Autor Tema: La Llamada de Cthulhu - La Sombra Sobre Boston [DDI]  (Leído 24860 veces)

E. Peregrin

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La Llamada de Cthulhu - La Sombra Sobre Boston [DDI]
« en: Marzo 29, 2005, 09:29:53 pm »
16 Marzo de 1921

Tyler Wood se hallaba sentado frente a su escritorio. Por la ventana se filtraban los ?ltimos rayos del sol, ti?endo con tonos rosas y anaranjados los numerosos papeles que atestaban la mesa.
Intentaba encontrar en ellos algo que demostrase que ?l estaba en lo cierto, que no estamos solos, pero en su mayor?a no eran m?s que habladur?as de pueblerinos sure?os, cuyo testimonio no val?a nada. Publicar cualquiera de esas historias har?a m?s mal que bien a su escasa credibilidad.
Sin embargo, algunas de las entrevistas guardaban cierta similitud, pese a ser de sitios muy lejanos entre s?, y las descrpciones que aquellas gentes hac?an de diversos entes evocaban ciertas im?genes en la mente de Tyler que hac?an que se le helara la sangre, pese a que hab?a pasado m?s de un a?o desde que el suceso tuviera lugar.
Mientras estaba inmerso en sus pensamientos, el sonido del tel?fono rompi? la quietud del despacho.

- Se?or Wood, hemos sabido de sus investigaciones y creemos que encontrar? de sumo inter?s lo que tenemos que contarle. Vaya a la zona sur del viejo puerto, a la nave 32 de la calle Borough dentro de 45 minutos y hablaremos con usted. Vaya solo y lleve su c?mara fotogr?fica.

Sin dar tiempo a contestar la linea se cort?, dejando mudo al periodista.
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Son las nueve de la noche. La oscuridad se ha adue?ado de la ciudad, y la gran mayor?a de la gente hacer rato que ha terminado su jornada laboral. Ha comenzado a caer una lluvia ligera, y una fina capa de barro gris?ceo cubre las aceras.
Bajo la cortina de agua, un coche avanza por la calle Wentworth, en Back Bay, en direcci?n a la cl?nica Reynolds.

Se detiene en la puerta, y de su interior descienden primero dos hombres, uno delgado, y de aspecto distinguido, y otro de aspecto m?s vulgar y mucho m?s robusto, que saca a un tercero que parece desmayado.
El primer hombre se dirige entonces hacia la puerta de la cl?nica, que seg?n los horarios que figuran en la placa de la pared deber?a estar cerrada, pero la puerta cede, y los tres hombres se adentran en el edificio.
Una enfermera parece estar esper?ndolos, y r?pidamente los gu?a por los pasillos hasta la sala de trabajo de la doctora Reynolds.
La irrupci?n repentina sobresalta a la doctora, que inicialmente no reacciona, hasta que el hombre que parec?a desmayado es depositado boca arriba en la mesa, revelando cuatro orificios en el pecho. Sin embargo es la emfermera la que comienza a hablar.
- Dra. su padre ha llamado hace unos momentos, avisando de que estos se?oren vendr?an. Supon?a que estar?a usted aqu?, as? que ha pedido que les atienda y que no les haga ficha ni registre su entrada.
Inmediatamente despu?s de que la enfermera acaba de hablar, el hombre m?s alto, que a juzgar por su forma de vestir debe de ser alguien con mucho dinero, le tiende un papel a la doctora mientras le habla.

- He de irme en este momento, pero le ruego que atienda a este hombre lo mejor que pueda y que no haga preguntas. Como habr? visto conozco a su padre, y todo lo referente a este asunto lo tratar? con ?l m?s adelante. Si es tan amable, cuando acabe con el paciente llame a este n?mero e inf?rmeme de su estado, y cuando pueda abandonar la cl?nica mandar? a alguien a recogerlo. Muchas gracias por su atenci?n.

Dicho esto se gira d?ndole la espalda a la doctora y se marcha, seguido de su compa?ero. En la estancia quedan la doctora con su enfermera y un hombre moribundo que yace en la mesa a la espera de ser atendido.
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Imolk

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« Respuesta #1 en: Marzo 29, 2005, 10:53:49 pm »
21:00, Despacho de la senora Reynolds, Clinica Reynolds, Boston.

Lisa Reynolds


Lisa se qued? practicamente atonita cuando le plantaron el cuerpo con 4 orificios en el pecho. Dios mio! heridas de bala? Es un asesniato? fu? lo primero que pens? la doctora Reynolds al ver los agujeros en el pecho.
Despues oy? las palabras de la enfermera. Los dos tipos se marcharon despues de que el tipo mas alto, que parec?a llevar la voiz cantante, dijera unas palabras y dejara atonita a la doctora, sin darle tiempo a reacionar: Estan todos locos esta noche? Que diablos esta pasando? se preguntaba la doctora para sus adentros

- Elize, lleva... este cuerpo a la sala de operaciones y preparale para una incision dijo la doctora mirandole las heridas, Hay que extraerle las balas del cuerpo si las tiene o morir?. Prepare todas mis herramientas, rapido. dijo la doctora mirando una vez el estado del paciente para ver si estaba grave.

maldita sea padre! pens? Lisa para sus adentros. Como diablos se te ocurre enviarme un tio herido de bala a la clinica y encima pedirme, que no deje constancia en el reguistro. dijo Lisa pensando en que hacer si la intervencion no lograba salvar la vida del sujeto. Como venga la poli o algun inspector... dios mio!! pensaba la doctora Reynolds para sus adentros. Se me puede caer el pelo, pero en fin, vamos all?! pens? la doctora a la vez que se lebantaa de su comoda silla y se diri?a a la sala de operaciones.
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #2 en: Marzo 30, 2005, 08:50:04 am »
Boston, peque?o despacho en zona "econ?mica".

Tyler Wood, un periodista que NO est? loco, aun...



Se?or Wood, hemos sabido de sus investigaciones y creemos que encontrar? de sumo inter?s lo que tenemos que contarle. Vaya a la zona sur del viejo puerto, a la nave 32 de la calle Borough dentro de 45 minutos y hablaremos con usted. Vaya solo y lleve su c?mara fotogr?fica

Vaya, deben de pensar que estoy loco. ?Por qu? deber?a ir solo hasta el puerto, a una nave seguro que abandonada? Esto tiene que ser una broma pesada, o quiz?... o quiz? que realmente estoy en lo cierto ?y quieren eliminarme! Claro que podr?a ser que hubiera algo interesante, quiz? alguien que piensa como yo y adem?s tiene pruebas, porque si no, ?por qu? mandarme traer la c?mara?

Mientras hablaba en voz alta consigo mismo, una costumbre que hab?a adoptado en las largas noches de vigilia del ?ltimo a?o, se estaba vistiendo su mejor traje, aquel que le hac?a parecer casi un ganster, seg?n su amigo Maxwell. Y Maxwell sab?a de qu? hablaba, ?l mismo regentaba un local de bebida ilegal.
Mientras comprobaba que su c?mara, su tesoro m?s preciado tras su amor por su ahora esquiva mujer, estaba en perfectas condiciones, pens? en llevar un arma. Aunque se convenci? de que si era una trampa ser?a in?til acab? por guardarse su pistol?n en el bolsillo interior de la chaqueta. Era algo inc?modo, pero pod?a resultar ?til por su nivel de intimidaci?n.

Sin poder calmarse totalmente, sali? de su min?sculo despacho y se dirigui? hacia los muelles en su desvencijado coche.

Me estoy metiendo en la boca del lobo, le dijo a su volante mientras maniobraba para esquivar a unos ni?os que jugaban en plena calle. Aun no pod?a saberlo, pero no sab?a lo cierto que eran esos pensamientos en voz alta...
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?No me digas que aun piensas que somos la cima de la evoluci?n? No sab?a que tu percepci?n de la realidad fuera tan limitada.
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« Respuesta #3 en: Marzo 31, 2005, 06:47:12 pm »
Calles de Boston  20:20

Durante todo el trayecto hacia el viejo puerto Tyler Woods no sab?a qu? pensar. Aquella llamada pod?a ser cualquier cosa, desde una encerrona hasta un testimonio o una prueba de que era el mundo, y no ?l, el que estaba equivocado.
Poco a poco la humedad iba creciendo, as? como las sombras se alargaban, anunciando la llegada de la noche. El olor a mar se hizo patente en cuanto entr? en el distrito portuario, pero aun le quedaban algunos minutos de camino para llegar a su destino.
A lo lejos, un extra?o sonido, como de c?nticos, atrajo su atenci?n, y despu?s escuch? un grito, un alarido de aut?ntico terror y desesperaci?n que acab? de disipar todas sus dudas acerca de la naturaleza del encuentro. En su interior sab?a que solo alguien que ha cruzado la delgada l?nea que nos mantiene en la ignorancia de la terrible verdad pod?a exhalar tanta angustia.
Aceler? para cubrir antes los metros que lo separaban del lugar de la cita, temiendo que los acontecimientos que deb?a presenciar se hubieran adelantado, pero al llegar no hall? m?s que una vieja nave en llamas y a un coche negro que en esos momentos se daba a la fuga.

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Cl?nica Reynolds 21:05

Cuando la doctora Reynolds se dispuso a intervenir al herido, comenz? a cortar la camisa de ?ste, esperando ver los cuatro agujeros sangrantes de las balas, y observar si hab?a tambi?n orificios de salida. Sin embargo su sorpresa fue m?xima al dejar al desbubierto las heridas. No hab?a ni una gota de sangre, y la piel de alrededor ten?a un tono gris?ceo y un aspecto seco.
Un examen m?s concienzudo revel? que los orificios ten?an forma c?nica y unos 8 cent?metros de profundidad, y que toda el tejido que los rodeaba presentaba las mismas caracter?sticas, un tacto cartonoso y una absoluta ausencia de l?qudo.
Dos de los agujeros hab?an alcanzado el pulm?n izquierdo, y uno el derecho, dej?ndolos casi inutilizados, por lo que el sujeto apenas pod?a respirar. Definitivamente aquello no era un asesinato, o al menos no estaba hecho con ningun arma que ella conociera.
Una vez hecho lo poco que pod?a hacer se mantuvo junto al paciente, que mor?a algunos minutos despu?s entre ag?nicos estertores.
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #4 en: Abril 07, 2005, 08:56:08 am »
Tyler Wood, un periodista que NO esta loco, aun...

Un cruel dilema se divert?a jugando en la cabeza del periodista. ?Deb?a perseguir al coche negro que sal?a del lugar del incendio, donde supon?a que sal?an los c?nticos que le parec?a haber o?do? O por el contrario deber?a entrar en la nave en llamas para intentar hacerse una idea de qu? hab?a estado pasando all??
Finalmente, y ante la posibilidad de que hubiera supervivienes decidi? bajar del coche y entrar en la ardiente construcci?n. Llevaba su m?quina de fotos preparada, quiz? quedaran pruebas de algo todav?a.
Su pistola rebotaba ligeramente contra su cuerpo, haci?ndose notar y proporcionando una sensaci?n de seguridad. Una falsa sensaci?n de seguridad...
Mientras entraba por la puerta grit?: ?Hay alguien? ?alguien necesita de mi ayuda?, al tiempo que comenzaba a hacer algunas fotos, aparentemente al azar, y esperando que la pel?cula aguantara las temperaturas.
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« Respuesta #5 en: Abril 13, 2005, 11:36:51 am »
Almac?n del viejo puerto, 20:23

La puerta del almac?n, al no estar cerrada, cedi? facilmente, y una enorme nube de humo escap? hacia el cielo nocturno.
Cuando el periodista entr? en el lugar fue golpeado por una onda de calor casi s?lida que le hizo temer por la pel?cula de su c?mara.
Mientras gritaba para asegurarse de que no hab?a nadie all? que pudiera necesitar su ayuda observ? algunos detalles que llamaron su atenci?n.
En primer lugar el almac?n parec?a abandonado por fuera, o al menos no parec?a haber sido utilizado en mucho tiempo, y sin embargo el interior estaba relativamente limpio y ordenado.
El fuego parec?a haber sido iniciado en unas cajas similares a las que cubr?an la mayor parte de la superficie del almac?n, en cuya base se encontraban varias latas de gasolina vac?as y una caja de f?sforos.
Todas las cajas ten?an el mismo sello, y en cuanto se acerc? un poco m?s pudo observar que era el de Stiegler Shipping Co., una empresa de transportes mar?timos que ten?a sus oficinas en el centro de Boston. Sin embargo, en lugar de tener los nombres del destino y la procedencia hab?a escritos unos n?meros.
Fotografi? las cajas a las que las llamas le permitieron acercarse y entonces decubri? una caja abierta. Un rastro de polvo blanco, como de piedra o marmol, part?a de all? en direcci?n a la puerta, como si hubiesen arrastrado algo muy pesado hacia el exterior.
La estructura del almac?n comenz? a crujir de forma amenazadora, y el periodista ya se dispon?a a irse cuando el rumor de c?nticos que escuchara unos minutos antes lleg? de nuevo a sus o?dos.
Al acercarse descubri? un hueco entre las cajas que daba a un espacio vac?o, en cuyo centro hab?a un agujero de dos metros de di?metro. A unos metros del agujero, un hombre yac?a en el suelo, con varios orificios en el pecho y la camisa empapada en sangre.
Un nuevo crujido de la estructura del almac?n sac? a Tyler Woods de la impresi?n que le hab?a causado la visi?n. Ten?a que hacer algo r?pido o no saldr?a de aquel almac?n con vida.
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« Respuesta #6 en: Abril 13, 2005, 01:05:55 pm »
21:07, Despacho de la senora Reynolds, Clinica Reynolds, Boston.

Lisa Reynolds


Cuando el paciente muri? a causa de aquellas extra?as heridas, Lisa no supo como reaccionar: Que diablos era todo eso? pensaba desconcertada la doctora.
La doctora Reynolds, estubo pensando unos instantes, cuando le dijo a la enfermera:
- Envuelva el cuerpo y escondalo. Cuando haya acabado, dirigase a mi despacho dijo la doctora recordando aquella targeta que el tipo le di?.
Se dirigi? al despacho y se cerr? con llave. Agarr? la targeta, y mirando el numero, lo marc? en el telefono.
Sono el timbre: Riiiiing, riiiiing.....
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #7 en: Abril 13, 2005, 01:51:19 pm »
Puerto de la ciudad de Boston. Almac?n en llamas y a punto de derrumbarse.

Tyler Wood, un periodista que NO esta loco, aun...

Nadie respondi?, y tras sacar las fotos que consider? oportunas, aunque memorizando los n?meros y el nombre que hab?a tanto en las cajas como en las latas de gasolina, le pareci? escuchar una vez m?s aquellas voces entonando canciones blasfemas. No pod?a estar seguro de haber escuchado bien, pero siguiendo ese tenue y fantasmal rastro hall? el cad?ver de un hombre, con el cuerpo tiroteado y aun sangrante. Su muerte hab?a sido reciente... suponiendo que estuviera realmente muerto.
Un nuevo crujido, particularmente ominoso, puso sobre aviso a Tyler Wood sobre la cada vez m?s acuciante necesidad de largarse r?pidamente si no quer?a morir all? mismo al derrumbarse la nave.

Observando el hueco y haciendo un r?pido c?lculo mental tom? una decisi?n. Comprob? si la persona que ahora ten?a al lado manten?a un hilo de vida y, acto seguido, carg? con ella lo mejor que pudo e intent? salir de aquel lugar, que cada vez se parec?a m?s al infierno.

Sinti? las quejas y pinchazos de sus m?sculos al transportar aquel peso. Peso muerto. Esas dos palabras vinieron a su mente y se pregunt? si alguna vez se ver?a ?l en el otro lado, siendo transportado.

Cuando estaba haciendo eso le vino a la mente que pod?a haberse metido en medio de un crimen ritual o de una h?rrida ceremonia a alg?n tipo de sangrienta abominaci?n. ?Por qu? se ten?a que meter siempre en esos l?os? Apretando los dientes y mascullando improperios que har?an ruborizarse a un rudo estibador del muelle, apur? su paso todo lo que pudo.
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« Respuesta #8 en: Abril 15, 2005, 10:50:19 am »
Puerto de la ciudad de Boston. Almac?n en llamas y derrumb?ndose, 20:27.

Tyler Wood


Tyler avanz? a duras penas entre las cajas, mientras que las llamas se mov?an peligrosamente cerca. El calor era insoportable, y sumado al peso del hombre que llevaba sobre sus espaldas, hac?a de la marcha todo un suplicio.
Finalmente escap? del mar de llamas que formaban todos los embalajes ardiendo, para encontrarse a escasos quince metros de la salida, ahora oculta en parte por la enorme columna de humo que hacia all? se dirig?a.
La atm?sfera era irrespirable, hasta el punto de que cargar con aquel hombre, que en condiciones normales no tendr?a ninguna dificultad para alguien de la complexi?n de Tyler, se le hac?a casi imposible.
Mientras recorr?a con rapidez los pocos metros que lo separaban del exterior, una explosi?n son? a sus espaldas, acompa?ada de una enorme llamarada, haci?ndolo caer de bruces.
Se incorpor? como pudo y continu? su camino, rodeando una viga en llamas que hab?a ca?do tras la explosi?n, hasta que finalmente logr? salir al exterior, recibiendo el soplo de la brisa nocturna como al mayor de los regalos.

Despacho de la dra. Reynolds, Cl?nica Reynolds, 21:25.

Todo aquello era demasiado extra?o, las heridas, la ausencia de sangre, la forma clandestina en que hab?a atendido al paciente... y ahora un cuerpo sin vida yac?a bajo una s?bana en una de las salas de intervenci?n de la cl?nica.
Lisa Reynolds esperaba en su despacho a que el hombre al otro lado de la l?nea telef?nica descolgara el tel?fono. Llevaba unos casi medio minuto con el auricular pegado al o?do mientras jugueteaba nerviosamente con el cable del tel?fono. Por una irregularidad como aquella podr?an incluso quitarle la licencia.
De repente los golpes en la puerta del despacho la sobresaltaron, perdida como estaba en las posibles consecuencias de sus actos esta noche.
- Dra Reynolds, creo que deber?a ver esto... - la voz de la enfermera llegaba atenuada a trav?s de la puerta cerrada con llave de su despacho.
Mientras, quien hubiera de contestar a su llamada segu?a sin hacerlo, lo que ya empezaba a poner a la doctora muy nerviosa, m?s de lo que ya estaba.
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Jurgen Heindall

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« Respuesta #9 en: Abril 18, 2005, 01:06:26 pm »
Puerto de la ciudad de Boston. Almac?n en llamas y a punto de derrumbarse. 20:27-20:35

Tyler Wood, un periodista que NO esta loco, aun...

Manchado de polvo, con la ropa ennegrecida y con una peste a gasolina y escombros proveniente de la arruinada nave. As? aterriz? finalmente Tyler Wood y el fardo que llevaba al hombro.
Hab?a estado a punto de morir por ?l. Esperaba que mereciera la pena.

Le extra?? no encontrarse una peque?a representaci?n de curiosos, mirando el desastre y haciendo conjeturas silenciosas sobre el origen de los hechos.
El sonido del mar lo mec?a, suavizando la velocidad a la que circulaban sus pensamientos. Poco a poco fue recuperando el resuello y la tranquilidad, viendo como la construcci?n en llamas se consum?a, como si no fuera con ?l, como si no hubiera estado dentro unos segundos antes.
Decidi? aprovechar que no se escuchaban sirenas ni de bomberos ni de polic?as. Lo segundo no le extra?aba, aunque lo primero era, como poco, curioso. Conoc?a la bien merecida fama de los apagafuegos de su ciudad, y sab?a que no pod?an tardar.

Casi un minuto despu?s de haber salido del infierno llameante que era el edificio donde poco antes hab?a sido citado, tom? el pulso del hombre que hab?a sacado de all?.

?Bingo! Sigues vivo, compa?ero; vivo para darme informaci?n y para seguir con tu vida, si es que eres capaz. Su voz en la ?ltima frase se ti?o de esa amargura y cinismo que lo acompa?aba desde su tr?gica experiencia. La misma actitud que hizo que, junto a su obsesi?n por descubrir las terribles y alien?genas fuerzas de lo oculto que se pudiera esconder en la sociedad, hizo que su mujer se fuera de su lado.

Meti? al tiroteado en su coche, intentando inconscientemente que no manchara demasiado. Lo puso tumbado, para que descansara mejor y para evitar que se lo viera con facilidad desde afuera. Su afan period?stico hizo que le hiciera un cacheo r?pido de lo que llevaba encima, por si pod?a idenficarlo o saber qu? hac?a all?.

Una vez al volante se par? unos segundos a pensar qu? podr?a hacer con ese hombre lleno de plomo. Quiz?s podr?a hablar con su amigo ganster para que le diera un nombre, un m?dico de confianza y que no hiciera preguntas.
Decidi? pensarlo mientras se alejaba del lugar donde el fuego engull?a golosamente la estructura del moribundo y quejumbroso edificio.
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« Respuesta #10 en: Abril 20, 2005, 02:14:02 pm »
Calles de Boston, 20:40

Tyler Wood

Tyler conduc?a por las calles de Boston como un aut?mata, intentando poner en orden sus pensamientos y decidir cual ser?a el siguiente paso que dar?a.
Llevarlo a un hospital conllevar?a la p?rdida de una informaci?n que llevaba mucho tiempo buscando, pero las consecuencias en caso de que lo descubrieran no eran nada agradables.
Por otro lado, el hecho de que aquel hombre no fuera americano pod?a complicar aun m?s las cosas. Pese a tener un pasaporte ingl?s en toda regla, no hab?a ning?n sello de aduanas que indicase su entrada en el pa?s, por lo que posiblemente hubiera llegado de forma ilegal.
Adem?s de el pasaporte y una cartera con algo de dinero en met?lico aquel tipo no ten?a m?s que una sobaquera vac?a y un gran problema, ya que si no recib?a atenci?n m?dica urgentemente morir?a.
De repente, mientras el periodista conduc?a, el hombre moribundo recuper? la consciencia, aunque no parec?a darse cuenta de d?nde estaba. Pronto un extra?o cuchicheo empez? a salir de sus labios, mientras que su frente quedaba perlada por el sudor.
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« Respuesta #11 en: Abril 21, 2005, 08:27:19 am »
Puerto de la ciudad de Boston. Almac?n en llamas y a punto de derrumbarse. 20:40

Tyler Wood, un periodista que NO esta loco, aun...

El reportero escuch? los balbuceos y gemidos y busc? un lugar poco iluminado para detenerse. Una vez a cubierto por las sombras de los edificios y la indiferencia de quien en ellos viv?an pas? raudo al asiento de atr?s donde viajaba tumbado su ag?nico particular.
Quiz? fuera por su fertil imaginaci?n, pero jurar?a que estaba hablando o recitando algo. Peg? su o?do a su boca y se aprest? para escuchar lo que fuera, con su libreta de notas y boli en la mano.
Si se iba a morir, m?s le val?a decir algo ?til primero.
Mientras estaba all? con todo su cuerpo en tensi?n, una peque?a parte de su cerebro insist?a en la ardua tarea de decidir a d?nde llevar al herido, pues ten?a que ser un sitio seguro, pero sin polic?a.

Vamos, chico, ?qu? me quieres decir? Rep?teselo al t?o Tyler para que pueda entenderlo...
En voz baja y en el mejor tono suave que fue capaz de poner, esperaba dar tranquilidad a su huesped... si es que este escuchaba algo.
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« Respuesta #12 en: Abril 21, 2005, 12:39:16 pm »
21:07, Despacho de la senora Reynolds, Clinica Reynolds, Boston.

Lisa Reynolds


Lisa estaba al otro lado del telefono. No descolgaban, algo que sin duda provocaba un ligero estado de nerviosismo a la doctora. Maltida sea! pensaba la doctora para sus adentros Porque a mi? porque me esta pasando todo esto a mi? pens? la doctora resconcertante, justo cuando un seco sonido en la puerta sonaba, a la vez que la enfermera, detras de la misma, indicaba a la doctora que se pasase a ver un asunto.

- Por dios!! exclam? la doctora Reynolds Es que a?n puede ir peor? dijo a la vez que abr?a el pestillo de la puerta, y se dirigia con la enfermera a ver lo que ocurria...
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« Respuesta #13 en: Abril 25, 2005, 09:07:34 pm »
Calles de Boston, 20 45

Tyler Wood, un periodista que NO esta loco, aun...


El periodista se inclin? sobre el hombre que yac?a herido en la parte trasera de su coche, pero no fue capaz de distinguir o clasificar nada de lo que escuchaba, que m?s que palabras parec?a ser una sucesi?n de consonantes pr?cticamente impronunciables.
Los sonidos sal?an de sus labios a un ritmo vertiginoso que iba en aumento, tanto de intensidad como de velocidad, hasta que todo el coche qued? sumido en esa extra?a cacofon?a, mientras que comenzaba a aparecer un eco imposible, dadas las dimensiones del veh?culo.
Un segundo m?s tarde, todo ces? tan repentinamente que Tyler Wood se pregunt? si hab?a sido real o producto de su imaginaci?n. El herido ten?a los ojos abiertos, fijos en los del periodista, que se encontraba inclinado sobre ?l, libreta en mano. Parec?a haber recuperado la conciencia, y aunque estaba malherido, respiraba sin dificultad, lejos de lo que cabr?a suponer dada la ubicaci?n de sus heridas.
Intent? hablar, pero lo ?nico que sali? de sus labios fue un quejido lastimero y un gesto de dolor.
Finalmente, tras un enorme esfuerzo, consigui? articular algunas palabras que ten?an la intenci?n de sacar de dudas al periodista.
- Ll?veme a la farmacia de Clarence Hemingway en Copley Square
La voz no era m?s que un susurro, pero suficiente para que pudiera o?rse.


Cl?nica Rynolds, 21:25

Lisa Reynolds


Cuando la doctora Reynolds abri? la puerta encontr? a su enfermera con un inusual gesto de preocupaci?n que la sorprendi? bastante. Era una muchacha humilde que hab?a trabajado en uno de los hospitales a los que llevaron a los heridos de la Gran Guerra, y hab?a visto aut?nticas barbaridades, por lo que no imaginaba qu? era lo que pod?a haberle causado tanta impresi?n, aunque no tard? mucho en descubrirlo.
Sobre la mesa estaba el cad?ver que hab?a dejado minutos antes, o al menos estaba parte de ?l, pues su volumen se hab?a reducido considerablemente. Un examen m?s minucioso mostr? como el extra?o acartonamiento se hab?a contagiado a las zonas cercanas a las heridas, mientras que ?stas parec?an haberse disuelto sin m?s, de forma que hab?a desaparecido casi la mitad del t?rax.
Las ropas colgaban fl?cidas del cuerpo, y al moverlo para poder examinarlo mejor, unas  fotos cayeron al suelo desde el bolsillo interior de la chaqueta.
Dos de ellas mostraban sendas estatuas, aparentemente muy antiguas, y la tercera a un hombre que rondar?a la treintena, y al cual cre?a haber visto en alg?n lugar. ?sta ?ltima ten?a adem?s un n?mero de tel?fono escrito al dorso, junto a un nombre, Alexander Arnold.


Museo Arqueol?gico de Boston, 20:55

Alexander Arnold


Cuando al Profesor Alexander Arnold le propusieron dejar las clases durante unas semanas para dirigir una exposici?n en el Museo Arqueol?gico de Boston, y de paso estudiar algunas piezas muy interesantes no se lo pens? dos veces, cuando le dijeron que una de esas piezas era el extra?o ?dolo de alabastro de Mohenjo-Daro casi llor? de alegr?a, pero ahora, una semana despu?s de haber comenzado la exposici?n, empezaba a arrepentirse de su decisi?n.
No eran las continuas entrevistas en revistas especializadas y peri?dicos universitarios, ni las visitas guiadas que hac?a a las personalidades que visitaban el museo, tampoco el coordinar los distintos actos paralelos como conferencias y exposiciones fotogr?ficas que se hac?an, era aquella condenada estatua, que despu?s de varios a?os de estudio segu?a siendo un enigma para los mayores arque?logos del mundo, y que atra?a su atenci?n con una fuerza irresistible, rob?ndole preciosas horas de sue?o que empezaban a hacer mella en ?l.
Pasaba m?s tiempo en las salas de trabajo y restauraci?n del museo que en su casa y en su despacho juntos, pero la ocasi?n lo merec?a.
Aquella estatua era una incongruencia en s? misma. Estaba hecha de alabastro, un material que no se encontraba en ninguna cantera conocida en varios cientos de kil?meros a la redonda del lugar d?nde la hallaron. La calidad de la talla era, cuando menos, impresionante, e incluso con la tecnolog?a actual hab?an tenido serios problemas para reproducirla de forma aceptable, y para m?s inri, las tablas de arcilla que recog?an la historia de la ciudad en la que la hallaron, afirmaban que la estatua fue encontrada en el lecho del Indo por los fundadores de la ciudad.
Estos datos fueron desechados como leyendas por los primeros arque?logos que llegaron a las ruinas de la ciudad, pero las recientes pinturas descubiertas en una zona mucho m?s antigua de la urbe reabrieron la pol?mica que tra?a por la calle de la amargura a ge?logos y arque?logos insignes de todo el mundo.
Sin embargo todo el mundo tiene un l?mite, e incluso la curiosidad m?s insaciable puede ser vencida por un cansancio extremo, de forma que llegadas las nueve de la noche, y tras m?s de 48 horas sin dormir, el profesor Arnold decidi? regresar a su casa para recuperar energ?as con las que proseguir su estudio. Sin embargo al llegar a su casa hall? algo en su buz?n que no le iba a permitir conciliar el sue?o en toda la noche.
Entre las facturas, cartas de conocidos y avisos de la Universidad hab?a una carta que le llam? la atenci?n. Ten?a sello de Colombia, y en ella no hab?a m?s que una breve nota y dos fotograf?as.
?Creo que esto ser? de sumo inter?s para usted. Llegar? a Boston a mediados de marzo. P?ngase en contacto conmigo
Sir John Marshall?
Las fotograf?as mostraban una estatua inquietantemente similar a la de Mohenjo-Daro y en el dorso estaba anotado ?Popay?n, Colombia, enero de 1921?
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por E. Peregrin »
Quien no guarda un secreto no es de fiar.

Jurgen Heindall

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« Respuesta #14 en: Abril 26, 2005, 09:08:31 am »
Calles de Boston, coche particular. 20:50

Tyler Wood, un periodista que NO esta loco, aun...

Los extra?os sonidos, carentes de toda l?gica para los limitados conocimientos de idiomas de Tyler, ten?an la particularidad de crisparlo. Cuanto m?s hablaba su huesped, m?s le chirriaba el cerebro a ?l. Comenzaba a sentirse realmente nervioso y a pensar seriamente en taparle la boca cuando todo ces?, todo acab? de tal forma que le hizo dudar de que hubiera pasado.
Antes siquiera de que pudiera pensar en ello se percat? de el hombre herido parec?a haberse estabilizado algo e intentaba susurrar algo.

Ll?veme a la farmacia de Clarence Hemingway en Copley Square.

Sin hacer preguntas, se lanz? hacia su asiento delantero y comenz? a conducir velozmente hacia esa calle, en busca de esa farmacia. ?Tendr?a all? alg?n contacto? ?Alguien que quiz? supiera en qu? andaba metido? ?Ser?a realmente una buena pista o simplemente otra calle sin salida?
No se pierdan el pr?ximo capitulo, mascull? entre dientes, impaciente por llegar a esa cl?nica.
No tardaremos mucho, amigo, no se vaya a morir ahora.Se pregunt?, mientras pitaba a un imprudente peat?n que cruzaba donde no deb?a, si su sentido del humor ser?a igual de apreciado por alguien con varios tiros en el cuerpo y que ha estado a punto de morir quemado.
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?No me digas que aun piensas que somos la cima de la evoluci?n? No sab?a que tu percepci?n de la realidad fuera tan limitada.
« Última modificación: Enero 01, 1970, 01:00:00 am por Jurgen Heindall »
Te juzgaré porque tal es mi derecho de Príncipe, de Sangre y de Poder, pequeña sanguijuela desagradecida.