Autor Tema: El Sol Invertido [DDI]  (Leído 10784 veces)

Barack Aurum Draco

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El Sol Invertido [DDI]
« en: Junio 14, 2008, 11:01:31 pm »
Preludio

Día indeterminado, Alfheim, anocheciendo.


Las nubes negras cubrían el firmamento. el viento no soplaba y los árboles parecían marchitos. La nieve ya no caía, el pueblo parecía abandonado... y, de hecho, lo estaba.

Un manto blanco cubría las casas, las calles, los árboles... y los cuerpos sin vida de los pobladores. De pronto, el viento sopló y los pinos se mecierons con su pasar. Nevó.

El llanto de los lobos cubrió al pueblo, pero nadie se movió.La noche comenzaba a cerrarse, oscura y lentamente, cuando sobrevinieron los primeros atisbos de vida. La nieve crujía bajo las botas de los cuatro  visitantes nocturnos, que caminaban lentamente hacia el centro del pueblo. Eran cuatro y vestían roidas túnicas de color negro, sus caras las capuchas que olían a muerte: mezcla de carne descompuesta y sangre. De pronto, cuando llegaron al centro del pueblo, se detuvieron.

- ¿Es necesario hacer esto? - Dijo uno de los encapuchados.
- Absolutamente necesario... estas porquerías se levantaran pronto - Dijo otro patiando uno de los cuerpos.
- Además, si se descubre esto, tanto la Inquisición como los Templarios sabrán que nosotros fuimos los culpables - Susurró un tercero.
- Entonces... Acabemos de una vez con esto - Dijo el primero y nadie volvio a hablar.

Un murmullo de poder se elevo en la noche. Las llamas, raudas, es expandieron por el pueblo quemandolo absolutamente todo. A unos kilómetros de allí, una aldea oculta llamada Drekel era atacada por unas enormes criaturas de hueso y músculos, grandes como torres, de enormes zarpas e inhumano brillo en las cuencas del cráneo, devoraban y destruían todo a su paso. Horrendo fue el final del pueblo en las tinieblas de Moth, el final del rugido del león.

Y alejados de allí, los cuatro sobrevivientes veían, absortos la gran hoguera en que se había convertido el pueblo. La hecatombe que se producía en ese instante, era para ellos como un indicio... Serían los siguientes.
« Última modificación: Julio 16, 2008, 02:58:21 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #1 en: Junio 22, 2008, 02:13:10 am »
Capitulo I
Destinos entrecruzados

23 de julio del 989, Alfheim, ocaso.


El sol se comenzaba a poner detrás de las montañas del oeste, el pueblo se tornaba de tonalidades áureo rojizas con el avanzar de los minutos, las nubes negras se teñían rojas y el cielo parecía quemarse en un incendio infinito y hermoso.

Alfheim era un pueblo pequeño y, se podría decir, pacífico. Sus calles estaban cubiertas de nieve, pisoteada mil y una veces por los pobladores y animales de la zona, las casas eran de madera o barro. La gente caminaba sin apuros, los hombres se introducían en alguna de las tabernas del poblado (que en realidad eran solo dos), los niños corrían a sus casas... Nadie podría pensar que en ese pueblo ocurrían, en ese preciso momento, turbias confabulaciones en contra del alcalde y que el último comenzaba a preparar sus cartas para defenderse… la sangre correría.

A esas horas de la tarde un hombre de casi uno ochenta de largo caminaba erguido, mirando a su alrededor de manera curiosa. Llevaba puesta una camisa blanca, unos pantalones negros, abiertos en la parte inferior desde donde sobresalía la línea blanca de un tribales y una capa negra bordada con extraños diseños y símbolos. Su mirada, de pronto, se fijó en la casa más amplia… allí se dirigía, a la casa del alcalde. Se esbozo una sonrisa en su cara y comenzó a caminar un poco más rápido.

En un lugar apartado, una chica de ligera complexión vestida con atuendos orientales caminaba tranquilamente hacia el lugar señalado por su futuro empleador, miraba a las personas con profunda curiosidad: Nada de esto parecía a su hogar y, aunque habían pasado ya dos meses, no se podía acostumbrar ni dejar de sorprender por el clima y la forma de vida de aquellos rústicos hombres.
No tenía ganas de trabajar y hubiera preferido quedarse cuidando de él, pero… la necesidad justifica y, de cierta forma, la obligaba a salir a trabajar…

Desde otro punto de la ciudad venía una chica de blanca melena, sus ojos de color violeta, eran penetrantes como los afilados dientes de un lobo, aun así, su esbelta figura y hermosa facciones ocasionaban que los hombres a su alrededor le quedasen mirando pasmados. Caminaba lentamente, acompañada por un hombre bajo (no medía más de 1.50) vestido con una túnica de color negro, que miraba a través de la mascara que le cubría el rostro a todos lados, como intentando ahuyentar a los hombres que, simplemente, lo pasaban por alto…

Casi al unísono llegaron a la casa, de dos pisos de largo y un poco más ancha que tres casas juntas. Como todas, estaba construida de madera y su tejado estaba cubierto de blanca nieve. En el jardín de la casa había pinos y el pasto afloraba entre la nieve removida. Las puertas eran grandes y estaban cubiertas de diseños que podrían llamarse célticos, los pomos de las puertas eran de un metal plateado muy lustroso,

Los tres desconocidos se miraron como desconcertados. Luego miraron a la casa y comenzaron a avanzar sin modular palabra alguna…


23 de julio del 989, Drekel, Noche.

La noche era oscura, oscura como siempre en Drekel. Los altos árboles impedían el pasar de la luz de la luna y los pobladores de la pequeña aldea fortificada se acostaban y dormían tempranamente, por lo que antorchas y linternas eran apagadas cuando la noche era joven aun.
Y en la oscuridad de la noche, un hombre, un joven… un cachorro, yacía tendido en su cama sin poder pegar sus parpados. Sin embargo, el sueño se hizo fuerte en algún momento y sus ojos se cerraron y su mente divago en medio de horribles imágenes. El demonio de la alabarda y el poderoso león, los ojos de fuego, la resurrección del demonio muerto. El cielo parecía quemarse con su pasar y el león, herido y viejo, no podía combatir, la alabarda del demonio se levantó hacia el cielo, el felino se defendió… pero la fuerza implacable del demonio cayó sobre el cuerpo del rey de los felinos, que había, a su vez, propinado el golpe fulminante a su oponente. El león se convirtió en espada y el demonio murió de pie.
De pronto, el cielo se apago y los enormes guerreros desaparecieron, la tierra se hizo lóbrega y cinco hombres miraban con los ojos rojos a su presa… él.

Hagalaz despertó en su cama, cuando el sol salía del este y su ventana estaba bañada de la luz solar. Se levantó rápido y salió a caminar, no llevaba diez minutos caminando cuando recordó que hoy, precisamente hoy… debían interrogar a los hombres que habían intentado matarlo...

Apresuro el paso hacia el ayuntamiento, allí tenían encerrado a los malditos… los haría pagar...
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Calzaputas

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« Respuesta #2 en: Julio 16, 2008, 12:49:15 pm »
23 de julio del 989, afueras de Alfheim, Horas antes del ocaso.

Alhanna reía jovial hacía poco que había abandonado su casa y podía ver a lo lejos el humo de unas chimeneas

- Ashren, has visto eso, tiene que ser una ciudad, he leído algo sobre ello, allí es donde se junta mucha gente a vivir en comunidad y disfrutar de las fiestas y la convivencia. Que feliz soy, mira esto blanco que nos rodea, se parece a mi pelo.. pero es bastante frío...

- Pero niña, ¿como puedes ser tan ingenua?, ¿se puede saber de que árbol te has caido?? Esto que nos rodea es nieve, es un tipo de agua condensada por el frio, del que te quejas, y solido, así que si tienes frío, saca un abrigo del Baúl, no es tan complicado... - dijo, notando en su tonillo un poco de desprecio.

- Tampoco hay que ponerse así, solo pregunto... se inclino sobre el baúl que danzaba a su lado cual perro lazarillo
- Quieto, que quiero coger un abrigo, la solapa se abrio sola y metiendo la mano a ciegas saco el chaqueton que buscaba.
- Buen chico.. decia mientras le acariciaba la tapa.

- Deberías dejar de tratar al baúl como un perro, y además, tienes que enseñarle modales y a estarse quieto, a los humanos no les gusta demasiado los objetos mágicos y no me apetece que nos detengan por un baúl sarnoso...

- Eres un cascarrabias, pero creo que tienes razón, cuando lleguemos a la ciudad tú cargarás con él, ji ji ji


23 de julio del 989, Interior de Alfheim, Un rato antes del ocaso.


Por momentos la pequeña Alhanna se sentía un poco más defraudada, al llegar a la ciudad, veía como los campesinos tendían a esquivarla, quiso hablar con unos jovencitos, pero eran inmediatamente llamados por sus padres temerosos de que la extranjera pudiera hacerles algo

- ¿Por qué me tratan así?, ¡No les he hecho nada! - le dijo a Ashren casi al borde de las lágrimas - ¿Por qué son todos tan raros, son morenos y la piel casi del color de la madera?

- Mi pobre niña, acabas de llegar al pueblo, no te conocen y tu apariencia como bien has comprobado difiere mucho de la del resto de la gente, no se lo tengas en cuenta. Su color de piel es así, porque trabajan, si tú lo hubieras hecho alguna vez es posible que te pusieras morena. - comento Ashren

- Pues decidido, me pondré a trabajar para que me traten como una persona más. - y marcho andando con paso decidido hasta que en un momento dado cayo en la cuenta - ¿Como se consigue trabajo.?, ya sé, preguntaré a esa mujer de ahí. -

La pobre mujer, estaba barriendo tranquilamente la puerta cuando ve acercandose a una chica con unos ojos atemorizantes y a un enano cargando de un baúl, a duras penas pudo controlar el impulso natural de salir corriendo y meterse dentro de casa.

- Buena mujer, lamento molestarla en sus labores, soy una recien llegada a la ciudad y quisiera conseguir algún trabajo, ¿Podría indicarme hacia donde debería dirigir mis pasos? -

Aunque un poco asustada, le indica que el mejor sitio donde ir sería la casa del alcalde y hacia allí se dirigio, acompañada inesperadamente por dos personas más, pero le daba un poco de vergüenza decirles nada....
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Calzaputas »

Lubis Therdalion

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« Respuesta #3 en: Julio 18, 2008, 11:04:50 pm »
24 de julio del 989, Drekel, madrugada.

Hagalas se despierta con una angustia que lo oprime por dentro. Aun así se aprieta sus correas al pecho y toma su espada, cuando ve pasar a su madre como un fantasma y temblorosa -calma madre, lo peor ya paso- aun así la madre lo ve a los ojos como un extraño y Hagalas prefiere desviar su mirada tomando la gran alabarda y decide salir como un aliento del viento.
calma, calma eso es lo que menos tengo he intento dar a los demás pensó mirando al suelo.
 Se encamino tratando de no pensar  y vio los rostros de personas orgullosas de su presencia, pero ve unos pocos temerosos como si se escondieran de verlo a los ojos.
Se detiene al escuchar su nombre.
-Hag, creo que aun tienes esas pesadillas, y van  ser peores por lo sucedido-dijo Smogred
Hagalas, reacciono y salio de su estado de trance, y fija el dolor de su mirada en el rostro de aquel que considera como el único  y último amigo en quien confiar.
-Mas vale olvidar el ayer aunque sea imposible, prefiero tomar la vida de un amigo que pide compasión por su locura antes de que contagie más vidas inocentes, así que hoy terminaremos con todo esto vamos y apresurémonos que tengo un mal presentimiento-
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Lubis Therdalion »
\"Aquel que esta en la luz, jamas comprende al que esta en las sombras.\"

Nindalf Firodes Troscard

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« Respuesta #4 en: Julio 24, 2008, 03:52:07 am »
23 de julio del 989, Alfheim, ocaso. Arleim observa con sorpresa...

Caminaba mirando su alrededor, niños corriendo, señoras destendiendo la ropa, hombres guardando leña... Lo logico de todas las culturas humanas y en realidad de todas las gerarquias es que la fachada mas amplia y grande... veamos... veamos... creo que es esa...

Y cruzando aquella reja de exterior comenzo a caminar mirando de reojo a aquellas chicas y a una en especial que la seguia un enano con un baul a cuestas... y llegando a la puerta, tocó, con un ligero golpe...
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Nindalf Firodes Troscard »
Puede que en algun momento se malinterprete lo que diga... en el caso de hacer daño... lo siento no es mi intencion...ser sincero es mi esencia...(y cuando quiera hacer daño lo dire...jajajajajaja...)

Raínos

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« Respuesta #5 en: Julio 24, 2008, 10:13:07 am »
23 de julio del 989, Alfheim, ocaso. Arikel cansada...

Terminaba el viaje por tierras que poco conocía, pero había llegado, le quedaban unas pocas provisiones y moría por comer algo decente y contundente. Reviso sus bolsillos asegurándose de tener algo de dinero para comer algo en una posada o lo que fuera. Al llegar a una colina y divisar la aldea, le pareció rústica, pero no era por la aldea que venía hacia acá... y, apoyándose en el árbol mas cercano dse detuvo, bajo su máscara descubriendo su rostro y mirando al cielo pensó:

-Ufff...será aquí? Espero que sí, ya me aburro de caminar y cada día que pasa es dejar que mi sensei se acerque mas al otro mundo...espero dormir en una buena cama -

Volvió a subir su máscara, como ocultando algo en su boca, algo de lo que no estaba orgullosa y continuó su camino comentando frustrada y en voz baja: -¡Mierda que hace frío! que estúpida soy por no abrigarme más...-

23 de julio del 989, Alfheim, Noche. Arikel recapitulando su viaje.

La joven mujer, caminaba por las calles siguiendo las indicaciones de un deteriorado papel con unas pocas anotaciones a forma de mapa, sin darse cuenta se detuvo frente a una gran casa: -Bueno, esto no se ve mal, termino esto y volveré al viejo Ruen, sus indicaciones son correctas y dicen que me concentre en el trabajo, ¡pero claro! ¡para que agrega que esta casi muriéndose como Post Data!!! viejo idio...- Divagaba como siempre hablando en voz baja mirando el cielo cuando vió que no estaba sola, unos singulares personajes acompañaban su estática posición frente a la casona.

Se irguió ya que su pequeña estatura le impulsaba a hacerlo, se aseguró de que su máscara estuviera en su lugar y analizó detenidamente a los individuos con sus hermosos ojos color esmeralda.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Raínos »
\"Un juego es una batalla, pero una batalla no es un juego\"

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #6 en: Julio 25, 2008, 01:13:41 am »
24 de julio del 989, Drekel, madrugada.
Smogred, el explorador.


La cara de Hagalaz lo dejó pensativo unos segundos. Sin embargo, terminó por recordar que era una cuestión absolutamente normal esa cara después de todo lo que había vivido en el último año... más aun, después de lo que había vivido los últimos días.
Puso su mano sobre su hombro, esbozó una sonrisa y con la voz más jovial le dijo: - Tranquilo amigo, ya sanaran tus heridas. Pero, mientras tanto, es mejor que caminemos... tenemos unos malditos a los que interrogar... y cuánto antes, mejor.

Dio media vuelta como imaginando la respuesta de su amigo y se puso a andar en dirección al ayuntamiento.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Barack Aurum Draco »
\"El poder del hombre no radica en lo que puede hacer por sí mismo, sino en lo que su voluntad obliga a hacer a los demás\".

Calzaputas

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« Respuesta #7 en: Agosto 08, 2008, 12:24:35 pm »
23 de julio del 989, Alfheim. La casa del alcalde


La mirada de Alhanna fue del hombre a la mujer, como sorprendida porque sus caminos se cruzasen en un lugar tan definido, ninguno parecia que fuera a actuar, como receloso de lo que los otros pudieran hacer, o esa era la impresión que ella tenia, hasta que el hombre rompio el silencio con el ruido de la aldaba de la puerta.

Pasaron unos tensos segundos y nadie parecía responder

- Al parecer es bastante tarde y puede que este durmiendo, por cierto mi nombre es Alhanna y este es mi compañero de viaje Ashren. ¡Venimos por un trabajo! - su voz sonaba totalmente orgullosa de lo que acababa de decir. - ¿Y vosotros quienes sois?
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Calzaputas »

Barack Aurum Draco

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« Respuesta #8 en: Agosto 09, 2008, 10:00:57 pm »
23 de julio del 989, Alfheim. La casa del alcalde
Se abren las puertas.


Antes de que cualquiera de los presentes pudiera si quiera intentar responder a la pregunta efectuada por Alhanna la puerta que hacia largos y desesperantes segundos había sido golpeada, ahora rechinaba, como lista para ser abierta.

La puerta de madera tallada se abrió ruidosamente, pues, aunque no parecía estar en mal estado la humedad hacía que la puertas sonaran de todas formas. La luz lamió el piso, los cuerpos de los recién llegados y sus caras. Detrás de la puerta, la silueta entre cortada de un hombre parecía esperarlos. El hombre con pasos calmados se acerco a la puerta, su piel era blanca y arrugada, su cabello ceniciento y sus ojos azules de aspecto melancólico eran una señal segura de su avanzada edad. Vestía ropajes verde esmeralda y botas de cuero.

Los miró durante un segundo y con voz quebradiza y senil dijo - Ustedes deben ser las personas que el amo a estado esperando. Tos. Hagan el favor de seguirme... Tos. ¡Oh! Por cierto, mi nombre es Hildefonso... el mayordomo. Dejad vuestras pertenencias aquí - dijo apuntando a una especie de perchero que había a un lado de la entrada.

Una alfombra roja, bastante desgastada cubría el pasillo de entrada que llevaba a otra puerta de la mismas características.

23 de julio del 989, Alfheim. Noche.
La sala de reuniones.


La habitación era pequeña, había una mesa circular en el centro y cuatro sillas, a un costado de la sala había una chimenea que mantenía temperada la pieza. Al frente de la chimenea había una ventana grande, las persianas estaban cerradas por lo que, por el momento, era imposible ver a donde daban. El mayordomo con su peculiar forma de hablar, les dijo que tomaran asiento... El amo vendría en breve.
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Calzaputas

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« Respuesta #9 en: Agosto 13, 2008, 05:48:04 pm »
23 de julio del 989, Alfheim. La casa del alcalde
Se abren las puertas.


Atenta a las indicaciones del anciano Alhanna entro en el edificio y como una niña bien educada, se descalzo y saco del baúl un par de pequeñas sandalias. Mientras tanto Ashren aprovecho la tesitura para quitarse unas pesadas botas, con una gran plataforma mostrando que aún era más bajito de lo que una primera apreciación podría mostrar.


Señor Hildefonso, puede que mi postura sea un tanto descortes, pero no me fio de lo que pueden hacer mis pertenecias en el caso de que no las vigile, por lo que vendrán conmigo.


Y coloco en el interior del aparatoso armatoste su abrigo, la espada y el escudo de Ashren

23 de julio del 989, Alfheim. Noche.
La sala de reuniones.


La joven se acomodo en una de las sillas y Ashren se sento encima del baúl con las piernas algo alejadas del suelo. Ambos esperaban ansiosamente la llegada del alcalde, así como la presentación de sus supuestos compañeros de trabajo.
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