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El Sol Invertido [DDI]

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Barack Aurum Draco:
Preludio

Día indeterminado, Alfheim, anocheciendo.

Las nubes negras cubrían el firmamento. el viento no soplaba y los árboles parecían marchitos. La nieve ya no caía, el pueblo parecía abandonado... y, de hecho, lo estaba.

Un manto blanco cubría las casas, las calles, los árboles... y los cuerpos sin vida de los pobladores. De pronto, el viento sopló y los pinos se mecierons con su pasar. Nevó.

El llanto de los lobos cubrió al pueblo, pero nadie se movió.La noche comenzaba a cerrarse, oscura y lentamente, cuando sobrevinieron los primeros atisbos de vida. La nieve crujía bajo las botas de los cuatro  visitantes nocturnos, que caminaban lentamente hacia el centro del pueblo. Eran cuatro y vestían roidas túnicas de color negro, sus caras las capuchas que olían a muerte: mezcla de carne descompuesta y sangre. De pronto, cuando llegaron al centro del pueblo, se detuvieron.

- ¿Es necesario hacer esto? - Dijo uno de los encapuchados.
- Absolutamente necesario... estas porquerías se levantaran pronto - Dijo otro patiando uno de los cuerpos.
- Además, si se descubre esto, tanto la Inquisición como los Templarios sabrán que nosotros fuimos los culpables - Susurró un tercero.
- Entonces... Acabemos de una vez con esto - Dijo el primero y nadie volvio a hablar.

Un murmullo de poder se elevo en la noche. Las llamas, raudas, es expandieron por el pueblo quemandolo absolutamente todo. A unos kilómetros de allí, una aldea oculta llamada Drekel era atacada por unas enormes criaturas de hueso y músculos, grandes como torres, de enormes zarpas e inhumano brillo en las cuencas del cráneo, devoraban y destruían todo a su paso. Horrendo fue el final del pueblo en las tinieblas de Moth, el final del rugido del león.

Y alejados de allí, los cuatro sobrevivientes veían, absortos la gran hoguera en que se había convertido el pueblo. La hecatombe que se producía en ese instante, era para ellos como un indicio... Serían los siguientes.

Barack Aurum Draco:
Capitulo I
Destinos entrecruzados

23 de julio del 989, Alfheim, ocaso.

El sol se comenzaba a poner detrás de las montañas del oeste, el pueblo se tornaba de tonalidades áureo rojizas con el avanzar de los minutos, las nubes negras se teñían rojas y el cielo parecía quemarse en un incendio infinito y hermoso.

Alfheim era un pueblo pequeño y, se podría decir, pacífico. Sus calles estaban cubiertas de nieve, pisoteada mil y una veces por los pobladores y animales de la zona, las casas eran de madera o barro. La gente caminaba sin apuros, los hombres se introducían en alguna de las tabernas del poblado (que en realidad eran solo dos), los niños corrían a sus casas... Nadie podría pensar que en ese pueblo ocurrían, en ese preciso momento, turbias confabulaciones en contra del alcalde y que el último comenzaba a preparar sus cartas para defenderse… la sangre correría.

A esas horas de la tarde un hombre de casi uno ochenta de largo caminaba erguido, mirando a su alrededor de manera curiosa. Llevaba puesta una camisa blanca, unos pantalones negros, abiertos en la parte inferior desde donde sobresalía la línea blanca de un tribales y una capa negra bordada con extraños diseños y símbolos. Su mirada, de pronto, se fijó en la casa más amplia… allí se dirigía, a la casa del alcalde. Se esbozo una sonrisa en su cara y comenzó a caminar un poco más rápido.

En un lugar apartado, una chica de ligera complexión vestida con atuendos orientales caminaba tranquilamente hacia el lugar señalado por su futuro empleador, miraba a las personas con profunda curiosidad: Nada de esto parecía a su hogar y, aunque habían pasado ya dos meses, no se podía acostumbrar ni dejar de sorprender por el clima y la forma de vida de aquellos rústicos hombres.
No tenía ganas de trabajar y hubiera preferido quedarse cuidando de él, pero… la necesidad justifica y, de cierta forma, la obligaba a salir a trabajar…

Desde otro punto de la ciudad venía una chica de blanca melena, sus ojos de color violeta, eran penetrantes como los afilados dientes de un lobo, aun así, su esbelta figura y hermosa facciones ocasionaban que los hombres a su alrededor le quedasen mirando pasmados. Caminaba lentamente, acompañada por un hombre bajo (no medía más de 1.50) vestido con una túnica de color negro, que miraba a través de la mascara que le cubría el rostro a todos lados, como intentando ahuyentar a los hombres que, simplemente, lo pasaban por alto…

Casi al unísono llegaron a la casa, de dos pisos de largo y un poco más ancha que tres casas juntas. Como todas, estaba construida de madera y su tejado estaba cubierto de blanca nieve. En el jardín de la casa había pinos y el pasto afloraba entre la nieve removida. Las puertas eran grandes y estaban cubiertas de diseños que podrían llamarse célticos, los pomos de las puertas eran de un metal plateado muy lustroso,

Los tres desconocidos se miraron como desconcertados. Luego miraron a la casa y comenzaron a avanzar sin modular palabra alguna…


23 de julio del 989, Drekel, Noche.

La noche era oscura, oscura como siempre en Drekel. Los altos árboles impedían el pasar de la luz de la luna y los pobladores de la pequeña aldea fortificada se acostaban y dormían tempranamente, por lo que antorchas y linternas eran apagadas cuando la noche era joven aun.
Y en la oscuridad de la noche, un hombre, un joven… un cachorro, yacía tendido en su cama sin poder pegar sus parpados. Sin embargo, el sueño se hizo fuerte en algún momento y sus ojos se cerraron y su mente divago en medio de horribles imágenes. El demonio de la alabarda y el poderoso león, los ojos de fuego, la resurrección del demonio muerto. El cielo parecía quemarse con su pasar y el león, herido y viejo, no podía combatir, la alabarda del demonio se levantó hacia el cielo, el felino se defendió… pero la fuerza implacable del demonio cayó sobre el cuerpo del rey de los felinos, que había, a su vez, propinado el golpe fulminante a su oponente. El león se convirtió en espada y el demonio murió de pie.
De pronto, el cielo se apago y los enormes guerreros desaparecieron, la tierra se hizo lóbrega y cinco hombres miraban con los ojos rojos a su presa… él.

Hagalaz despertó en su cama, cuando el sol salía del este y su ventana estaba bañada de la luz solar. Se levantó rápido y salió a caminar, no llevaba diez minutos caminando cuando recordó que hoy, precisamente hoy… debían interrogar a los hombres que habían intentado matarlo...

Apresuro el paso hacia el ayuntamiento, allí tenían encerrado a los malditos… los haría pagar...

Calzaputas:
23 de julio del 989, afueras de Alfheim, Horas antes del ocaso.

Alhanna reía jovial hacía poco que había abandonado su casa y podía ver a lo lejos el humo de unas chimeneas

- Ashren, has visto eso, tiene que ser una ciudad, he leído algo sobre ello, allí es donde se junta mucha gente a vivir en comunidad y disfrutar de las fiestas y la convivencia. Que feliz soy, mira esto blanco que nos rodea, se parece a mi pelo.. pero es bastante frío...

- Pero niña, ¿como puedes ser tan ingenua?, ¿se puede saber de que árbol te has caido?? Esto que nos rodea es nieve, es un tipo de agua condensada por el frio, del que te quejas, y solido, así que si tienes frío, saca un abrigo del Baúl, no es tan complicado... - dijo, notando en su tonillo un poco de desprecio.

- Tampoco hay que ponerse así, solo pregunto... se inclino sobre el baúl que danzaba a su lado cual perro lazarillo
- Quieto, que quiero coger un abrigo, la solapa se abrio sola y metiendo la mano a ciegas saco el chaqueton que buscaba.
- Buen chico.. decia mientras le acariciaba la tapa.

- Deberías dejar de tratar al baúl como un perro, y además, tienes que enseñarle modales y a estarse quieto, a los humanos no les gusta demasiado los objetos mágicos y no me apetece que nos detengan por un baúl sarnoso...

- Eres un cascarrabias, pero creo que tienes razón, cuando lleguemos a la ciudad tú cargarás con él, ji ji ji


23 de julio del 989, Interior de Alfheim, Un rato antes del ocaso.


Por momentos la pequeña Alhanna se sentía un poco más defraudada, al llegar a la ciudad, veía como los campesinos tendían a esquivarla, quiso hablar con unos jovencitos, pero eran inmediatamente llamados por sus padres temerosos de que la extranjera pudiera hacerles algo

- ¿Por qué me tratan así?, ¡No les he hecho nada! - le dijo a Ashren casi al borde de las lágrimas - ¿Por qué son todos tan raros, son morenos y la piel casi del color de la madera?

- Mi pobre niña, acabas de llegar al pueblo, no te conocen y tu apariencia como bien has comprobado difiere mucho de la del resto de la gente, no se lo tengas en cuenta. Su color de piel es así, porque trabajan, si tú lo hubieras hecho alguna vez es posible que te pusieras morena. - comento Ashren

- Pues decidido, me pondré a trabajar para que me traten como una persona más. - y marcho andando con paso decidido hasta que en un momento dado cayo en la cuenta - ¿Como se consigue trabajo.?, ya sé, preguntaré a esa mujer de ahí. -

La pobre mujer, estaba barriendo tranquilamente la puerta cuando ve acercandose a una chica con unos ojos atemorizantes y a un enano cargando de un baúl, a duras penas pudo controlar el impulso natural de salir corriendo y meterse dentro de casa.

- Buena mujer, lamento molestarla en sus labores, soy una recien llegada a la ciudad y quisiera conseguir algún trabajo, ¿Podría indicarme hacia donde debería dirigir mis pasos? -

Aunque un poco asustada, le indica que el mejor sitio donde ir sería la casa del alcalde y hacia allí se dirigio, acompañada inesperadamente por dos personas más, pero le daba un poco de vergüenza decirles nada....

Lubis Therdalion:
24 de julio del 989, Drekel, madrugada.

Hagalas se despierta con una angustia que lo oprime por dentro. Aun así se aprieta sus correas al pecho y toma su espada, cuando ve pasar a su madre como un fantasma y temblorosa -calma madre, lo peor ya paso- aun así la madre lo ve a los ojos como un extraño y Hagalas prefiere desviar su mirada tomando la gran alabarda y decide salir como un aliento del viento.
calma, calma eso es lo que menos tengo he intento dar a los demás pensó mirando al suelo.
 Se encamino tratando de no pensar  y vio los rostros de personas orgullosas de su presencia, pero ve unos pocos temerosos como si se escondieran de verlo a los ojos.
Se detiene al escuchar su nombre.
-Hag, creo que aun tienes esas pesadillas, y van  ser peores por lo sucedido-dijo Smogred
Hagalas, reacciono y salio de su estado de trance, y fija el dolor de su mirada en el rostro de aquel que considera como el único  y último amigo en quien confiar.
-Mas vale olvidar el ayer aunque sea imposible, prefiero tomar la vida de un amigo que pide compasión por su locura antes de que contagie más vidas inocentes, así que hoy terminaremos con todo esto vamos y apresurémonos que tengo un mal presentimiento-

Nindalf Firodes Troscard:
23 de julio del 989, Alfheim, ocaso. Arleim observa con sorpresa...

Caminaba mirando su alrededor, niños corriendo, señoras destendiendo la ropa, hombres guardando leña... Lo logico de todas las culturas humanas y en realidad de todas las gerarquias es que la fachada mas amplia y grande... veamos... veamos... creo que es esa...

Y cruzando aquella reja de exterior comenzo a caminar mirando de reojo a aquellas chicas y a una en especial que la seguia un enano con un baul a cuestas... y llegando a la puerta, tocó, con un ligero golpe...

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