Bosque oscuro de los campesinos hambrientos. Noche, noche y m?s nocheDespu?s de las amenazas de los arqueros escondidos en los ?rboles (m?s les val?a bajar antes de que se cayeran y se partieran el cuello) y la respuesta del druida, Hijogusano estuvo a punto de largarse de vuelta a la taberna. Se estaba helando el culo en ese dichoso bosque. Aunque los primeros d?as la nieve le hab?a parecido una especie de milagro despu?s de una vida entre sol y arena, pero ya se hab?a acostumbrado a maldecir a Auril y a todos los dioses del invierno, algunos probablemente inventados sobre la marcha.
En lugar de volver al calor de la posada, se mantuvo a unos pasos de distancia de la discusi?n, intentando aguzar el o?do lo suficiente como para enterarse de lo que hablaban y mantenerse lo bastante lejos como que pareciera que no le interesaba la conversaci?n y que s?lo estaba esperando a sus compa?eros. Para reforzar la pose, refunfu?aba a intervalos regulares sobre lo mala que era la idea de hacer caso a esos bandidos muertos de hambre. M?s cosas sobre los dichosos siervos de Malar, quejas sobre estar hambrientos...
- He visto pocos orcos en mi corta vida, pero se que este si esta cerca de aqui, hace poco tuve la ocasi?n de verle personalmente dentro del bosque, estaba cansado y hambriento, cazamos una buena pieza juntos y le dimos cobijo durante un dia entero, despues se marcho tras darnos las gracias.... No pense que fuera alguien malvado ni peligroso en el estado en el que se encontraba, asi que le deje ir sin mas, pero no debe de andar muy lejos. ?a hecho algo que deba de saber y ayudar a castigar? -
La frase hizo saltar alg?n resorte oculto en alguna zona especialmente oculta del cerebro del b?rbaro.
Jodido pat?n! Has dejado que ese orco escapara? Puedo entender que en este pueblo la nieve os haya paralizado el cerebro, pero esto es lo ?ltimo. Acoger a un orco asesino como si fuera un corderito en lugar de cortarle el cuello... ?En que pensabas? ?En que te lo agradecer?a cocinando una tarta o tejiendo un jersey?El rostro del b?rbaro cambiaba de color como si lo hubieran puesto al fuego y los ojos giraban fuera de control amenazando con saltar de las ?rbitas en cualquier momento. Si no hubiera llevado casi todo el rostro cubierto, una lluvia de salivazos hubiera amenazado con ahogar tanto a Othar como a cualquiera que se encontrara demasiado cerca. Definitivamente, no hab?a sido una buena noticia.