criaturas se puede encontrar uno en la selva, sobre todo para el viajero desprevenido.

Eyne comprendía la gravedad de las lesiones de Kadar, por lo cual le ofrece unas hierbas que, según señala, tienen propiedades analgésicas que calmarían parcialmente su dolor. Le pide que a Kadar las mastique, mientras revisa sus heridas para curarlo, a lo cual éste acepta.

Como agradecimiento, Kadar invita a Eyne a beber. Con expresión de curiosidad le pregunta: ¿Qué es esto? Y lo prueba. Termina tosiendo, y confiesa que no le gusta. Finalmente termina bebiendo igual con Kadar durante un tramo de la noche.

Conversan sobre la pelea a la luz de la fogata, y le dice que le impresionó los hábiles movimientos que demostró en combate con aquella formidable espada. Sin embargo, lo que más le impactó fue aquel momento en que Kadar libera un proyectil de su mano, que él nunca había visto algo ni remotamente parecido. Cree sinceramente que Kadar es un tipo fuerte, pero reconoce también que su compañero no peleó con todas sus fuerzas. Mirándolo a los ojos, Eyne le manifiesta a Kadar que lo que hizo fue sumamente arriesgado, independiente de su fuerza y talento en combate, que la persona contra la que se enfrentó no es un luchador común y corriente. Después de señalar esto, y con una sonrisa simpática en su cara le pregunta: Ahora, ¿puedes decirme cómo disparaste esa bala de tu mano? Kadar le responde: Si me cuentas más cosas te lo diré. Eyne lo mira, sonríe y baja la cabeza.

Kadar se marchaba a dormir, en ese momento Eyne le dice: Me iré antes de que amanezca a buscar a mi compañera extraviada. Agradezco su hospitalidad y aquella bebida que me sirvió, ¡si que estuvo fuerte! Antes de irse, Eyne manifiesta, algo inquieto y mirando hacia el bosque: Si quiere, sólo si quiere, puede venir conmigo. Nunca está de más tener compañía en el viaje, tener a alguien con quien conversar es algo bueno para el espíritu, y ya que mi arisco compañero no está…

Pese a sus heridas, Kadar desiste de irse a dormir y recoge sus cosas para ponerse en marcha junto a su extravagante compañero. Aún estaba emocionado por su duelo con Lekter, no sabía que le deparaban aquellas extrañas tierras, pero de seguro habrían tipos más fuertes que él, se preguntaba cómo  aquel sujeto podría poseer tal poder y si él podría ser igual de fuerte que él…

Mientras Kadar carga su equipo, no sin algo de dificultad, Eyne lo mira indulgentemente y con un gesto solícito le ofrece su ayuda para llevar parte de éste.

Cuando comenzaron a adentrarse en la selva, Kadar le pregunta: ¿Por qué tanta prisa, hay algo de lo que no que no me has dicho? ¿Qué te preocupa? Eyne, con algo de nerviosismo, le responde: ¿Notas preocupación en mí? Pues debe ser el combate que tuviste con mi compañero, me emocionó bastante (desciende la mirada). Kadar le responde: Además de eso, el hecho de que nos fuéramos tan rápido del campamento pese a mis heridas... no es que me esté quejando, pero fue algo apresurado. Eyne se detiene, lo mira a los ojos con una expresión incómoda: Es posible, pero necesitamos ganar tiempo, avancemos un poco y nos detendremos para conversar y descansar en un lugar que conozco (mientras dice esto mira en todas direcciones de la espesa y oscura selva).

Kadar siguió al tipo con aspecto de felino sin antorcha alguna, en tanto éste, a pesar de moverse rápido por el bosque, intenta no alejarse demasiado y con gestos de ánimo alienta al malherido Kadar a seguirlo.
« Última modificación: Agosto 31, 2010, 08:43:31 pm por Glaviar »
\"La tristeza no vuelve inteligente. En la tristeza estamos perdidos. Por eso los poderes tienen necesidad de que los sujetos sean tristes. La angustia nunca ha sido un juego de cultura, de inteligencia o de vivacidad.\"

Gilles Deleuze.

Phoenix

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« Respuesta #32 en: Agosto 30, 2010, 02:01:52 am »
Azira Akisame, Selva de Itzi, interior de Xiappv, cerca de la costa sur, 27 de julio de 957 DC, Al despuntar el alba.

La noche había pasado de manera apacible y tranquila para Azira, dejando sus preocupaciones y recuerdos de lados , se hundió en un profundo sueño, como era de costumbres, imágenes de antiguos tiempos y otras tantas inventadas por su imaginación llenaron su mente, sin preocupación de despertar en algún momento, Azira olvido donde estaba sumiéndose en el más delicioso sueño que había tenido desde hacia tiempo.

Cuando William llego al cuarto, Ni siquiera los suaves rayos de sol colados por la ventana lograban despertarla, su cola quieta y sus oídos relajados, nada ni nadie sería capaz de moverla o de despertarla.
- Hey... Beru, oye... ya es hora de despertar... – Dijo William, pero Beru, si no fuera por el movimiento de su caja torácica, estaba como muerta, el sueño era dueño de ella y ella no hacía nada por remediarlo, al contrario, estaba complacida de aquel estado, el silencio se apodero de la habitación y un pequeño ronroneo se dejo escuchar desde la garganta de Beru. Fue cuando William comenzó a zamarrearla, Beru, abrió los ojos lentamente, para luego dar un grito acompañado de un salto poniéndose lejos del alcance de William y haciendo un estrepitoso ruido tirando al suelo unas cuantas pertenencias de este, apoyándose contra una pared mirándolo temerosa, hasta que su cabeza recordara su situación.
- Tranquila... vamos a salir... – dijo él mientras apuntaba hacia afuera, Beru siguió el dedo de William que apuntaba hacia afuera, y luego volvió a mirarlo a él “Claaaaro… ahora recuerdo… estoy en un Barco y él es William… “ pensó volviendo a acercarse a él, mientras lo hacia otras pocas cosas caían, el ruido asusto a Beru quien volteo rápidamente poniéndose lejos de la situación, suspiro, se encogió de hombros y se volteo a William, recupero su sonrisa y se sento en la cama mirándolo – Hol… Hooooo… hola- sonrió diciendo alegre mientras movía su mano a  modo de Saludo – William…- digo tocándole el hombro con el dedo índice a modo de recordar su nombre - Žalostan par throwing visu, kas- dijo apuntando hacia las cosas que habían caído- per… perdón…- repitió sonriente, movió  levemente su cola y con una mano acomodó su cabello suavemente.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Phoenix »
Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.

Albert Einstein

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #33 en: Septiembre 02, 2010, 12:34:42 am »
William Ward, Costas de Xiappv (Ixpatill), 28 de julio de 957 DC (15 de noviembre de 989 DC), Madrugada.

La chica había tirado cuanto se puso en su camino al suelo y, aunque eran sus cosas las que habían sido lanzadas sin misericordia al piso, no pudo sino sonreír. Por alguna razón, sentía que Beru no era como ellos ni como cualquier otra persona del mundo, su inocencia y su extraño dialecto la hacían parecer un ser absolutamente indefenso ante un mundo tan cruel como en el que estaban... Por primera vez cabilo sobre lo extraño del resplandor y luego la aparición de tan simpática, pero rara, visitante ¿sería solo coincidencia o todo aquello estaba entrelazado? Con todo estaba seguro de que ella no era tan indefensa como le parecía.

Sin darse tiempo a contestar nada le acarició la cabeza - No te preocupes... ahora salgamos de aquí, asegurate de llevar tus cosas - le dijo mientras apuntaba con su otra mano a sus cosas. Esto no parece ser un cinto entonces son... ¿son reales? ¿Existen personas con orejas y cola de felino? La miró sorprendido, fuese lo que fuese... de seguro no era humana. A cualquier otro se le hubiera venido el mundo abajo, pero él, él había visto muchas cosas "anormales"... magos y criaturas increibles, poderosos hombres capaces de todo con su energía anímica y él, claramente, no escapaba a aquellas descripciones.

Se acercó a uno de sus muebles y de ellos saco una manta de color negro y se la puso a modo de capa, era la bandera pirata de un navio olvidado por el mundo, pero no por él. Esperó que la chica tomará sus cosas, y salió junto a ella. Revisó sus cosas para cerciorarse de que llevaba todo lo necesario: cuerdas, su catalejo, sus bolsas, cuchillas, mantas... todo estaba en su lugar.

Atravesaron la cubierta, bajaron del barco a la costa para luego adentrarse en la selva de aquella extraña isla del sur del mundo.

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Todos creen que tener talento es cuestión de suerte; nadie piensa que la suerte puede ser cuestión de talento.
Jacinto Benavente.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".